Sin duda alguna, la agricultura es una de las actividades económicas que se practica desde tiempos inmemoriales, cuando los humanos comenzaron a cultivar para su subsistencia y que ha evolucionado significativamente desde su origen hasta nuestros días.
Las etapas
- PRIMERA REVOLUCIÓN
Alrededor del año 10 mil a. C., los humanos comenzaron a cultivar, marcó la transición de un estilo de vida nómada a asentamientos fijos, debido a la necesidad de contar con una fuente constante de alimentos mediante el cultivo de los campos.
- SEGUNDA REVOLUCIÓN
Consistió en la reorganización de las tierras de cultivo entre los siglos XVII y XIX. Se produjo un aumento gradual del tamaño de las explotaciones agrícolas, lo que condujo al desarrollo de la rotación de cultivos y a mejoras técnicas en el arado para aumentar su eficiencia, aunado a que comenzaron a adquirir valor comercial.
- TERCERA REVOLUCIÓN
Comenzó alrededor de 1910 y se centró principalmente en la productividad y la eficiencia. Se logró la mecanización agrícola, los fertilizantes y pesticidas químicos, el aumento exponencial del rendimiento agrícola promedio, la ganadería y el almacenamiento industrializado.
No obstante, tales avances la han llevado a convertirse en un proceso altamente industrializado, centrado en el aumento constante de los rendimientos, a la vez que se ha descuidado, cada vez más, el impacto ambiental.
Nueva visión
Las nuevas invenciones tecnológicas, en particular la inteligencia artificial, robots, Apps, Internet de las cosas, trazabilidad de bloques y drones permitirán lo que desde ahora se denomina como “Agricultura 4.0″ o la Cuarta Revolución Agrícola, la cual contribuirá en los procesos que intervienen en dicho ámbito como la siembra, la recolección de cultivos, el deshierbe, la ordeña del ganado, la administración de agroquímicos, entre otras tecnologías específicas.
La edición genética para generar cultivos de mayor rendimiento y resistentes a enfermedades, así como las granjas verticales y la carne sintética cultivada en laboratorio, son algunos ejemplos de tecnologías específicas para tal fin, que en algunos lugares ya se llevan a cabo.
La esperanza es que estos sistemas futuristas puedan usarse para combatir la crisis alimentaria mundial, reduciendo las consecuencias ambientales de la agricultura a gran escala que hoy conocemos y que permitieron que la producción mundial de alimentos se cuadruplicara, en gran parte gracias a la tecnología y la expansión del comercio, pero no dio lugar a mejores resultados para los productores, los consumidores o el medio ambiente.
El reto, la reacción
El principal cuestionamiento, no es si las tecnologías nos ayudarán a producir más alimentos, sino saber tienen el potencial de cambiar el modelo actual a un sistema más inteligente que pudiera mejorar las condiciones de los productores, consumidores y el planeta.
Sin duda, las tecnologías disruptivas podrían ayudar a una agricultura más justa y consolidada.
Por supuesto que cualquier cambio de paradigma trae consigo desequilibrios de poder, pero algo en lo que quizá no han pensado aquellos que tienen el capital y las herramientas para transformar el sector, es la opinión de los consumidores, en cómo percibirá la edición de ADN, la agricultura robótica y la carne cultivada en laboratorio, los efectos ambientales, médicos y genéticos para su especie y el planeta.