Sofía Jujuy Jiménez descubrió con una terapia alternativa por qué la lastimaban en el amor y se sorprendió con la respuesta: “Me pareció fuerte”

“Quería constatar qué onda yo con el amor”, cuenta la modelo y actriz sobre su experiencia con constelar. Habla además de la nueva soltería y afirma: “Necesito tips para saber cómo chonguear”

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Sofía "Jujuy" Jiménez a solas con Infobae

Se trata de cambiar para mantener la esencia. Ser la misma, en una mejor versión. Evolucionar, nada menos. Sofía Jujuy Jiménez cuenta que su vida es “muy intensa”, que va mutando “todo el tiempo”. De ese modo resulta imposible que esta acuariana de 33 años (los cumplió el 23 de enero) que se consolida como actriz en la obra Permitidos -junto a Rocío Igarzábal, Mike Chouhy y Juan Sorini, en el Paseo La Plaza-, sea igual a aquella que subió por primera vez a un escenario.

Ocurrió en 2011, cuando Gerardo Sofovich la divisó una vez que fue a Sábado Bus -el ciclo de Nicolás Repetto donde ella se desempeñaba como secretaria- y le dijo, casi sin preámbulo: “¿Te vendrías conmigo a Mar del Plata?”. Sofía acababa de regresar de Canadá, donde residió un año, y ni siquiera contaba con un representante. A partir de entonces sucedió de todo. Y no solo en su carrera profesional.

“Después de los 30 siento que ya empiezo a entender que me han pasado cosas fuertes –se sincera, en esta charla íntima con Infobae-. Que la vida me ha dado golpes, que me ha puesto personas muy diferentes a mí. Entendí que no todo el mundo es igual, y que siempre está bueno no marearse, volver a quien uno es. ¿Cómo lo hago? Conectando conmigo, meditando, haciendo cursos de manifestación, coaching. Es espectacular”.

Sofia Jujuy Jiménez: "Te juro que si esa noche hacía lo mismo pero adentro de una casa y yo no me enteraba, estaba todo bien"
Sofia Jujuy Jiménez: "Te juro que si esa noche hacía lo mismo pero adentro de una casa y yo no me enteraba, estaba todo bien"

Podría afirmarse que Sofi inició este camino por casualidad, allá por 2016, cuando un exnovio tenía miedo a volar. Y quiso ayudarlo, instándolo a realizar una terapia de memoria celular para desbloquear algún trauma. Ya que estaba, ella también la hizo. Se desconoce si después de esa experiencia aquel joven renovó su pasaporte para, envalentonado, viajar sin límites. Sí se sabe que para Jujuy, significó la puerta de entrada a un mundo nuevo, que le permite redescubrir el suyo: el mundo propio.

“Yo ya estaba ahí, viste. Había golpeado la puerta, tenía mi turno y probé. ‘Yo siento que estoy bien, pero me intriga’, le digo (a la terapeuta). ‘Dale, vení’, me dice. Y estuve hora y media llorando, liberando. Ella hace terapias alternativas, biodescodificación, y la verdad que fue muy potente. ‘¡Ah, ¿dónde estaba todo esto?’, pensaba yo. No estaba viendo un montón de cosas porque, con esto que tengo de querer ver siempre lo positivo, había cosas que bloqueaba o no quería ver. O quizás no podía, por mi inmadurez”.

—Esta memoria celular…

—Me fue llevando. Fue la puertita.

—La que abrió una búsqueda que continuó todo este tiempo.

—Y que no para. Ni va a parar. El reiki es hermoso: te da mucha paz. Y las constelaciones son muy fuertes. Cuando hacés constelaciones familiares…

—Dentro de lo que se pueda contar, ¿qué te pasó constelando?

—Ay, que se pueda contar… Porque claro, es muy íntimo en lo que entrás. A ver, ¿cómo lo cuento en palabras? Dije: “Quiero constelar qué onda yo con el amor. ¿Qué pasa que siempre atraigo personajes que me terminan recontra lastimando? Algo estoy haciendo mal o estoy repitiendo algún patrón”. Yo traía mucho la historia de mi mamá, que mi papá le metió los cuernos. Y la historia de mi abuela, el femicidio. El constelador me dijo: “No, dejá a tu abuela en paz. La historia de tu mamá es la de tu mamá. Andá vos a tus 17 años y a esa historia, a ese primer amor”. Hasta me tiró: “¡Dejá de chusmearlo en Facebook!” (risas). Me pareció fuerte: en realidad, el tema lo tenía yo. Porque ese novio también me había metido los cuernos, ya había sufrido ahí por amor. Había expectativas, ilusiones. Se ve que, energéticamente, yo no había soltado. O había algo ahí, no sé qué. Fue como mucha info, ¿entendés?

—Vos fuiste más en la línea del psicoanálisis: pensar que tenía que ver con tu abuela y con tu madre.

—Exacto. Salí de ahí y dije: “Yo no esperaba que me tire por acá. ¡¿Qué me está diciendo?!”. Me acuerdo haber regresado a Jujuy a revisar: yo tenía cajas de recuerdos y escritos. Y dije: “¡Claro!, mirá a esta Sofi de 16, 17 años que creía muchísimo en el amor y daba todo por ahí…”. Y realmente: me habían roto el corazón, me habían súper engañado, me habían metido los cuernos. Estaba ahí la traba. A partir de ahí entendí muchas cosas. Está en nosotros la capacidad de poder interpretar cada cosa que nos pasan, y elegir.

—Sos súper auténtica: en tus redes te mostrás feliz cuando estás feliz, pero cuando estuviste angustiada y llorando, porque se conocieron las fotos de tu exnovio con otra mujer en un boliche de Brasil, te mostraste angustiada y llorando.

—Sin pensarlo. Si lo hubiese pensado, capaz que no lo hacía, pero fue tan natural y espontáneo como siento que soy yo. No lo planeé, no dije: “Bueno, ahora voy a llorar”. No. Recién salía de estar encerrada en una casa en Croacia, en un challenge, en un programa internacional que me recontra entusiasmaba. Estaba feliz, con toda la ilusión de recorrer Europa con él.

—Estabas feliz en esa pareja.

—Recontra, con proyectos. Planeábamos ir a París, un destino que lo tengo en pausa porque quiero conocerlo con mi gran amor. He tenido posibilidades… Y no tenía que ser, claramente. Hoy me río y le pongo humor porque también entendí que no era por ahí. Y sé que no hubo mala intención del otro lado, digamos. Siento que tampoco tenía que ver conmigo: es una inseguridad del otro. Si al final terminás engañando o va por ese lado, esa falta de respeto es del otro.

—¿Qué te dolió: la traición o que todo fuera tan público?

—La falta de respeto. Que sea público. La infidelidad, el engaño. Un beso puede pasar, y le puede pasar a cualquiera y lo recontra puedo entender, pero el momento, la manera… La falta de respeto, la mentira después. Todo lo otro, más que el beso en sí mismo. Te juro que si esa noche hacía lo mismo pero adentro de una casa y yo no me enteraba, estaba todo bien.

—¡Dale! Si me vas a engañar hacelo bien, pero no me expongas de esta forma y que yo no me entere así...

—Exacto. Pero bueno, todo es aprendizaje. ¿Y sabés qué me pasó también con eso? Que es muy loco cómo puede jugarte en contra la mente, porque apenas me entero, yo, internamente, sentí una paz en el corazón… De verdad. Fue tipo: “Sofi, tranquila, vos sabés que no era por acá”. Como que había algo dentro mío, del corazón. Otra cosa es la cabeza, y lo que uno se crea, idealiza.

Sofía Jujuy Jiménez: "Necesito tips para saber cómo chonguear”
Sofía Jujuy Jiménez: "Necesito tips para saber cómo chonguear”

Se quiebra, pero no se rompe

Sofía se entusiasma al hablar de este recorrido que empezó a transitar casi ocho años atrás y que ya no abandonará. Menciona, por caso, “el poder interno”, y se explaya: “Pasó esto, me desestabilizó, me movió un poco para todos lados, pero dije: ‘Pará, no, no, no. ¿Quién soy yo? Yo sé quién soy, yo sé qué doy, sé cómo soy cuando soy una pareja, amiga, hija. Esto no me puede desarmar ni romper’. O sea, ya me rompieron otras parejas, pero era más chica, tenía menos herramientas”.

—Qué capacidad, qué entereza.

—Pienso que la vida es tan hermosa como para perder tanto tiempo llorando y estando triste por uno que, encima, no vale la pena. No, amor. Hay que llorar un poquito, tampoco taparlo y negarlo: es una realidad, pasó. Que atraviese. Una lloradita y, literal, a seguir. La vida es muy hermosa y sé que tiene cosas increíbles para darme. No sé si algún día me casaré, si tendré hijos. Me encantaría, pero tampoco me desespera. Va a llegar cuando tenga que llegar y ya.

—Sentimentalmente hablando, ¿hoy, en qué andas? Porque te adjudicaron una historia con alguien, que te mandó mensajes en el casamiento de Sol Pérez.

—Eso fue tierno y gracioso. Me acuerdo que en ese casamiento dije: “Bueno, a partir de hoy voy a estar disponible para conocer gente”. Ya habían pasado seis meses y tenía ganas de bailar y conocer, me lo iba a permitir, porque antes estaba como bloqueada.

—Y se ve que el ambiente lo leyó.

—(Risas) Abrí esa puertita a que lleguen candidatos y empezar a conocer. Y me divertí muchísimo: bailamos toda la noche. Pero no pasó más que eso porque está en España, no tenía que ser. Tampoco me voy a enganchar con el primero que conozca. ¡No way! Quiero conocer y estoy libre. Mi permitido esta temporada es conocer, es permitirme.

—Y en este conocer, ¿te bancás salir con varios a la vez?

—Te juro que es algo que estoy queriendo aplicar. Lo he charlado con mis amigas, nos reímos porque les digo: “¡Chicas, necesito tips para saber cómo chonguear!”. No engancharse o crearse una idea en la cabeza y ya flashear historia de amor, ¿entendés? Me pasa un montón eso. Me pasaba…

—¿Sos muy noviera?

—Sí, soy muy novia. Me encanta. Y para estar con alguien, digo, ir más allá, para conectar los cuerpos y demás, necesito una historia. O necesitaba; voy a hablar en pasado (risas). Porque quiero empezar a aplicar esta nueva versión en este 2024. Es todo un desafío.

—Con lo cual, salir con varios en una misma semana, cuesta…

—Sí. No sé si en una misma semana con varios… Por lo menos uno por semana. No. No sé cómo va a ser. Está empezando el año: si nos juntamos en seis meses, te cuento cómo me fue en todo este desafío y esta nueva etapa.

Sofía Jujuy Jiménez: "Tuve que pasar por un montón de cosas que me traen a la Sofi de hoy"
Sofía Jujuy Jiménez: "Tuve que pasar por un montón de cosas que me traen a la Sofi de hoy"

—Si agarro ahora tu teléfono y reviso los mensajes de Instagram, ¿cuál es la profesión que más me voy a encontrar entre quienes te escriben?

—Creo que deportistas. Me copan los deportistas: siempre me llamaron mucho la atención con su disciplina, con la pasión que le ponen a su laburo.

—Vamos por partes. ¿Hay algún ex pululando?

—Para mi cumpleaños he recibido algún mensaje, un saludo. Que está bien. Pero no, no, no…

—Seguís en la línea: “Si es ex, por algo es”.

—Exactamente. Seguimos en esa línea, más que nunca. Igual, no le doy tanta bola (a los mensajes de Instagram). Veo los verificados; después, no sé si entro a chusmear. Capaz si algo me llama la atención.

—¿Músicos?

—Músicos puede haber… Hay una fantasía de que porque estás trabajando en los medios, sos un poco conocida, debes recibir un montón de mensajes. Y te juro que creo que es al revés.

—”Tips para chonguear”: ¿qué respondieron tus amigas?

—Bueno, me dijeron muchas cosas (risas). Por ejemplo, yo decía: “¿Cada cuánto te escribís con el chongo? ¿El chongo se queda a dormir o no se queda a dormir? Si vas vos a la casa del chongo, ¿te vas? ¿Si te invita, te quedas a dormir?”: De verdad, es todo un mundo que lo estoy descubriendo.

—¿Y a qué veredicto llegaron con tus amigas?

—Que, justamente, el chongo es para jugar sin expectativas. Divertirse. Sin compromiso y lo que tengas ganas. Si te pinta, mandale. Quizás sí, puede ser una vez por semana, o saltear una cada 15 días. Ese chongo, por chongo.

—Me parece agotador tener que estar pensando cuándo le escribís a un pibe…

—Claro. “¿Cómo es?”, decía yo. Y una amiga me dijo: “Una vez por semana o cada 15 días”. Otra me dijo: “Cuando lo sientas. Te vas a ir dando cuenta vos solita, tanteando”. Y me pasó ayer que, al final, me terminó escribiendo el chongo a mí…

—¿Te quedás a dormir? ¿Sos de ir o de que vayan a tu casa?

—Es que tampoco tuve muchas experiencias, literal. Muy poquitas en lo que va del año, digamos.

—Más allá de estas salidas, ¿estuviste estos ocho meses en abstinencia?

—Literal, sí. Te lo juro. Previo a eso, re. Porque no me pasaba, no tenía ganas. No me despertaba ni me llamaba la atención. Y tampoco me pasa todo por ahí. Bueno, mi trabajo se lleva mucho.

—¿Fue el período más largo que pasaste sin tener relaciones sexuales?

—Yo creo que sí. No sé si fueron ocho meses, pero de agosto, ponele, que te diga a enero, ¿cuántos son? Seis, más o menos.

—Y ahí les dijiste a tus amigas: “¡Chicas, enséñenme a chonguear!”.

—Enséñenme a chonguear. Quiero divertirme. Quiero animarme a esto, a jugar y a tener una cita, y capaz en esa cita no pasa nada y está todo bien, y simplemente fue una cita. No sé si me metería en una app (de citas). No sé si me animo: en ese sentido, me parece que soy más chapada a la antigua. Me gusta mirarnos a los ojos. Y que venga esto, el chico de los papelitos del casamiento… Fue muy inteligente y muy creativo.

—Contemos que en el casamiento estaban sin celulares, y te empezó a mandar mensajitos escritos.

—¡Obvio que me voy a quedar bailando con ese pibe toda la noche porque se lo recontra mereció! Estuvo espectacular.

—Te gustan los trabajadores.

—Obvio. Me gusta que sean creativos. Que piensen cómo conquistar. Tampoco te digo que me llenen de regalos. Ya te digo: el chabón agarró, escribió en la servilleta y eso a mí me despertó adentro una alegría y una felicidad que no tiene precio, ¿entendés?

—Estuvo muy bien.

—Estuvo muy bien.

—Estuvo muy original.

—Sí. Después, cuando lo conocés más tiempo, es como… Bueno.

—”No estuviste tan bien”.

—(Risas).

—”Después me di cuenta de que con los papelitos, no alcanzaba”.

—Después no eran solo los papelitos. Ese fue el entre. Llamó mi atención y estuvo bien.

Sofía Jujuy Jiménez: “Quería constelar qué onda yo con el amor. ¿Qué pasa que siempre atraigo personajes que me terminan recontra lastimando?"
Sofía Jujuy Jiménez: “Quería constelar qué onda yo con el amor. ¿Qué pasa que siempre atraigo personajes que me terminan recontra lastimando?"

—En algún momento te vi en tus redes hablando de salud mental. Contaste que tuviste ataques de pánico.

—Sí. El cuerpo habla, uno tiene que prestar atención. El dolor de cabeza no es porque sí. Creo son señales: “Basta, pará, hasta acá”. Y el ataque de pánico es el límite extremo: ya llegaste a un nivel de esa situación que no va más. Entonces, se te paraliza todo el cuerpo, te quedás sin respirar, te endurecés, te quedás toda chiquita. a mí me pasaba eso.

—¿Cómo pediste ayuda para salir de eso?

—Me acuerdo que me pasó estando en el departamento con mis hermanas, y claro, se asustaron: me vieron y yo no podía reaccionar. Estaba toda dura y tensionada. No podía respirar. Y parece que se te va la mirada. Las chicas estuvieron un rato ahí, sosteniendo y acompañándome, y fue como: “Che, Sofi, esto no está bien. Tenés que ir a una psicóloga, tenés que charlarlo”. Agradezco que me hayan pasado las cosas que me pasaron porque hoy puedo ser quién soy y sé hasta dónde. Detecto al manipulador, al que quiere llevarte para su lado. Me doy cuenta también de las personalidades narcisistas: las detecto mucho más rápido. No juzgo, entiendo; pero me corro, no elijo. Acá, no me quedo.

—Fue un camino, ¿no?

—Sí. Duro. Pero que creo que vale la pena y lo volvería a recorrer, en el sentido de que si tuve que pasar por un montón de cosas que me traen a la Sofi de hoy, bienvenidas sean. Si no no te podría estar hablando desde este lugar ni con todas estas herramientas ni conocimientos.

Sofia Jujuy Gimenez con Tatiana Schapiro
Sofia Jujuy Gimenez con Tatiana Schapiro

—Hace poquito Horacio Cabak dijo, textual: “Intentó ensuciarme como lo hizo con Del Potro y con el Pelado López”. ¿Qué te pasa con eso?

—Al principio me enojé, obviamente. Pero no dejo que pase mucho tiempo porque, pobre, evidentemente le falta mucho amor a esa persona que anda destilando odio o se maneja desde ese lado. ¿Qué necesidad de mentir así, de ensuciar? ¿De traer a mis ex? Nada que ver. Es triste, pero es un tema de él. A mí no me compete. Yo sé quién soy. Y estuvo bueno porque el otro día se lo pude decir en la cara.

—¿Y él, qué hizo?

—Sostenía, o trataba como de “no, vos en realidad me ensuciaste”. Le digo: “Pero si me mandaste mensajes agradeciéndome cómo hablaba o cómo trataba de no ensuciar y no hablar. En realidad, lo que hiciste vos salió al aire y lo vieron todos, no es que yo inventé algo”. Frente a eso, hasta la gerencia del canal bajó a decir: “Che, ¿qué está pasando?”. Se quejaba o se enojaba porque el medio no lo ayudó, no lo defendió. Yo le dije: “Cada uno tiene que hacerse cargo de su historial, de cómo se maneja y su comportamiento. Yo primero soy ser humano y después soy profesional, y después puedo ser todo lo que quieras, y la falta de respeto no la voy a permitir”. Y me encantó haber podido decirle eso a los ojos: “Dejaste mucho que desear como ser humano, como persona. Y lamento en el alma. Evidentemente pensamos muy diferente y tenemos valores distintos”.

—Ese día terminaron la noche, terminaron el desfile.

—Yo tenía que subir a la pasada, él tenía que hacer la conducción, y como dos profesionales, cada uno en su rubro. Yo hice la pasada, con una energía horrible en el cuerpo, pero traté. Se me pegaban los niños, estaba rodeada de todos los nenes, y decía: “Yo soy esto”. Me emociona, porque me hacían acordar a la mini Sofi, a cuando vivía en San Pedro de Jujuy y desfilaba, y tenía toda esa emoción por subirse a la pasarela y darlo todo y reírse.

—¿Esa Sofi era la que jugaba a ser Susana Giménez?

—Sí, obvio. Re. Mirá, tengo la foto de la mini Sofi de fondo de pantalla: todo el tiempo me la traigo porque me recuerda que ahí está la magia, la que me sigue empujando, con las ganas de seguir trabajando en este medio, porque este medio es durísimo. Y lejos de victimizarme, lo sigo eligiendo porque sé para qué lo hago, por qué lo hago: me encanta comunicar y me encanta entretener. Sé que cuento con herramientas, sé que tengo mucho que aprender también y seguir creciendo. Pero esta mini Sofi es la que me va guiando. Esa mini Sofi está hoy en el cuerpo de una adulta, que se cruza con personajes que no son como ella, y con los que tiene que saber y aprender a lidiar.

—¿Qué manifestaste para este 2024?

—Bueno, ya estoy manifestando: estoy siendo actriz. Y me mudé al lugar de mis sueños, en Tigre, viviendo en un lugar con naturaleza, rodeada de verde, de agüita. Y bueno, ahora tengo que darle más bola a la parte del amor. Y sacar esta idea de que todos los hombres son unos hijos de puta. Porque no: hay hombres que valen la pena.

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