El atentado que inauguró el terrorismo suicida islámico

La bomba al cuartel de los marines en Beirut de 1983 fue la presentación de una nueva forma de ataque criminal de Hezbollah que perdura hasta hoy

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El ataque contra la base de los Marines estadounidenses en Beirut, en Octubre de 1983, fue el primero y más grave de los atentados con los que Hezbollah irrumpió en la escena militar y política de la guerra civil libanesa. En el ataque murieron 241 marines. El mismo día, también volaron la base francesa donde murieron 59 paracaidistas de esa nacionalidad. Dos camiones bomba conducidos por terroristas suicidas se estrellaron simultáneamente contra el cuartel de los marines estadounidenses y el puesto de mando francés.


Estos efectivos asesinados eran miembros de las fuerza multinacional de pacificación en Beirut. Las explosiones dieron lugar a la retirada de la fuerza internacional de paz del Líbano, donde se habían estacionado desde 1982 y marcaron el principio del accionar terrorista de Hezbollah. Fue su carta de presentación y señaló un punto de inflexión que dio lugar a una nueva forma de terrorismo: el terrorismo del "shahid o la shuhada" (mártir o el martirio), también conocido como terrorismo suicida.


Hasta aquel momento, lo conocido era el accionar del terrorismo "reivindicativo", que encarnaban los distintos grupos libaneses que combatían la guerra civil e incluso los grupos palestinos como la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el Frente de Liberación de Palestina (FLP) y otros grupos menores que utilizaban el territorio libanés en zonas que habían secuestrado del Estado legal para lanzar ataques contra Israel.


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El mismo día, la "Jihad Islámica" asumió la responsabilidad por el atentado a través de un comunicado publicado en varios periódicos libaneses, pero esa organización era un grupo fantasma que respondía a Hezbollah, que utilizaba ese nombre para encubrir sus ataques terroristas. Algo similar ocurrió en el ataque a la Mutual Israelita Argentina de Buenos Aires (AMIA) en la década de los '90.


A finales de 2003, la Corte Suprema estadounidense estableció que la Jihad Islámica era el nombre y la cobertura que utilizaba Hezbollah para cometer sus ataques terroristas.


Hoy, esa misma Corte hizo lugar a la demanda iniciada por los familiares de las victimas del cuartel de los marines contra la República Islámica de Irán, a mediados de 2001. El fallo condena e impone a Teherán el pago de una indemnización de dos mil millones de dólares a los deudos.


La Jihad Islámica era el nombre y la cobertura que utilizaba Hezbollah para cometer sus ataques terroristas

Sin embargo, mas allá de lo que la sentencia expresa, la comunidad internacional deberá empezar por resolver aspectos básicos en la lucha contra el terrorismo, como entender ¿qué persigue el terrorista con sus actos?, pues existe un objetivo político y social, más allá del objetivo religioso.


Para ello es importante entender que es muy diferente que en el subconsciente del terrorista existan binomios conceptuales como "ideología" o como "sacralización". En este último caso, su propia guerra -su causa justa- se convierte en una "guerra santa" o Jihad. Si el terrorista llega a convencerse de este hecho, la causa justa estará por encima incluso de su propia vida. En otras palabras, el terrorista pasa a un estado de auto-percepción que le sitúa en un escalón superior, el de "mártir".


Son pocos los principios comunes que se pueden señalar a la hora de explicar la concepción que de sí mismos tienen los terroristas. No cabe duda de que todo terrorista se muestra convencido de que persigue una "causa justa" frente a una situación de "injusticia" manifiesta y persistente en el tiempo. Esto explica que para todo terrorista, su actuación no sólo esté plenamente justificada en este sentido, sino que además la conciba como esencial. Su acción se plantea como la única solución y se espera de ella consecuencias inmediatas y eficaces a los fines que persigue. Así, se auto-definen como "milicianos" en general, al margen de que esta consideración coincida o esté completamente alejada de la definición jurídica que ofrece el derecho internacional.


Sea cuál sea su causa, esto nos muestra otro rasgo común: para todo terrorista es importante el cómo va a ser recordado en la posteridad por su sociedad. En este sentido, es enormemente significativo que antes de cometer una "operación de martirio", el terrorista jihadista deja grabado un vídeo justificando su inmolación. En estos casos, el pensamiento del terrorista no va únicamente dirigido hacia las promesas del paraíso, sino también hacia a un recuerdo entre los vivos, para ser recordado y para su propia memoria.


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Precisamente este tipo de terrorismo ideológico sacralizado es el que actúa en el marco de lo que se denomina "yihadismo internacional" o "terrorismo global", por su impacto y efecto en la sociedad mundial. De este modo, podemos distinguir entre "terrorista reivindicativo" y el "terrorista punitivo".


El primero, esta vinculado a objetivos políticos o sociales, actúa normalmente en un marco más restringido territorialmente, aunque cuando sobrepasa ese límite, actúa en espacios donde existen intereses muy localizados en relación con su causa. En algunas ocasiones también recurre al suicidio, pero como arma de ataque, no como objetivo final.


Mientras que el segundo, el mártir religioso, tiene un principio de acción mucho más abstracto y en consecuencia su ámbito de actuación es mucho más amplio. Ni siquiera actúa promovido por un Estado determinado sino que pertenece a una red basada en el fundamentalismo religioso. Para este terrorista, el suicidio es un sacrificio digno a los ojos de la divinidad. Algo que se convierte en consecuencia en un objetivo superior. No es un instrumento. El terrorista piensa que cuantos más enemigos pueda asesinar en su martirio, mayor será la honra de Allah.


Eso pensaron en 1983 en Beirut. Será importante que ante los hechos que se han sucedido en París y Bruselas recientemente, la comunidad internacional tome nota del flagelo y aplique políticas sin mezquinar voluntades en confrontarlo, en esta guerra de las ideas que el jihadismo ya tenia claro estar librando aquel 23 de Octubre de 1983.


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