Conversar con Felipe Marino abre varias posibilidades para definirlo. Desde su locuacidad y humor cuando tiene que hablar de sí mismo, de su familia o dónde vacaciona hasta su seriedad y amplitud de análisis para abordar el tema que lo apasiona: asesorar y guiar como profesión.
Marino se especializa en “el armado e implementación de estrategias de gestión, asuntos públicos y superación personal”. Y en la superación personal tiene un punto destacado: la propia experiencia de este experto que en 2016 tuvo un accidente automovilístico en el que perdió una de sus piernas y lo llevó a encontrar una nueva mirada en acción para cada uno de sus intereses.
“Soy un consultor experto en ventas y networking que aprendió que las creencias repercuten en los procesos, pero también que los procesos —y la repetición de los mismos— modifican las creencias”, reflexiona Marino y plantea: “Cuando estudié Economía Empresarial en la Di Tella y luego empecé a trabajar en áreas comerciales de multinacionales me di cuenta que los procesos y los métodos eran muy importantes. Luego realicé una Maestría en Coaching y Cambio Organizacional e incursioné en el ámbito público a nivel local (en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) y nacional (Presidencia de la Nación) y me di cuenta que las creencias y los modelos mentales podían ser campo fértil o estéril para generar cualquier tipo de plan de crecimiento. Pero luego de perder mi pierna izquierda, en un accidente donde casi pierdo la vida, tuve que rehabilitarme, volver a empezar, hacer un gran duelo y salir adelante”.
“Fue gracias a esta trágica experiencia que aprendí lo que dije antes: las creencias repercuten en los procesos pero también los procesos (y la repetición de los mismos) modifican las creencias”, indica y cuando piensa en su accidente y recuperación, Marino plantea que no se trata de “un quiebre sino más bien una sensación de que me cayeron las fichas de varios conceptos adquiridos como estudiante y como profesor universitario actualmente a cargo de dos materias de la carrera de Administración en la Universidad de Buenos Aires”.
Cocktail personal
Marino destaca que cada experiencia profesional que realizó le dejó una enseñanza: “Merrill Lynch me enseñó la importancia de ser un profesional del trato, Grupo Bimbo la importancia de la logística y una buena coordinación entre Marketing y Producción y MTV Networks el darme cuenta que me gustaba ayudar desde marketing al área de ventas para agrandar los negocios exigentes y conseguir nuevos clientes”.
Y resalta: “Al ámbito público ingresé con la intención de aplicar lo aprendido en lo privado a lo público y terminé aprendiendo que hay mucho de lo público que tiene para aplicar en lo privado. Por ejemplo, estrategias de relacionamiento, el networking y sobre todo: el manejo del poder”.
“Creo que todos somos seres que venimos experimentando desde pequeños y que con la ayuda de conceptos académicos podemos fijar y transmitir los aprendizajes de la vida en un idioma común y efectivo”, celebra Marino que es consciente del camino que lo llevó hasta este presente como consultor y que no duda en definir como “cocktail de experiencias”.
Cuando le consultan por lo que genera su historia de superación, el especialista no duda un instante en plantear que “Implica una gran responsabilidad. Me suelen llamar personas que sufrieron amputaciones por accidentes u operaciones y antes de mostrarles mis videos haciendo deportes los mando al psicólogo para hacer el duelo correspondiente y a un abogado para que los asesoren en temas médico legales”.
Porque además de su trabajo como coach de ejecutivos y políticos, Marino es un hábil skater, surfista, apasionado del golf y de los deportes en general. “La palabra resiliencia es muy peligrosa sin un acompañamiento profesional correcto. Pero también aprendí a aceptar que si a uno le tocó ser ejemplo está bueno darse a la audiencia y dar aliento con las historias que uno vivió”.
El más allá del coaching
“Todo arranca cuando fui director de Marketing de MTV Networks. Allí tuve que liderar estrategias para posicionar la marca y aumentar la audiencia pero también ayudar a generar ingresos a través de agrandar y generar nuevos negocios con anunciantes y cableoperadores”, rememora Marino.
Y destaca: “Este último objetivo fue el que más me atrajo y luego terminé trabajando de ésto mismo (aumentar la tasa de conversión de ejecutivos) como consultor independiente”. Además, resalta: “Tanto mi accidente como otras vivencias me han servido para ejemplificar conceptos relacionados a ideas, procesos y marcos teóricos para generar estrategias y sus consiguientes planes de acción. Pero es muy importante entender que las buenas ideas surgen de conceptos y modelos comprobados pero luego necesitan historias de vidas para ser bajados a tierra”
A la hora de reflexionar sobre su trabajo, Marino apunta: “Me considero un experto en definir qué puerta hay que abrir y luego dejo todo en la cancha para abrirla: muchas veces lo logro y algunas no. Pero el proceso de definir hacia dónde ir y generar un método de apertura de puertas tarde o temprano genera buenos resultados”.
Y agrega que hay momentos en los que hay que saber explicarle a un cliente que es un momento de “hasta acá”, cuando algo tiene que cerrarse: “En estas instancias, previamente consensuado con el cliente, mi rol de coach muta al de consultor y de pasar a desafiar creencias uno se transforma en asesor donde deja de preguntar y expresa un punto de vista con justificación empírica y/o científica. Va a sonar polémico lo que voy a decir pero me parece que el exceso de coaching es igual de nocivo que la falta del mismo”.
En el trabajo de coacheo “se define con el cliente el objetivo a lograr y se verifica si el mismo está alineado con la visión de largo plazo de dicha organización. Luego se diseña una estrategia, un plan de acción, capacitaciones y sesiones de coaching. Y, si aplica, se traza en paralelo un plan de relacionamiento y networking que complemente la estrategia inicial. O sea: lo importante es el objetivo a lograr y luego se puede hacer coaching, consultoría o abrir puertas a través de una estrategia de relacionamiento o networking”.
Jugar al Tetris
“En la UBA estoy a cargo de uno de los Seminarios de Graduación donde debo acompañar y corregir más de 20 tesinas por cuatrimestre: sin dudas que el hacer de nexo entre los alumnos y las empresas participantes es un proceso que me genera nuevas miradas para desafíos que se repiten: pensamiento crítico, landing de ideas y propuestas rentables en consonancia con la visión de largo plazo de la organización”, reflexiona Marino que además consume diariamente “prensa gráfica y digital; suelo charlar con clientes actuales y con clientes del pasado que me siguen aportando información crítica de distintos sectores del ámbito público y privado; de hecho me genera mucha satisfacción unir personas y facilitar información toda mi agenda de contactos”.
Y suma: “La agenda cultural y deportiva también aporta mucha información para mí rol de networker. Para todo lo que es networking y manejo de poder recomiendo ir a las bases: filósofos y estadistas clásicos y contemporáneos”.
Por último, destaca que es un “fanático del tetris de las ventas”. “Me da mucho placer mover y facilitar todo lo necesario para que las piezas encajen y ambas partes (comprador - vendedor) logren buenos resultados. A veces se da a través de un diseño de un plan de negocios, otras a través de un workshop de ventas, otras facilitando actividades de teambuilding y otras abriendo puertas y nuevas oportunidades. Pero siempre desafiando creencias que obstaculicen procesos y generando procesos que desafíen las creencias”, asegura Felipe Marino, que no duda en continuar en la búsqueda de nuevos desafíos.
