Dani La Chepi con María Laura Santillán: “Estuve al borde de la muerte muchas veces”

La Chepi y su costado más íntimo: la anorexia nerviosa, el ACV de su papá, la familia dividida, cómo superó el alcoholismo, el novio que conoció por la ventana en cuarentena, la culpa a flor de piel, por qué dice su hija Isabella le salvó la vida

Compartir
Compartir articulo
Maria Laura Santillan con Dani La Chepi

Se llama Daniela Viaggiamari, pero la conocemos como La Chepi. Es actriz, es comediante, es cantante, es conductora de TV. Hoy conduce “El juego de la oca”. Pero el éxito y la fama llegaron de la mano de su trabajo en las redes sociales. Hoy es influencer. Sólo en Instagram tiene más de 3 millones y medio de seguidores. Ganó el Martín Fierro de Oro digital, es una gran figura de estos tiempos.

— Qué sé yo, yo no me veo así. Algunos dicen que no soy consciente, para mí figura es otra cosa. Messi. Di María. Freddie Mercury. Mozart. Los Beatles. Los demás somos jugadores, corredores de la cancha.

— ¿Querés que te presente de nuevo?

— No, está bien, me encantó igual.

— “No es una figura pero…”

— (Risas). No, no, me gusta. Me gusta que lo digas vos.

— ¿Por qué trabajas tanto todo el tiempo? ¿Es adictivo o es necesario?

— Las dos cosas. Adictivo y necesario. Ahora es necesario económicamente, por situaciones familiares, por mi hija, por crecer. Y por adicción al laburo, no puedo decir que no. Desde hace 3 años estoy laburando bien. Pero ese miedo a que se corte, a que no esté más, esta cosa familiar de “guardá que mañana no va a haber”, o “este país se va a la mierda, acá nadie va a tener nada”. Desde Alfonsín yo escuchaba a mi papá decir eso.

— La historia del país.

— Claro. Yo lucho todo el tiempo con eso, con tratar de darme algún gustito. El otro día me compré un reloj. Lo primero que sentí es “no sé si salía lo que pagué”. Y mi novio me dijo “Dani, hablamos de mimarte un poco, de darte un premio”. Pedirme un delivery por ejemplo, para mí es un premio.

— ¿Te cuesta?

— Sí. Viviría a delivery si fuese Wanda porque no me gusta cocinar. Pero siento esa cosa de… Si tenía una milanesa en la heladera, ¿por qué no hice la milanesa? ¡Uy, mil pesos! Mil pesos hoy no son nada. Pero si estás en contacto con un montón de realidades sabés que mil pesos para otra persona es muchísimo. Entonces se me hace un quilombo en la cabeza. Soy esa clase de persona que siente que no merece lo que le está pasando y todo el tiempo espera el fracaso. “Ya se van a dar cuenta que yo no merezco estar en ese lugar”. Cuando le compro un juguetito a mi hija me dice “mami, ¿no fue caro?”. Te lo mereces, te lo mereces. Y se lo repito y se lo repito. Que no le pase lo mismo que a mí.

Maria Laura Santillán con Dani "La Chepi"

“YO TENGO ANOREXIA NERVIOSA, NO SOY SANA”

— Instagram es una red social que muestra lo lindo pero vos te vas animando a hablar de otros temas.

— No hablo de algunas cosas por respeto a mi hija. Es una nena de 8 años que entiende, me parecería muchísimo que vaya al colegio y le digan “así que…”. No. Entonces de eso no hablo. Por ejemplo, mi papá tuvo un ACV hace 9 años y me encantaría mostrar que hay un montón de personas a las que les pasa lo mismo, que están presas de su propio cuerpo y que sufren, acompañar desde ese lugar. Pero es una falta de respeto para mi papá. Hoy está como él detestó toda la vida estar. Me parecería desagradecido de mi parte exponerlo a él destruido. Hay muchas cosas de las que no hablo, sí. A veces digo “una amiga” y soy yo la que quiero decir algo. Pero sí, me animé en algunas notas a contar.

— ¿En las redes es distinto?

— Mi red es una red para reírse, para divertirse. Una vez hablé de la vacuna, dije que mi vieja se agarró la ómicron en España, y por suerte tenía las tres vacunas, y me vinieron todos los anti vacuna encima. Qué loco no poder hablar.

— Te reís mucho de tu cuerpo.

— Todo el tiempo, sí. Porque yo tengo un mambo con mi cuerpo entonces mi manera también de acompañar a la que está del otro lado que tiene un mambo con su cuerpo es reírme. Y desde la risa también despertar a algunas adolescentes que me ven y me dicen “¿tenés 42? Ojalá tuviera 42 y fuese así de flaca”. Y yo les digo que tengo anorexia nerviosa. O sea, no soy sana. Entonces, “ojalá que a los 42 estés como yo, sino sana”. Quizás desde el humor le digo a la piba que está del otro lado que se ponga la bikini que todas tienen celulitis. Porque hay un estereotipo que se armó. Lo feo y lo lindo es relativo. Me parece que estaría bueno blanquear que no todos los dientes son perfectos. Hay dientes torcidos como los míos.

— No están torcidos. Te das con un caño.

— Pero están torcidos. Tengo la mordida invertida. No lo estoy diciendo para que digan “ay, tus dientes son hermosos”, sino que existe otra realidad. Digamos “che, estoy usando un filtro en la foto”.

"Hay un estereotipo que se armó. Lo feo y lo lindo es relativo"
"Hay un estereotipo que se armó. Lo feo y lo lindo es relativo"

“SOY CATÓLICA PERO CREO EN TODAS LAS RELIGIONES”

— Te veo en redes limpiar la casa de “malas energías”. ¿De dónde viene eso?

— Todo el día. Yo soy re mi vieja. La fascinación que tengo por la limpieza, por las energías, por rezar. Soy muy de rezar. Soy muy creyente, soy católica pero creo en todas las religiones. Yo escucho una radio con un pastor que me parece un capo, no sé si es evangelista pero está bueno lo que dice.

— ¿Qué dice el pastor que está bueno?

— Por ejemplo; -tú que estás del otro lado yendo a buscar esa meta, porque sin metas la vida sería una vida aburrida-, y yo digo sí, re. ¡Aleluya! (risas) No soy evangelista, me fascina escuchar a la gente que hace las cosas con pasión. Después la pifió cuando hablo de sexo y cambié.

Junto a su hija Isabella revolucionaron las redes sociales (@danilachepi)
Junto a su hija Isabella revolucionaron las redes sociales (@danilachepi)

— ¿Y cada cuánto limpias la casa de “malas energías”?

— Ah, una vez por semana. Te prendo la vela, todo.

— ¿Por qué?

— Yo soy muy cabulera. Son unas bolas que prendes en la hornalla y llenás todo de humo, mi hija lo odia, me dice “ya empezaste con París del Conurbano”, negro todo. No sé, es creencia, hay gente que no cree. Mi viejo no creía en nada. Y así está mi papá, porque no creía en nada. Creo que está enfermo porque perdió la fe en él y por eso no pudo curarse. Conozco casos iguales a los de mi viejo en silla de ruedas o con muletas, o por lo menos sin la traqueo para que se pueda comunicar. Mi viejo no. Un tipo que todo el tiempo estuvo muy cercano a la muerte, a la depresión, a perder la fe en él. Yo creo en mí. Mi viejo no creía en él. Y así está. Y lo digo con mucha tristeza.

— ¿Cómo hacés para hablar con él? ¿Te escucha?

— Sí, te escucha. Te entiende. Eso es lo peor, que te entiende, que te escucha y que no puede decir nada. Solamente mueve el dedo izquierdo y te hace así o así. Y nada más. Sí abre los ojos y se ríe de costadito cuando yo le cuento cosas. Es muy triste. Yo me enfermé y estuve al borde de la muerte muchas veces, no elegí enfermarme, me pasó. Pero está comprobado científicamente, que tu energía, tu voluntad y tus ganas de vivir pueden por lo menos alivianar el proceso.

Dani "La Chepi": "No podía hacer nada si no tomaba una botella de vino"

“CUANDO A MI PAPÁ LE DIO EL ACV YO ME QUERÍA MORIR LITERALMENTE”

— ¿De qué te salvaron las ganas de vivir?

— De matarme. Cuando a mi papá le dio el ACV yo me quería morir literalmente. No encontraba razón para seguir. Dije “listo, se me acabó el mundo”. Si Alberto no habla más yo ya estoy perdida. Quedé embarazada tres días antes de que a mi papá le diera el ACV y yo le diera la noticia. Y me salvó mi hija. Y dije “tengo que seguir para adelante”. Yo digo que ella es mi motor y me corrigen “no, vos sos tu motor”. Sí, es cierto, pero los hijos… Isa me mira y listo, vamos. Por la nena y por mí.

— Vi que deseaste a tus seguidores una feliz Navidad de la mano de tu papá, ¿él está presente todo el tiempo?

— Mi viejo está presente todo el tiempo y se las ingenia para estar en los peores y mejores momentos. Es algo increíble. El día del estreno en el teatro El Nacional con 1.200 personas, me llamaron por teléfono antes de subir al escenario “a tu viejo le dio una hemorragia interna”. Estrené mi libro en la Feria del Libro, a mi viejo le dio no sé qué. Y al otro día está bien. Yo elijo creer que es una manera de decirme “yo estoy, acordate que estoy acá”. Mi papá, todo el tiempo presente. El 24 yo no festejo. Salí de la clínica, apagué todo en mi casa y me acosté a dormir a las nueve y media de la noche. Si está Isa en casa armo árbol, me disfrazo de Papá Noel y te hago la fiesta. Pero cuando no está Isa no tengo nada que festejar.

— ¿No festejas porque está enfermo tu papá?

— Porque la familia está dividida. Porque se enfermó mi viejo y mi hermano más chico que era como mi otra mitad, Marcos, se fue a vivir a España. Mi otro hermano se fue a Chile con su mujer y allá tuvo sus dos hijos. Mi mamá y yo estamos solas acá, y en las navidades mis hermanos tratan de llevarla y me quedo sola con Isa. Y si Isa está con su papá, persianita y a dormir.

“METIMOS SEXTING, VIDEO. TODO HICIMOS”

—Hay un novio que conociste por la ventana. Es una gran anécdota.

— El hater está ya comentando “que insoportable, siempre hablando de lo mismo”. Estábamos en plena pandemia, Isa abre la ventana para aplaudir a los recolectores de basura. Decía “¿por qué se aplaude solamente al personal de salud? ¿No aplauden a los recolectores, no aplauden al chino de la vuelta, no aplauden al del supermercado?”. Y tenía un poco de razón, ¿no? Ella salía sola, “¡Bravo!” decía cuando pasaban. Para los chicos el camión de basura es inmenso, son héroes. Y empezamos a hablar con los peones, que son los que corren atrás que tiran las bolsas, lo que hacen es increíble, hacen crossfit. Con Danielito y con Ezequielito.

— ¿Y de qué se charla? Ellos están corriendo y vos en la ventana. ¿Qué les decías?

— Hablábamos de la vida, de las cosas que hablas con cualquier vecino. Pasaba otro camionero antes. Y a Javi, mi novio, lo cambiaron a este recorrido muy poco antes de la pandemia. Javi se bajó del camión para saludar a Isabela. Y cuando se bajó dije “upa, cosa hermosa”. ¿Viste que el barbijo a algunos nos salva la vida en algunos momentos? ¿Qué habrá debajo del barbijo? Y un día le dije: “che, te quiero ver la carita pa, no te conozco”. Eh! Mirá qué lindo el Javi. Arrobame, me dice.

— Él era el chofer, ¿verdad?

— Claro. Y el arroba y empecé a stalkear, a mirar tipo detective si estaba separado, si era verdad que tenía tres pibes. Si vivía en Ituzaingó. Ya me comí muchos garrones. Ahí empezamos a hablar y a la semana yo le tiré “te extraño”. Muy intensa ella. Muy.

— ¿Por qué?

— Porque lo extrañaba, era mi único contacto con la realidad.

A Daniela Viaggiamari la conocemos como La Chepi
A Daniela Viaggiamari la conocemos como La Chepi

— La pandemia y la cuarentena.

— La cuarentena, hay gente que se ha arreglado con su ex, que ha llegado a volver a convivir. Estaba Isa y cuando se dormía, ahí chateábamos. Y metimos todo, metimos video como decía el presidente, sexting, todo. Todo hicimos. Y hasta que un día dijeron que se podía salir a pasear. Y metimos plaza y me lo chapé. Y ahí me enamoré. Pero ya había pasado todo antes de encontrarnos.

— ¿Qué significa “ya había pasado todo antes de encontrarnos”?

— Nuestro cuerpo. Algo que yo en mi vida había hecho.

— ¿No te dio miedo que se viralizaran imágenes con un casi desconocido?

— ¿Sabes que? Hago diez historias y lo digo. No, no iba a pasar. Pero aparte era en vivo, o sea, salvo que él ponga a grabar pantalla… No, era ao vivo, llamada por WhatsApp.

— Salió bien.

— Salió bien y fue una experiencia diferente. Yo me animé a muchas cosas en pandemia. Entre ellas ésta. Y ahora estamos re enamorados. Tenemos nuestros altibajos, de los que no hablo en las redes sociales. No voy a contar qué nos pasa, cuáles son nuestros problemas. También es la privacidad de su familia, él es papá de tres pibes de dos mujeres diferentes. Tiene sus quilombos, yo tengo los míos. Entonces son cosas que cuando uno cuenta eso involucra a otras personas y ahí no me parece justo.

A Javier lo conoció en la pandemia (@danilachepi)
A Javier lo conoció en la pandemia (@danilachepi)

— ¿Sigue manejando el camión?

— Obvio. Cambió de horario. No maneja más a la noche, lo cambiaron a la mañana que es lo que él venía pidiendo hace años. Así que su exposición fue favorecedora (risas).

— ¿Te aparecen pretendientes en Instagram?

— Yo no tengo un público masculino. Las estadísticas marcan que tengo 16% de varones y el resto mujeres.

— Si tenés 3 millones y medio de seguidores, el 16% son muchísimas personas.

— Sí claro, son muchísimas. Pero no hablo de fútbol, no subo videos de autos, yo soy mamá. Hay tipos que me siguen pero ninguno me tiró onda. Y si me tiran onda pongo: gracias capo. ¿Sabes cuáles son los mensajes? “Me hacés cagar de la risa”. “Qué bueno que te muestres así”. Elogios. No es sexual el comentario. Y eso está buenísimo.

— En quién te inspiraste para hacer a la mujer tóxica? (risas).

Todos en algún momento de nuestra vida somos tóxicos. No sólo con la pareja, con un amigo, con un hijo, con el trabajo. Pero me inspiré en una persona muy allegada a mí, que no voy a nombrar, que me pidió el teléfono de un amigo mío que maneja drones, para mandarle un dron en pandemia al novio y ver si realmente estaba adentro de la casa. Una cosa que es ilegal. Es muy tóxica. Yo lo dramatizo y trato de hacerlo humorístico. Pero siempre digo, ella es todo lo que no está bien. Hay muchas personas así, a veces uno es tóxico sin darse cuenta. Me matan los comentarios de las pibas cuando me ponen “pucha, cada vez que veo tus videos me doy cuenta que algo de esto tengo”. Desde el humor también podés dar una bajada de línea.

— Tu personaje suena familiar. Todos conocemos personas que tienen ese nivel de intensidad en sus relaciones.

— Sí, sí. Existen varones así. Hay novios de personas conocidas mías que ves en esa reunión de amigas. Un chabón ahí sentado en la mesa mientras nosotras estamos hablando de flujo vaginal, ¿tiene que estar el novio ahí presente? O esas parejas siamesas que hacen todos juntos…Y decís “dale, vamos al cine solas. No, pero le pregunto a Fer”. Ay, dejame en paz. Yo soy todo lo contrario. De hecho a veces Javi me reclama, porque soy hasta por momentos medio fría. Pero para amar no hay que perder la libertad, para mí eso no se llama amor, dice Turf. La libertad tiene que estar en primer lugar en una pareja. Después el respeto y todo lo demás. El respeto por el límite de la vida del otro, su trabajo, sus amistades, su familia, su manera de ser padre, su manera de ser madre.

Durante la entrevista conversamos sobre su vida más íntima
Durante la entrevista conversamos sobre su vida más íntima

— Otra sección muy divertida es “El tutorial que nunca nadie pidió”.

— A veces dicen que me burlo de los demás. No me burlo, yo sigo a muchas amigas mías maquilladoras. Y la tienen clarísima. Yo soy patética peinándome, maquillándome. Estoy arriba de un escenario desde los 16 años. Al principio yo era Beatriz Salomón, que Dios la tenga en la gloria a Beatriz, pero me maquillaba así, muy 80, era una de las de Olmedo. No sabía, no me salía. Y ahora? Me sigue no saliendo. Hay un montón se siente identificadas y me dicen que son patéticas también.

— ¿Por qué estás siempre dando explicaciones? Por ejemplo, que no quisiste ser agresiva con algo que dijiste.

— Culpa. La culpa. Todos queremos que todos nos quieran. Yo no quiero lastimar a nadie, no quiero que se malinterprete algo y ganarme el odio de esa persona o cómo dicen ahora, esa cancelación. Entonces todo el tiempo trato de esforzarme para que vean que esto es humor. A veces me rompe los huevos y digo, ¿tengo que subtitular que estoy haciendo un chiste? Porque a algunos varones no les piden la explicación, pero a las mujeres sí.

— Y las das.

— Y soy una boluda que las da, sí. Hay veces que me calmo y digo “el que lo entiende lo entiende y el que no,no”. Porque no estoy faltando el respeto. Y si lo hice recontra pido disculpas.

— ¿Cuántas veces haces terapia por semana?

— Nunca, casi nunca. Sí, tengo que hacer más. Igual lo hago desde chiquita. La terapia me salvó la vida, literal. Pero hay cosas que no se cambian de un día para el otro. Para mí la gente puede modificar cosas, pero cambiar la esencia no cambia.

"Me fui animando de a poquito a hablar de los excesos"
"Me fui animando de a poquito a hablar de los excesos"

“NO PODÍA TENER RELACIONES SEXUALES SIN TOMAR”

— ¿Cómo fue que te decidiste a hablar sobre tu adicción al alcohol?

— Me fui animando de a poquito a hablar de los excesos. Y un día en el programa de Andy (Kusnetzoff) hablé. Yo estuve hasta medicada por mis excesos con el alcohol durante años. Siempre viví de noche porque trabajé en eventos desde chiquita. Eventos, eventos, eventos. Empecé por una excusa, un acontecimiento de mi vida y empecé a tomar. Y después no podía hacer nada si no tomaba. Todo era tomando. No podía tener relaciones sexuales sin tomar. Pero no un vaso de vino, tomarme una botella de vino. Hasta que yo no estuviese en pedo no podía tener relaciones. Y en un momento me vi en peligro. Estaba viendo V de venganza, la película de Natalie Portman. Ella se pela, y yo flasheé que tenía la cara de Natalie Portman del pedo que tenía, claramente. Venía de hacer temporada con Iliana Calabró en Mar del Plata, con toda las cortinas, extensiones, yo muy vedette y me arranqué todo, me empecé a sacar, a sacar, a sacar con la tijera, me pelé y me fui a tatuar. Cualquiera. Y un día mirándome en el espejo dije “son las cuatro de la tarde y estás borracha en pantuflas en tu casa con el perro pidiéndote salir a hacer pis”. No podía ni mantenerme en la medianera. Y dije basta. Y llamé a una psicóloga, Cecilia, que me salvó la vida. Fui a una psiquiatra, me medicó y tomé muchos años medicación.

— ¿Qué es “muchos años”?

— Y, cuatro, cinco años me dieron con todo. Mi ánimo era una inestabilidad constante. Hasta que un día conocí al padre de Isa. Yo seguía tomando un poco, no tanto, y quedé embarazada y desde ese día no existió más nada. No existió más. De hecho cuando lo conocí a Javi él me trajo un vino y tenía mucho miedo yo de abrir ese vino. Y cuando pude tomar un poco lo disfruté pero porque estaba con él. Pero ya no es como antes que me gustaba el vino. No me gusta, no puedo ni siquiera un trago. Cuando fui a los Martín Fierro pedí un campari, lo tomé y me empezó a doler la panza. Encontré cómo canalizar eso que me pasaba, y que me sigue pasando. Es mejor hablarlo en terapia que esconderlo tras el alcohol, o las drogas o lo que sea. Me parece que era de cobarde que tomaba ¿no? Por eso vuelvo a traer a mi papá todo el tiempo. Un día me dijo “yo sé que está mal tomar pero no puedo evitarlo porque es mi momento”. A mí me pasaba lo mismo y dije “no quiero ir camino a mi papá”. Quiero ir contra eso. Para algo le pasó lo que le pasó. No digo que cambié porque para mí la gente no cambia. Pero sí modifiqué muchas cosas.

— Yo creo que ya estás lista para dictar seminarios.

— (Risas) No, yo voy a abrir una iglesia y me hago una religión con mi nombre. No, yo no sé nada, yo hablo de mí. Pero sí aprendo mucho escuchando. Me gusta muchísimo escuchar.

— A mí también, pero se nos acabó el reportaje hace un montón de tiempo (risas).

— Lo sabía. Hace como una hora. Charlemos nosotras.

— Se nos acabó el reportaje hace un montón de tiempo
— Lo sabía. Hace como una hora. Charlemos nosotras
— Se nos acabó el reportaje hace un montón de tiempo — Lo sabía. Hace como una hora. Charlemos nosotras

Fotos de Franco Fafasuli

SEGUIR LEYENDO: