Cuál fue la relación que “La Tigresa” mantuvo con Adolfo Constanzo, líder de Los Narcosatánicos

A finales de los años 80′s fue descubierta una célula delictiva cuyos crímenes conmocionaron a opinión pública nacional e internacional por su brutalidad y relación con cultos satánicos

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Expedientes sobre el caso vincularían a la fallecida actriz con uno de los grupos delictivos que atemorizó a la sociedad mexicana en la década de los 80's (Infobae México/ Jesús Aviles)
Expedientes sobre el caso vincularían a la fallecida actriz con uno de los grupos delictivos que atemorizó a la sociedad mexicana en la década de los 80's (Infobae México/ Jesús Aviles)

El pasado primero de marzo, el mundo del espectáculo en México se vistió de luto luego de que la Asociación Nacional de Intérpretes confirmara el sensible fallecimiento de la actriz Irma Serrano, mejor conocida como “La Tigresa”. A los 89 años de edad y con una amplia trayectoria artística, la reconocida vedette falleció en un hospital de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, ciudad en donde pasó sus últimos días de vida.

Multifacética y controversial, “La Tigresa” se consolidó como una popular personalidad en la esfera pública de México no solo por su participación en múltiples proyectos para la televisión, el cine y el teatro sino también por su paso en la política.

Pese a ello, recientemente trascendió que su éxito pudo no estar basado únicamente en su talento y personalidad, pues investigaciones ministeriales la relacionaron con un peculiar y polémico culto oscurantista que cobró relevancia a finales de los años 80′s: Los Narcosatánicos.

El éxito de "La Tigresa" podría haber estado relacionado a su vínculo con Adolfo Constanzo, mejor conocido como "El Padrino" (Especial)
El éxito de "La Tigresa" podría haber estado relacionado a su vínculo con Adolfo Constanzo, mejor conocido como "El Padrino" (Especial)

En un meticuloso reportaje que la periodista Laura Sánchez Ley publicó recientemente en Milenio, se ahondó en el polémico caso de Los Narcosatánicos, una célula delictiva que generó terror e intriga entre la sociedad mexicana a finales de la década de los 80′s.

La célula criminal que encabezó Adolfo Constanzo -quien era mejor conocido como “El Padrino”- cobró relevancia por sus atroces rituales que contemplaban el sacrificio de humanos y animales, hasta que fueron descubiertos tras la desaparición de un estudiante estadounidense de 21 años llamado Mark Kilroy.

No obstante, antes de que Los Narcosatánicos entraran al radar de autoridades mexicanas y estadounidenses, Adolfo Constanzo se relacionó con figuras de alto renombre del entretenimiento y la política en la capital mexicana, en donde ganó popularidad por los trabajos que realizaba de santería, específicamente de Palo Mayombe, una peculiar creencia que su madre de origen cubano le enseñó.

Constanzo fue bautizado por la religión católica y laboró como monaguillo, pero también acompañó a su madre a viajes a Haití para aprender sobre el vudú haitiano. González era una sacerdotisa de la religión conocida como Palo Mayombe, desarrollada por esclavos de África Central que fueron llevados a Cuba (Fotoarte: Steve Allen)
Constanzo fue bautizado por la religión católica y laboró como monaguillo, pero también acompañó a su madre a viajes a Haití para aprender sobre el vudú haitiano. González era una sacerdotisa de la religión conocida como Palo Mayombe, desarrollada por esclavos de África Central que fueron llevados a Cuba (Fotoarte: Steve Allen)

Los conocimientos que “El Padrino” adquirió de diversas creencias fueron combinadas para practicar un culto en el que incluso figuró la adoración a Satanás, hecho por el cual tras descubrirse sus crímenes tanto él como sus simpatizantes serían denominados por la prensa como Los Narcosatánicos.

En las más de 8 mil páginas de expedientes que consultó la periodista Laura Sánchez Ley se constata que a inicios de los años 80′s el nombre de Adolfo Constanzo comenzó a resonar en las calles de Zona Rosa, en la colonia Juárez de la Ciudad de México al ser calificado como un hombre que leía las cartas excepcionalmente.

“El Padrino”, de nacionalidad estadounidense y cubana se hizo buena fama en el epicentro LGBT+ de la capital mexicana y gracias a eso, figuras de alto renombre comenzaron a sentirse atraídos por su místico trabajo. Desde políticos que buscaban ganar elecciones, hasta actrices que querían conseguir protagónicos en la televisión o belleza eterna comenzaron a visitar al Adolfo Constanzo para sus trabajos, siendo Irma Serrano, “La Tigresa”, una de las solicitantes de sus servicios, según da cuenta la investigación publicada en Milenio.

Aunque el tipo de trabajo que “El Padrino” realizó para “La Tigresa” no es mencionado en la entrega, otro de los nombres que destacan en la investigación es el del estilista Alfredo Palacios, a quien se presume le realizó un “trabajo de amor”.

Los crímenes de "Los Narcosatánicos" fueron descubiertos en un rancho en Matamoros, Tamaulipas (Especial)
Los crímenes de "Los Narcosatánicos" fueron descubiertos en un rancho en Matamoros, Tamaulipas (Especial)

Con el paso de los años, Adolfo Constanzo pasó no solo de hacer trabajos de “limpias” o “lecturas de cartas” sino que incluso incurrió en hechos delictivos como la extorsión y el tráfico de drogas. Sin embargo, presumía de gozar de impunidad en los constantes viajes que realizaba al norte del país, específicamente a Matamoros, Tamaulipas.

El 11 de abril de 1989, autoridades estatales de Tamaulipas descubrieron en el Rancho de Santa Elena en Tamaulipas tétricas escenas que dejaron a su paso los sangrientos y atroces rituales de Adolfo Constanzo y sus simpatizantes.

Calderas con un cerebro humano, cabezas de cabras, tortugas, patas de pollos, monedas, sangre de animales, fueron algunos de los objetos que autoridades descubrieron en el predio, no obstante, el grupo de Los Narcosatánicos logró escapar a la Ciudad de México, en donde se mantuvieron ocultos en un inmueble de la Alcaldía Cuauhtémoc.

Tras seguir la pista de los múltiples asesinatos, la policía capitalina dio con el departamento en el que se encontraban ocultos, el cual se ubicó en la calle Río Sena de la colonia Juárez, a tan solo unas cuadras de la Avenida Paseo de la Reforma.

Los oficiales fueron recibidos con una lluvia de balas y a casi una hora después de desatar una balacera con uniformados capitalinos, el líder del culto comenzó a quemar dinero y a lanzarlo por las ventanas del inmueble pues aseguró que si ese dinero no era de él, no sería de nadie.

Una vez que “El Padrino” se sintió acorralado ordenó a uno de sus cómplices asesinarlo antes de que la policía lo detuviera. Aunque ese fue el final de Adolfo Constanzo, la historia de sus atroces crímenes continúa generando gran intriga entre la opinión pública y, a más de dos décadas, algunos detalles del polémico caso de Los Narcosatánicos siguen surgiendo.