Periodistas francesas revelan el acoso sexual de políticos

Unas 40 reconocidas reporteras firmaron un texto titulado "¡Manos quietas!" para denunciar el machismo que viven cada día al ejercer su profesión

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Reporteras de distintos medios de Francia publicaron, el martes, una carta en el diario Libération para denunciar el "paternalismo lascivo" que deben enfrentar ante la clase política. Las insinuaciones, los chistes ambiguos, tanto de miembros del Gobierno como de la oposición, son el pan de cada día de las periodistas, según denuncian las firmantes.

"¡Bas las pattes!" ("¡Manos quietas!") es el título del texto firmado por unas 40 reconocidas informadoras, protegidas por el anonimato, de medios de izquierda y de derecha (France Inter, Le Monde, AFP, Libération, TF1).

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La carta denuncia el sexismo padecido por las reporteras encargadas de entrevistar a los políticos. Observaciones sobre la manera de vestir, una propuesta medio en serio medio en broma de seguir hablando en un cuarto de hotel, miradas lascivas, chistes procaces son moneda corriente para estas mujeres conscientes de que no trabajan en las mismas condiciones que sus colegas masculinos, explicó un artículo de Radio Francia Internacional.

Las periodistas citaron casos de un parlamentario que les acaricia el pelo, otro que lamentaba que no llevaran escote o el joven talento de un partido que insiste en verlas por la noche. También subrayan la condescendencia ("Típica pregunta de mujer").

Las firmantes lamentan que el escándalo que siguió al arresto del entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn por acusaciones de violación no hayan cambiado demasiado el panorama.

"Pensamos que el caso DSK había removido las cosas y que las costumbres machistas, una muestra de vulgaridad ciudadana y política, estaban en vías de extinción", denuncian. "Pero mientras la política siga en manos de hombres heterosexuales y sexagenarios, nada cambiará", lamentan.

La "profesión implica la construcción de una proximidad y de un vínculo de confianza", pero para hacerlo, se sienten obligadas a "integrar los límites del machismo reinante" y evitar los encuentros cara a cara, llevar ropa sobria y vigilar para mantener el trato formal.

El texto termina deplorando que algunas no hayan firmado con su nombre para evitar que se agrave la discriminación que deben enfrentar.