La vivencia más traumática del Chapu Martínez: “Experimenté algo que literalmente era la muerte, se me apagó la vida”

El influencer creador del hit “Traeme la Copa, Messi” contó el infierno que atravesó y cómo logró superarlo. Además, se refirió a su nuevo rol como actor y al desafío de subirse al ring en una pelea que será transmitida por streaming.

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Chapu Martinez en Infobae con Tatiana Schapiro

Además de relativo, el tiempo es caprichoso. Apenas siete días fue lo que demoró en convertirse en viral el video que Martín Martínez grabó en plena calle con su celular, mientras esperaba el colectivo y se lo escuchaba cantar: “¡Traeme la Copa, Messi!”, en vísperas del Mundial de Rusia 2018.

Entonces llegó el estallido de popularidad, para el que -en parte- estaba preparado. Renunció a su trabajo formal y apostó a crear contenido para las redes sociales. Pero con la exposición también aparecieron los haters y una incomprensible mala fama, obtenida sin mérito alguno.

Con todo aquello debió lidiar durante cuatro años y medio. Hasta que al fin, y para la dicha que aún le dura a todo un país, Leo Messi cumplió con el pedido: trajo la Copa del Mundo, desde Qatar directo a la Argentina. Y fue allí cuando, además de alegría, Martín experimentó una especie de reivindicación.

Hoy, a sus 29 años, Martínez exhibe el aplomo de quien sabe que ya se ganó su lugar, con talento y esfuerzo, superando un sinfín de escollos. En pareja desde su temprana adolescencia con Ariana Sosa y padre de Benjamín, es mucho más que un influencer: es artista, mago, músico, referente del stand up, actor en su propia ficción y hasta… ¡boxeador!. Con un pseudónimo flamante e intimidante, peleará con el streamer La Cobra en el evento Párense de Manos 2023, el 21 de diciembre en el Luna Park.

Claro que todo ese recorrido llevó su tiempo. Y se inició mucho antes de que para todos sea simplemente El Chapu.

Llevaba dos años haciendo contenido para redes sociales, pero la fama explotó de la mano del "Traeme la copa Messi" (Instagram)
Llevaba dos años haciendo contenido para redes sociales, pero la fama explotó de la mano del "Traeme la copa Messi" (Instagram)

—¿Por qué El Carnicero Martínez?

—Primero, por la pelea. Y después porque estamos haciendo una serie en la que quisimos reflejar un poco mi vida. Mis viejos no son carniceros, pero tienen una parrilla de toda la vida, un restaurante, entonces lo llevamos un poco para ese lado, y ahí surgió el apodo. Queda bien El Carnicero para una pelea. Impone.

—¿Cómo eras de chiquito? ¿Ya eras el Chapu?

—El Chapu me lo puso mi mejor amigo a los 10 o 12 años. Un día me dijo: “Sos Chapu”. Y fui Chapu para toda la vida. Es el apodo más absurdo: no tiene magia, no tiene profundidad, nada.

—¿Y cómo era la casa en la que creciste?

—Mi familia está compuesta por mis dos hermanas, que son 10 y 11 años más grandes que yo, y mi papá y mi mamá. Y nuestro perrito, que lo tuve a los ocho años. Hinchaba las bolas con que quería un perro y me lo regalaron.

—¿Eras el consentido de la familia?

—Siempre fui un poco el nene mimado. Los agarré a mis viejos medio cansados. Me tuvieron a los 40 años.

—¿Cuál fue el peor dolor de cabeza que les diste a tus padres?

—¡Uff! Y… la verdad que muchos. Hubo uno muy fuerte, del que no me siento para nada orgulloso. De chico salí a bailar en la Costa, tomé mucho alcohol y terminé mal, muy mal. Ambulancia, desastre total. Me pusieron tres bolsas de suero. Cuando abrí los ojos, tenía a mi viejo ahí, mirándome con una cara... Son cosas que uno hace de adolescente, cuando cree que se las sabe todas.

—¿Habías entrado en un coma alcohólico?

—No llegué a eso, pero estuve internado cuatro horas.

—¿Alguna vez tu papá te fue a buscar a una comisaría?

—No, no. Tuve problemas, como todos. Salir, agarrarse a piñas. Pero no, eso no.

—Como mamá, una de las cosas que más me asustan son las piñas.

—Sí, está muy picante. ¿Viste que no paran de haber casos constantemente? Bueno, lo de Fernando (Báez Sosa) es tremendo. Fernando me seguía en Instagram: yo había hablado con él un par de veces. Fue muy fuerte cuando me enteré. Yo lo hablo con Ariana, mi pareja, y decimos: “Uy, cuando Benja crezca un poco y quiera salir ¿Cómo hacemos?”. No depende de vos. Y al mismo tiempo, he visto al lado mío, cómo una persona le pateaba la cabeza a otra en la salida de los boliches de Villa Gesell. He visto locuras. un nivel de odio con el que hay que terminar.

—¿Te seguía Fernando?

—Sí, me seguía. Y en un momento yo lo había seguido a él, por un juego que habíamos hecho con mi audiencia. Y me sigue la novia, Juli, que ahora le está yendo increíble: es bailarina.

—¿Probaste drogas?

—Sí, he probado.

—¿Te sentiste en peligro?

—Sí. La pasé muy mal. He cometido muchas cosas de inmaduro y de pendejo. Mi voluntad me sacó de ahí, pero tampoco estuve metido en ninguna muy turbia.

—¿Llegó a ser un problema?

—Sí, sí. Fue hace mucho tiempo. Salía todos los fines de semana, una cosa fue llevando a la otra y, sin darme cuenta, en un momento terminé en una situación de desesperación, de sentir que me iba a morir, y dije: “Esto no”. Aparte, realmente no está en mi esencia. Cuando era más chico mis amigos fumaban porro y yo me ponía mal. Y de pronto no entendía por qué yo estaba envuelto en esa situación. Bueno, las famosas malas compañías. He tenido mucho de eso, tristemente. Personas que quería mucho y que me traicionaron.

—¿Esto fue antes de ser el Chapu que todos conocimos?

—Sí, esto es previo.

—¿No tuvo que ver con la explosión de fama? ¿Con marearse?

—No. Cuando la pegué con el “Tráeme la Copa”, que hacía comedia en teatros y demás, tuve al alcance de la mano cualquier tipo de droga, sustancias. Y siempre dije que no. Un no innegociable. No me interesaba porque había vivido una experiencia traumática hacía unos años que me había hecho muy mal. Sufrí ataques de pánico, ansiedad. Y en ese momento fue un aprendizaje que me bajó.

—¿Te asustaste? ¿Qué pasó?

—¡Uff! Sentí que me moría... Fue algo totalmente espantoso. Estaba en una fiesta y se me apagó la vida. Se me puso todo en blanco y negro, la música dejó de sonar, la gente se me empezó como a caer y me agarró un ataque de desesperación. “Esto es la muerte y no se lo puedo compartir a nadie porque me estoy muriendo”, pensé. Y automáticamente volvió la luz, la música, volvió la gente a estar normal. Y de pronto, a los dos segundos, de vuelta: la desesperación de salir, de irme, de decir: “¿Qué estoy haciendo? ¿Qué es esto?”.

—¿Cuántos años tenías?

—18. Mi viejo me ayudó. Tristemente, sabía esta situación. Pero yo estaba muy angustiado porque no sabía cómo contárselo a mi mamá. Ella siempre me decía: “Vos un día te llegás a drogar y a mí me cortas las piernas”. “Yo no, mami, si yo soy todo lo contrario…”, le decía. Y de pronto me vi envuelto en esa situación, me mandé una cagada y no podía compartírselo. Varios años después, un día me senté y le dije: “Mirá, esto fue así, así y así”. Ella me dijo: “Bueno, me mataste al Martín que tenía…”. “No, no te mata nadie. Soy yo… Hay una parte de mí que vos no sabés quién soy, no sabés que viví, qué hice. Y por más que vos digas que está todo bien, yo siento que en algún momento te fallé. Y necesito que lo sepas”, le dije. Fue una noche muy liberadora.

—¿Tuvo que ver con el tratamiento que hiciste para dejar?

—No tuve que hacer un tratamiento porque no es que estaba en las drogas duras, de lo peor que te puedas imaginar. Fueron cosas más de pendejo, de salir de la fiesta electrónica y fue con mi voluntad. En ese momento en que se me apagó la la tele, yo lo digo como un chiste, como se me puso todo en blanco y negro, experimenté algo que literalmente era la muerte, y la muerte en desesperación. Y dije: “Esto es lo más feo del universo y nunca más lo quiero repetir en mi vida”.

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MALA FAMA

—Vos ya venías haciendo contenidos, hasta que un día llega el “Tráeme la Copa”.

—Sí. Yo hacía magia: me compré mi parlantito, mi micrófono y me iba a hacer shows, todo recontra a pulmón. Después se me dio por incursionar en el mundo del stand up. Empecé en un teatro chiquito, compartido con otros colegas, y me encantó. Veía que muchos subían videos en Instagram. Grego Rossello fue el que arrancó con videos de 15 segundos y le iba bárbaro. Muchos empezaron a hacer lo mismo y dije: “Listo, es por acá”. Estuve dos años haciendo contenido, pero yo era papá, tenía que ir a laburar al estudio jurídico. Benja era bebé. Entonces, mis momentos para hacer contenido eran, literalmente, cuando salía de mi casa y me iba a trabajar, en el viaje. Hacía contenido en la calle, en las paradas de colectivos, en el subte.

—¿Estaba guionado o era lo que salía en la calle?

–Siempre había un tópico. El día que fue lo de Messi, me dije: “¿Hoy de qué voy a hablar? Voy a hablar del Mundial. ¿Qué me pasa con el Mundial? Y bueno… ¡Quiero que Messi me traiga la Copa!”. Estaba desesperado y salió así.

—¿Cuántos millones de reproducciones llegó a tener el video?

—No, incontable… Porque eran diferentes plataformas y estaba en todos lados.

—¿Cuándo entendiste lo que estaba pasando?

—Y hubo un momento de caída. Estaba yendo al laburo y un amigo, “Quiqui”, me avisa que habían hecho un remix con mi video. Me fijé en Facebook: un tipo había hecho una canción con mi contenido. Y de pronto se empezó a compartir sin parar en el trabajo. Yo laburaba vendiendo libros para abogados, cualquiera, y el celular explotaba. Neo Pistea (el rapero) había compartido el video en su perfil. “No sé quién es este. Este bebazo raro”, puso, pero lo banco. Y yo no lo podía creer…

—¿Cuánto tiempo después de que vos publicaste el video empezó a pasar eso?

—Lo había subido los primeros días de abril y pegó una semana después. Creo que lo que sucedió fue que yo dije lo que todo el país quería en ese momento. Y lo dije de una manera que tal vez fue graciosa, como la gente no se anima a hacerlo o no se le pasa por la cabeza.

—¿Y cuándo entendiste que ibas a poder dejar el trabajo y dedicarte a lo que vos tenías ganas de hacer?

—No la pasaba mal en el laburo. Me iba bien, estaba contento, aunque era medio quemador. Pero dije: “Tengo que viajar al Mundial como sea, pero no tengo un mango. ¿Cómo hago? Listo, voy a hacer que este contenido dure hasta llegar al 1 de junio. Como sea, tiene que seguir…”. Hice de todo, como 400 contenidos que tenían que ver con eso. Y logré viajar. Una marca me pagó el viaje, le pedí a mi jefe una licencia sin goce de sueldo, le expliqué que estaba cumpliendo un sueño y lo entendió. Hoy no es mi jefe, es mi amigo.

—Y no volviste nunca más…

—Claro.

—¿Cómo fue explicarle a tus papás que dejabas un trabajo estable para irte a generar contenido?

—Y… pasa que a mí me agarró esa etapa donde yo ya vivía solo con mi pareja. Me la estaba recontra bancando solo con un hijo, ganando $2,50. A la hora de dejar el trabajo, no les gustó, pero me bancaron. Igual, están acostumbrados. Siempre arriesgué. Dejé un laburo para hacer lo de la magia y de pronto no me llamaba nadie. Me había mandado a hacer tarjetas…

—En un momento fue muy doloroso para todos cuando te tildan de mufa.

—Uy, sí. Ese es un capítulo muy oscuro que hace poco lo viví de vuelta en el Mundial de Qatar, en el primer partido. Rusia 2018 había sido un infierno. Me agarró un poco más del lado de la inexperiencia, de estar por primera vez ahí. Tenía mucha audiencia, mucha gente que hablaba bien y hablaba mal de mí. Lo manejé como pude, que básicamente fue prender el celular y hablarles.

—Le fuiste encontrando distintos tonos. En algún momento te reíste, lo minimizaste.

—Al principio lo sufrí y me mostré 100% real. Le di mucha entidad. Tal vez no tendría que haberle dado tanta bola. Pasa que era demasiado. Eso fue en el 2018 y después pasaron esos cuatro años donde fui buscándole la vuelta para no tener tantas críticas o ese hate totalmente absurdo. Y dije: “Bueno, me voy a reír de esto”. Entonces, hacía un chiste con lo de mufa. Le deseaba suerte a alguien que quería que perdiera y mucha audiencia se reía. Pero me decían: “Che, no le des entidad porque esto te va a repercutir el día que te quieras despegar”. Y sucedió eso. Yo creía que riéndome un poco de eso, iba a bajar la espuma...

—Le quiero dar seriedad porque es horrible. Vos recibiste amenazas espantosas y hasta llegaron a amenazar a tu hijo.

—Sí, fue una locura. Hasta Qatar lo fui llevando con la risa, pero se seguía manteniendo de alguna u otra manera. Y en Qatar explota con el primer partido porque, claro, jugamos con Arabia Saudita, que vos decís: “Tenés que ganar”. Pero te dan vuelta el partido de la nada, con dos goles de otro partido, y quedamos todos sin entender la situación. Y bueno, mala suerte. Hay una cámara que me enfoca en uno de los partidos. ¿Y para qué? La agarraron en Twitter y listo... Se viralizó de tal manera que gente que no sé de dónde salió ha hecho locuras, como las amenazas a mi persona.

—¿Hiciste alguna denuncia?

–Sí, obvio. Avanzaron y están en proceso, con mi abogado, que es (Fernando) Burlando. Se fue de las manos. En un momento dejó de ser el meme de Twitter y pasaron a llamar por teléfono a mi pareja, a tocarle el timbre a mi papá. Empezó una presión de verdad y yo estaba en Qatar.

—¿El tema se terminó? ¿O siguen?

—Se terminó, aunque alguno que otro sigue jodiendo en Twitter. Pero yo me quedé en el Mundial y salimos campeones. No me pueden decir nada más, chicos…

—¿Te quedaste hasta el último partido?

—Hasta el último. Hasta el último segundo. Y ya está.

Junto a Ariana y Benjamín (Foto: Instagram)
Junto a Ariana y Benjamín (Foto: Instagram)

—Ariana te bancó en todas.

—Todas. Estamos juntos desde los 13 años, desde los 12 que está declarado el amor.

—¿Cómo fue esa declaración de amor?

—Es muy cursi. Yo ya iba a este colegio desde muy chiquito. Ella entró en primer año de la secundaria y a la semana yo ya estaba re declarado. Ella estuvo un año y medio sin darme bola. Yo era un pesado. Le llevaba flores, le escribía cartas. Hice literalmente de todo. Le escribía en las cartas que íbamos a tener un hijo y que se iba a llamar Benjamín. Te lo juro.

—¿Primer año de secundaria?

—Era muy loco lo que me pasa con ella. Yo sabía que con esta chica tenía algo que era mágico. Y le dije: “Vamos a tener un hijo que se llame Benjamín”. Y lo tenemos.

—¿Se gana bien hoy con las redes?

—Sí, se gana bien.

—¿El canje más bizarro que te ofrecieron?

—El más bizarro... Me agarraste desprevenido. No me olvido más del primer canje: una mochila. La trajeron al estudio jurídico. Me dijo: “Te quiero dar una mochila de mi marca”. Y yo le dije: “¡Bienvenido, rey! Pero vení, traeme dos..”.

—Te debe pasar que vas a comer a algún lugar y te piden: “¿Te traigo el flan y me hacés una historia?”. Te lo dicen porque la están remando en una Argentina re difícil, pero ese es tu laburo y tampoco podés darle una mano a todo el mundo porque saturas. ¿Qué haces?

—¿Te digo la verdad? Mucho no me pasa. Se lo agradezco a Dios porque es una situación muy comprometida. Yo tengo planificado mi contenido. Y si bien subo un montón de boludeces, un montón de cosas para divertir a la audiencia, es mi laburo. Y ese contenido es esencial. Si yo le subo a mi audiencia un chivo de acá, un chivo de allá, otro chivo, la gente no quiere y pasa de largo. Y si pasa de largo, yo pierdo. Y si pierdo, bajo. Y si bajo, pierdo el laburo. Y todo por tu flan mixto. Las pocas veces que me tocó pasar por eso, la supe dibujar o he subido la historia. Pero es difícil. Y es absurdo. Tengo todo programado, o sea, tengo que subir una marca que me pagó, que tal vez es de gastronomía, y al lado subo una historia “en lo de Pepito”, comiendo el flan mixto…

El Chapu Martinez en Infobae con Tatiana Schapiro
El Chapu Martinez en Infobae con Tatiana Schapiro

—¿Cómo nace la ficción?

—Estoy enamorado de eso. Es mi bebé, es un nuevo mundo. Siempre me despertó curiosidad el mundo de la actuación. Mi pareja es actriz, sin ir más lejos. Y teníamos pensado hacer una obra este año, pero finalmente no se pudo. Y ahora tengo una pelea. De pronto, estoy aprendiendo boxeo, estoy haciendo un montón de cosas al mismo tiempo. Pensé ¿Cómo hago para que en este lapso de tiempo, que son cuatro o cinco meses, mi contenido no sea solo entrenando?. Dije le quiero dar algo distinto a mi audiencia. Ahí surgió Samir Vittar, que es el director de esta gran obra de arte. Y la ficción se fue dando de a poquito.

—¿La pelea estaba desde antes?

—Claro. Cuando se confirma, digo: “¿Cómo hago mi camino a la pelea? ¿Va a ser un blog entrenando? Si va a ser un blog entrenando, ¿Voy a mostrar videos? ¿Y qué más?”.

—Hay actores grosos.

—Mal. Está Roly Serrano, Carlos Portaluppi y vino ahora Inés Palombo, al último capítulo.

—¿Y por qué vas a pelear?

—Más allá de que me sirve a nivel laboral, es una gran vidriera. Se dice que será el stream más visto de Latinoamérica. Promete más de un millón de viewers. Eso me sirve para la exposición y para permitirme seguir laburando de lo que me gusta: crear contenido. Habrá siete peleas. La mía es la cuarta. Peleo contra La Cobra, un streamer muy conocido.

—Y van a pelear de verdad…

—¿Vos sabés que hay mucha gente que me lo pregunta? Me dicen: “Está todo armado, todo show”. Y digo: “¡¿Qué todo show?!”. Yo me estoy matando. Entreno todos los días, ya no sé quién soy… Nos vamos a poner los guantes, nos vamos a poner un cabezal y una vez que suene la campana, vamos a ir por la gloria. Es una pelea.

—Aunque no le importe a nadie por quién haga fuerza, yo voy a estar hinchando por vos.

—Y te voy a traer la copa. Digo, el cinturón.