Silvina Rey Merodio

Silvina fisuró una de las bolsas en plena pandemia, cuando todavía no había llegado a los seis meses de gestación. Una de sus hijas sobrevivió y está bien, pero Anita, la otra, tiene una discapacidad que no le permite hablar, comer, sonreír, moverse o jugar. Mientras avanza el juicio por mala praxis, sostiene: “Esto no es vida para nadie, para mí vivir es otra cosa”