Cómo fue el primer auto eléctrico de la historia

El invento se le atribuyó al empresario y químico escocés Robert Anderson quién pudo construir este carro en 1832 o 1839

La mejora de las baterías por Edison marcó un antes y un después en la autonomía y eficiencia de los coches eléctricos. (BBVA)

Determinar cuál fue exactamente el primer auto eléctrico es complicado y algo injusto, considerando que hubo varios intentos iniciales durante el siglo XIX. Por ejemplo, Ányos Jedlik presentó en 1828 un prototipo que funcionaba gracias a un motor eléctrico.

En 1834, el herrero Thomas Davenport también diseñó un vehículo que se movía con electricidad, aunque estaba limitado a moverse en un circuito con electricidad.

En ese mismo año, el profesor holandés Sibrandus Stratingh junto a Christopher Becker desarrollaron otro modelo que operaba con células eléctricas que no se podían recargar. Si bien existieron muchos pioneros en el desarrollo del automóvil eléctrico, se reconoce comúnmente al escocés Robert Anderson, entre 1832 y 1839, como uno de los precursores.

Él creó un prototipo que era esencialmente un carruaje de aquel entonces, impulsado por baterías eléctricas no recargables. Este invento se benefició del conocimiento acumulado por los primeros exploradores en este campo.

A pesar de los múltiples pioneros, la historia reconoce a Robert Anderson como uno de los primeros innovadores en la creación de vehículos eléctricos. (BBVA)

Más adelante, con los avances en la tecnología de las baterías, el francés Gustave Trouvé presentó un vehículo eléctrico de tres ruedas en la Exposición Internacional de París de 1881, demostrando los progresos alcanzados hasta esa fecha.

Es importante señalar que en 1880, un año antes de la presentación de Trouvé, se inventaron las primeras baterías recargables, un avance que facilitó la creación de autos más eficientes y sostenibles.

Un ejemplo destacado de este progreso fue el coche “La Jamais Contente”, que en 1899 estableció un récord significativo en la historia del automovilismo al alcanzar una velocidad de 105 km/h, una cifra que para la época era inimaginable.

Después de que los primeros modelos experimentales aparecieran en escena, los carros eléctricos comenzaron a ser vistos en las calles, especialmente entre la gente con más recursos, mientras que las personas de menor poder adquisitivo se desplazaban a caballo.

Batiendo récords en 1899, La Jamais Contente demostró el potencial de velocidad de los vehículos eléctricos. (BBVA)

Con la llegada del siglo XX, Thomas Edison logró mejorar las baterías recargables de níquel-hierro, extendiendo la autonomía de los coches eléctricos, que alcanzaban hasta 130 km/h, considerado una gran velocidad para aquel entonces.

No obstante, con la explosión de la industria del petróleo desde la década de 1920, poseer un carro eléctrico se convirtió en un lujo frente a los vehículos con motor de combustión interna, que ofrecían costos de operación más bajos.

Hoy en día, debido a la preocupación por el cambio climático, ha renacido el interés por los coches eléctricos, los cuales ofrecen, además de un menor impacto ambiental, avances en tecnología y conectividad, representando una alternativa más acorde con la conciencia ecológica actual.

Baterías para carros hechas de madera

En Nueva Zelanda se desarrolló una alternativa que podría reducir la dependencia de las baterías tradicionales para los vehículos eléctricos al crear grafito sintético a partir de astillas de madera.

CarbonScape usa madera para crear baterías para autos eléctricos. (CarbonScape)

Por medio de un proceso denominado pirolisis, CarbonScape transforma residuos de la industria maderera, como corteza y otros fragmentos de menor tamaño en “biochar”, un material rico en carbono que luego se convierte en una forma básica de grafito más sostenible, según indicó la compañía.

En una entrevista con el medio The Wall Street Journal, el CEO de la empresa, Ivan Williams, aseguró que “la misión es descarbonizar la industria de los vehículos eléctricos”. El ejecutivo indicó que se puede utilizar la tecnología para recurrir a los desechos madereros a modo de materia prima.

Además, esto podría servir como una alternativa para acceder a nuevas cadenas de suministros pues actualmente el mercado está dominado mayoritariamente por China, al menos en este sector de la industria en el que se fabrican baterías para este tipo de automóviles.

Por otro lado, el hecho de que este nuevo tipo de baterías utilicen a la madera procesada como uno de sus componentes principales en el proceso de fabricación, permite que se deje de prestar atención a los metales que suelen extraerse de minas en procesos altamente contaminantes, como es el caso del litio, hierro y fosfato.