Con un incierto final, las protestas en Venezuela ya cumplieron dos meses

Si bien el presidente Nicolás Maduro confía en que el asueto de Semana Santa y su reciente disposición al diálogo le quiten fuerza a las manifestaciones, problemas crónicos como la inseguridad y la escasez provocan que el malestar social se extienda en el tiempo

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 AFP 163
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Pasados los comicios municipales, en las que el Gobierno obtuvo el suficiente respaldo como para consolidarse, el intenso calendario electoral entró en un paréntesis de casi dos años hasta diciembre de 2015, cuando deberán realizarse nuevas elecciones parlamentarias. Un motivo que invitaba a una tregua.

  

Sin embargo, el 12 de febrero estallaron las protestas. Un mes antes, el asesinato de la actriz y ex reina de belleza Mónica Spear y su esposo en una oscura autopista del centro de Venezuela había conmocionado a la sociedad, incluso a pesar de que ya estaba acostumbrada a la realidad cotidiana de uno de los países más inseguros del mundo.

  

Al temeroso escenario para transitar las calles de la nación caribeña hay que agregarle los rigores cotidianos por los cuales los ciudadanos deben pasar para conseguir leche, aceite, harina y otros productos de consumo básicos, por lo que una simple chispa bastaba para reavivar el incendio. Y como suele suceder, eso ocurrió.

  

En este caso, se trató de la captura de tres dirigentes estudiantiles del estado de Táchira (ubicado en los Andes venezolanos, en la frontera con Colombia) y su reclusión en una lejana cárcel de delincuentes comunes en el estado de Falcón.

  

Frente a estos arrestos, la convocatoria para protestar partió desde la dirigencia estudiantil de las principales universidades estatales, así como también de las privadas. Y la asistencia a las marchas en Caracas y otras ciudades de Venezuela fue masiva, mucho mayor de la esperaba.

  

Para lamento del Gobierno, a la movilización se incorporaron los integrantes de La Salida, un sector disidente de la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que el 23 de enero pasado -liderados por la entonces diputada María Corina Machado y por Leopoldo López, hoy preso- había llamado a buscar vías constitucionales para desalojar pronto a Maduro del poder.

  

La protesta de ese día pudo ser anecdótica, una más entre las 5.000 que al año se reportan en Venezuela, pero hubo tres muertos por disparos. Como se comprobó poco después, las dos primeras víctimas de la jornada, el manifestante opositor Bassil Da Costa y Juan Montoya, un reconocido dirigente de los colectivos chavistas, fueron asesinados por agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), según publica el diario El País.

  

Para conmemorar la fecha, los grupos estudiantiles había convocado para este sábado a una marcha bajo la consigna "El futuro que queremos". El recorrido callejero debía partir desde tres puntos del este de Caracas, para coincidir en la Plaza Venezuela. Pero con gases lacrimógenos y varias detenciones, la Guardia Nacional y la Policía Bolivariana dispersaron la marcha y lograron que los manifestantes se replegaran.

  

Ésta no fue más que otra muestra de la dialéctica que se ha hecho rutina desde hace dos meses: un Gobierno que quiere imponer la normalidad y una oposición que, en la calle, intenta refutarla por todos los medios. Por ahora el éxito acompañó a los manifestantes, que a un altísimo precio de mostrar sus propias fisuras y 42 muertes puso en evidencia una crisis que la comunidad internacional venía pasando por alto.

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Apoyo desde el exterior

  

Durante el sábado, venezolanos que viven en Estados Unidos honraron a los 42 fallecidos durante las protestas. Fue a través de un acto en Miami, en el que se plantaron cruces con las insignias de las víctimas como símbolo de lucha por la nación sudamericana.

  

Patricia Andrade, directora ejecutiva de Venezuela Awareness Foundation (VAF), la organización que promovió el acto, señaló que el homenaje sirvió para recordar a los muertos, muchos de ellos estudiantes, que perdieron su vida "durante el derecho constitucional a la protesta".

  

"Celebramos, dolorosamente, el comienzo de la lucha de los venezolanos, liderada por los estudiantes, de forma pacífica y saliendo a las calles a sus derechos, que no son solamente de ellos, sino de todo el pueblo", afirmó Marlina Tapias, una venezolana que reside en la ciudad del estado de Florida y que participó del acto.

  

Según Andrade, la situación en Venezuela "es crítica y cada día va peor", porque "el Gobierno ha dicho que no tiene ninguna intención de respetar sino continuar con la revolución que viola los derechos humanos".

  

Con más de 25 años de residencia en el sur de Florida, la directora de VAF aseguró que no puede regresar a su país, por temor a las represalias que recibiría de parte del Gobierno.

  

"El mismo Nicolás Maduro me puso a la orden de la Fiscalía con cargos de traición a la patria, terrorismo y conspiración por solamente defender los derechos humanos", remarcó desde la ciudad de Doral, al oeste de Miami, en donde se concentra una numerosa colonia de venezolanos.

Andrade estimó que "la única salida" para que la situación se estabilice en su país es "el

regreso a la democracia",

porque "es lo único que va a detener las muertes y las protestas".


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