Estados Unidos versus Rusia: ¿una nueva Guerra Fría?

A más de 20 años del fin de la disputa más importante de la segunda mitad del siglo XX, aflora una nueva escalada de tensión entre dos potencias con gran poderío militar, tecnológico y económico

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A 100 años del inicio de la entonces considerada la Gran Guerra, el orden internacional sigue resolviendo muchas de sus riñas a través de disputas bélicas. Muchos temen incluso una Tercera Guerra Mundial, pese a que la creciente interdependencia económica debería generar más cooperación que conflicto. En este marco, la división de aguas que atravesó la segunda mitad del siglo XX vuelve a asomar: es el fantasma de la Guerra Fría.

Las regiones conflictivas de Ucrania volvieron a poner sobre la mesa una contienda que se creía sellada definitivamente hace más de 20 años. Todo comenzó con la crisis entre quienes apoyaban un acercamiento ucraniano a la Unión Europea y las comunidades rusófilas, lo que derivó con la anexión de Crimea a Rusia. Siguió con los intentos autonomistas por parte de las provincias de Donetsk y Lugansk –que tienen una mayoría de la población rusoparlante- y terminó de escalar con el derribo del avión de Malasia.

Lo cierto es que hay algunas coincidencias entre la vieja y la actual contienda: el interés "realista" y pragmático de Estados Unidos y Rusia por incrementar su poder, con la consecuente búsqueda de expandir sus zonas de influencia; formas distintas de ejercer el poder político; disputas "frías", que no involucran directamente al territorio estadounidense ni al ruso.

"Hay un peligro real de conflicto en Europa, provocado por lo que Putin ha hecho en Ucrania", aseguró al diario español El País el presidente de Brookings Institutions y ex asesor de Bill Clinton, Strobe Talbott.

Es el peor momento entre Rusia y Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría

Sin embargo, también hay diferencias. La disputa ya no se da entre dos superpotencias: Estados Unidos, sobre todo en términos económicos, tecnológicos y militares, supera ampliamente a Rusia. Tampoco hay dos modelos económicos en pugna: ya no es capitalismo versus socialismo. Ni siquiera hay bipolaridad como antaño. Tan así es que algunos especialistas consideran al país gobernado por Vladimir Putin como una mera "potencia regional", pero no global.

"La puja por un mundo unipolar, que dure a largo plazo y que surgió tras la Guerra Fría, llegó a su fin. Yo lo llamo la erosión de la unipolaridad. No puedo dejar de tener en cuenta el auge de potencias regionales. Y Rusia es uno de ellas", asegura en diálogo con Infobae Khatchik Derghougassian, doctor en estudios internacionales por la Universidad de Miami y profesor de la Universidad de San Andrés, en Argentina.

Según el especialista, es en la relación de conflicto o cooperación que se va a definir el orden internacional del siglo XXI. "Entre Rusia y EEUU hay más conflicto que cooperación, pero no me convence hablar de una nueva Guerra Fría, que fue una disputa con dos visiones del mundo entre dos superpotencias. La actual capacidad de Rusia es inferior a la que tenía la URSS", agrega Derghougassian.

Lo cierto es que es el peor momento entre las potencias desde el fin de la Guerra Fría. No hay duda de que es un conflicto severo, que unas veces sube y otras veces baja la tensión.

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El doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México, Eduardo Rosales Herrera, considera que, paradójicamente, el origen del actual conflicto se remonta a la mismísima caída del Muro de Berlín, entonces festejada por Occidente. "En ese momento se desintegra la URSS, que eran 15 repúblicas que quedan separadas. Ello resultó un golpe terrible para la Unión Soviética, que quedó muy debilitada y limitada. Fue entonces el punto histórico en que Occidente vio la oportunidad de extender sus territorios, su área perimetral de influencia. A partir de ese momento creció la Unión Europea y países de la esfera de la URSS pasaron a la UE", explica en diálogo con Infobae.

Pero a más de 20 años de aquel hito histórico, "despertó el Oso Ruso", que trata de defender su zona de influencia. "Ucrania tiene una particularidad: tiene una relación muy importante con Rusia, sobre todo en Crimea, donde estaba la principal flota naval rusa", señala el experto, quien remata: "El gobierno de Putin no iba a permitir que Crimea pasara a la UE".

La famosa "doctrina Putin", por la que la máxima figura de la política de Rusia busca proteger a los rusos aunque no estén en su territorio, mezcla simbología e identidad, pero también real politik y ansias de poder. Y si Donetsk y Lugansk no quedan bajo dominio explícito de Rusia, sí gozarán probablemente de cierta autonomía con un alto grado de influencia de Moscú.

En este sentido, en el conflicto de Ucrania hay que considerar un factor: la identidad de Ucrania. Hay una parte de la población más cercana a la identidad eslavo rusa ortodoxa que ucraniana. "No se trata un territorio donde hay un consenso nacional con una identidad nacional única –reflexiona Derghougassian-. Por eso, estos conflictos identitarios van a seguir en Ucrania. Son los propios ucranianos los que deben llegar a un acuerdo".

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Si para Derghougassian hay demasiadas diferencias entre el actual y el conflicto que tiñó la política de la segunda parte del siglo XX, Rosales Herrera opina lo contrario: "Esto es una segunda Guerra Fría. Hay sanciones económicas que han hecho efecto en Rusia, con la consecuente caída de las bolsas, la salida de capitales (calculada en unos u$s70.000 millones). Pero del otro lado, la UE es dependiente y vulnerable en el aspecto del gas", indica. En efecto, Rusia advirtió a Ucrania que no puede tomar el gas que va para los europeos pero que pasa por su territorio.

La tan repetida interdependencia económica torna complejas incluso las sanciones "blandas", no coercitivas. Por ejemplo, según Rosales Herrera, Alemania no se atreve a una sanción más amplia "porque sus empresas pueden resultar dañadas, lo que puede complicarse porque Alemania está ante una eventual recesión, con crecimiento cero". Italia y Francia también están en situaciones complicadas. Por eso Rusia volcó sus ojos hacia China, en busca de suministrarle gas en caso de que la UE se lo deje de comprar.

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¿Soluciones a la vista?

"Rusia está en un proceso de resovietización", sostiene Rosales Herrera. Y, si esto ocurre, podría volver la guerra de influencias. Ya hay señales: Putin firmó una unión euro-asiática para hacer contrapeso a la UE y para asegurarse de que esos países quedasen dentro de la esfera de dominación rusa.

"Rusia no va a dejar que le arrebaten nuevos territorios, va a tratar de arrebatar Donetsk y Lugansk para que queden con un gobierno muy proclive a Moscú. En síntesis, este es un conflicto que no va a resolverse pronto. Su solución no es fácil", opina.

Los motivos están a la vista: dice que Rusia utiliza el gas como un arma, sumado a que EEUU tiene un frente abierto con China. Más que una lucha política focalizada en Ucrania, el actual conflicto se configura como una lucha geopolítica global con múltiples frentes. A esto hay que agregar que Rusia se acerca a países que antes eran esfera de dominación de EEUU, y el gobierno de Obama busca arrebatarle mercados a Rusia.

"Rusia está en un proceso de resovietización"

Este entramado de vínculos hay que entenderlo como una compleja triangulación de las relaciones entre Rusia, China y EEUU. El balance de poder a largo plazo se juega en Asia pacifico. Y la de China, al igual que la de sus contrapartes, también es una política realista, prudente y pragmática.

Para Derghougassian, empero, Rusia no se meterá en los asuntos de Occidente. Ni siquiera incursionará demasiado en América Latina más que por interés económico. "No creo que haya un conflicto mayor entre la OTAN y Rusia. Rusia anexó Crimea y está presente en Donetsk, pero no veo mayor conflicto con la OTAN que el regional", indica, a la vez que alerta: "Rusia es capaz de volver al mundo de la destrucción nuclear. O al menos tiene capacidad de provocarlo".

La sola idea de una batalla con armas de destrucción masiva vuelve a atemorizar al mundo entero. Tal vez haya demasiadas diferencias entre el actual y aquel conflicto entre las dos superpotencias que rivalizaron tras la Segunda Guerra Mundial, pero sin dudas el belicismo no forma parte del pasado. Cien años después de la Gran Guerra, la destrucción del hombre por el hombre sigue siendo una posibilidad cierta. El jurista alemán Carl Schmitt decía: "El progreso técnico y el perfeccionamiento moral del hombre se distancian cada día más profundamente".