La revancha del hombre blanco: la llave que volcó la elección en Estados Unidos

Al final, ni los latinos, ni lo negros ni los jóvenes tuvieron el peso que sí tuvo esa “mayoría silenciosa” blanca, como la definió Donald Trump en su campaña

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Donald Trump ganó con el apoyo de los votantes blancos (AP)
Donald Trump ganó con el apoyo de los votantes blancos (AP)

¿Por qué Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos contra todos los pronósticos? Probablemente porque en una campaña en la que quedaron muy expuestas las divisiones étnicas, culturales y sociales que atraviesan a la sociedad, logró el apoyo del sector mayoritario.

Como se preveía, los miembros de las comunidades latina y afroamericana que fueron a votar lo hicieron por Hillary Clinton. Según una encuesta de boca de urna realizada por CNN, optaron por ella el 88% de los negros, el 65% de los latinos, el 65% de los asiáticos y el 56% del resto de las colectividades. En cambio, Trump ganó sólo entre los blancos, por 58 a 37 por ciento.

Pero éstos decidieron la elección porque fueron el 70% del total de votantes, frente a un 12% de los negros, un 11% de los latinos y un 4% de los asiáticos. El republicano ganó entre mujeres y varones blancos, pero su victoria fue aún más abultada entre los últimos, donde llegó a un aplastante 63%, contra un 31% de la candidata demócrata.

"La historia de la gran participación electoral es la de los votantes blancos. Los negros y los latinos no cumplieron con las expectativas de inclinar la elección para Clinton. La participación de las mujeres no fue superior a la de 2012, y la proporción que votó por Clinton fue la misma que lo había hecho por Barack Obama en 2012. El presidente había tenido 87% de apoyo entre los negros, y Clinton tuvo sólo un 80 por ciento. Entre los latinos, consiguió un 36% de ventaja sobre Trump, pero Obama había tenido un 44 por ciento sobre Mitt Romney", explicó Peri E. Arnold, profesor emérito de ciencia política de la Universidad de Notre Dame, Indiana, consultado por Infobae.

 

Los perdedores de la globalización

Si se segmenta al electorado por la edad, las diferencias son también muy claras. Entre los jóvenes de 18 a 29 años la primacía demócrata fue de 55 a 37 por ciento. Más escueta fue entre los de 30 a 44 años: 50 a 42 por ciento. A partir de los 45 años Trump tomó la delantera con un promedio del 53% de los votos. Aquí también el magnate se quedó con la parte del león, ya que los mayores de 45 representaron el 55% de los votantes.

Las divisiones en términos educativos fueron evidentes. Entre quienes no poseen título universitario Trump ganó con al menos el 51 por ciento. Los graduados se inclinaron por la ex secretaria de Estado por un escueto margen de 49 a 45 por ciento. Entre los postuniversitarios la diferencia pasó a ser de 58 a 37 por ciento. Si se combina el nivel educativo con el grupo étnico se puede atrapar con mayor precisión el público de cada candidato. El núcleo duro del republicano fueron los blancos no universitarios, que lo acompañaron en un 67 por ciento. Entre los que tienen título su triunfo fue por apenas cuatro puntos.

"Los varones blancos fueron una parte clave de la coalición de Trump. Pero también se quedó con la mayoría de las mujeres sin título universitario. Raza, género, partido y la separación urbano-rural tuvieron un papel en el resultado, creando muchas divisiones que permanecerán entre nosotros por bastante tiempo", dijo Bruce E. Cain, profesor de ciencia política en la Universidad de Stanford, en diálogo con Infobae.

Combinando todos los datos se llega a la siguiente conclusión: el sector social que más peso terminó teniendo en la elección fueron los hombres blancos mayores de 45 años sin título universitario, que se inclinaron masivamente por Trump. Son los "perdedores de la globalización". Personas que vivían mejor en el pasado que ahora, y que tienen el recuerdo de que sus padres estaban todavía mejor. El 27% de los votantes dice que si situación financiera es hoy peor que hace diez años. El 78% de ellos votó por el republicano. El 31% afirma estar mejor que hace una década. El 72% de éstos confió en la demócrata.

Muchos de ellos constituían la masa de obreros industriales que, a pesar de no tener altas certificaciones educativas, tenían trabajos bien pagos, seguros y respetados por la comunidad. La globalización y la apertura de la economía hizo que muchas de las grandes empresas estadounidenses optaran por llevar sus fábricas a países con menores costos de producción, como México o China. Hoy no están desempleados, porque uno de los grandes éxitos de la gestión Obama fue bajar la desocupación a menos del 5 por ciento. Pero sus empleos son precarios, están mal remunerados y no tienen el prestigio que podía tener un trabajador calificado de la General Motors.

Considerando el área de residencia, Trump arrasó en las zonas rurales, donde está el voto tradicional del Partido Republicano. Pero también se impuso en las áreas suburbanas, donde estaban muchas de las industrias que hoy ya no existen. En las ciudades, en cambio, donde están las personas de mayor educación, los integrados, perdió claramente en manos de la candidata demócrata.

Lo interesante es que estos perdedores de la globalización no son pobres. No están en la base de la pirámide social, donde claramente hay mayoría de afroamericanos y de hispanos, entre otros grupos. De hecho, entre quienes tienen ingresos inferiores a 50 mil dólares anuales, que son el 38% de la población, ganó Clinton. Trump se impuso entre las personas de ingresos medios-bajos en adelante.

Pero los efectos sociales de pasar de una situación privilegiada y estable a una relegada e inestable son mucho más devastadores que mantenerse en la pobreza. La evidencia más cruda de este proceso es el crecimiento de la tasa de mortalidad de los blancos de entre 45 y 54 años, que pasó de 381 cada 100 mil habitantes en 1999 a 417 en 2014. Este dato tan sorprendente en un mundo en el que la esperanza de vida aumenta año a año, da cuenta de la gravedad de la crisis que atraviesa este sector de la sociedad estadounidense. Entre las causas directas de esas muertes están las enfermedades cardíacas, las afecciones relacionadas a la adicción al alcohol y a las drogas, y un aumento de los suicidios.

En el mismo período de 1999 a 2014, la mortalidad de los negros cayó de 782 a 557 cada 100 mil habitantes. Y la de los latinos, de 333 a 263. Muchos miembros de estas comunidades siguen viviendo en condiciones difíciles, pero entienden que en términos relativos están mejor que antes.

 

La visión del mundo de los votantes de Trump

La percepción de que perdieron la posición que tenían en la sociedad, y de que otros grupos que antes estaban muy abajo ahora están casi al mismo nivel, genera una predisposición a aceptar discursos xenófobos y contrarios a la inmigración. También predispone a glorificar el pasado y a adoptar posturas más conservadoras, que ven los abruptos cambios económicos, sociales y culturales de las últimas décadas como algo negativo. En gran medida esto se debe a que esas transformaciones coincidieron con su propio declive.

La encuesta de CNN muestra que el 35% del electorado se identifica con la ideología conservadora. De ellos, un 81% votó al empresario. De la misma manera, muestra que cuanto más religioso el votante mayor fue su inclinación por el republicano. En un extremo, el 56% de los que declaran ir a un oficio religioso al menos una vez por semana eligieron a Trump. En el otro, el 62% de los que dicen no ir nunca prefirieron a Clinton.

¿Por qué los perdedores de la globalización votaron a Trump? Porque supo interpelarlos al hablarles de "volver a hacer grande a Estados Unidos", de traer de vuelta al país los empleos industriales que las empresas llevaron al exterior, y de endurecer las políticas contra los inmigrantes ilegales. Y también al adoptar un discurso mucho más conservador que el que había sostenido durante gran parte de su vida.

Pero incluso comprendiendo su adhesión hacia esas propuestas, lo que a muchos les cuesta entender es que los votantes de Trump hayan resultado inmunes a los exabruptos tan fuertes que caracterizaron a su campaña. Para Seth Hill, profesor de la Universidad de California, San Diego, hay que tener en cuenta que "votar por un candidato no significa apoyar todo lo que dice o hace".

"Seguramente muchas personas lo eligieron más allá de las reservas que tenían. No creo que se pueda concluir que todas las declaraciones que hizo fueron fácilmente aceptadas por sus votantes. Sí podemos concluir que no fueron suficientes para evitar que gane en el Colegio Electoral, aunque sin obtener la mayoría de los votos populares", dijo Hill consultado por Infobae.

Ante la pregunta por la cualidad más valorada del candidato elegido, el 39% respondió "puede producir un cambio". Entre ellos, el 83% votó por el magnate. Por eso, sin negar que a alguno pudiera molestarle los aspectos más controversiales del personaje, también se podría pensar que los exabruptos y las agresiones eran vistos como un desafío al establishment, como un grito de guerra contra el mundo. Un mundo globalizado, diverso, cambiante y competitivo, que la mayoría de sus votantes no quiere ni comprende.

"Creo que la clave para entender que los votantes pasaran por alto la conducta de Trump es que fue tomada como una evidencia de su audacia, de su rechazo a la corrección política. Además las entrevistas muestran que sus simpatizantes tomaban su lenguaje en sentido más bien figurado, no literalmente", concluyó Arnold.

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