La iglesia madrileña escondida debajo de la M-30

Madrid es un lugar para todo el mundo. Por ello, es habitual que la diversidad sea la gran protagonista de las calles de la capital. No hay uniformidad es sus barrios, ni homogeneidad entre sus gentes. Y esto es una de las cosas que hace que su oferta tanto cultural, como social sea mucho mayor que en otras ciudades de España.

Ahora bien, cuando uno piensa en los edificios religiosos de la capital, rápidamente dirige su mirada a construcciones como la Catedral de la Almudena, la Basílica de San Antonio de los Alemanes o a la Basílica de San Francisco El Grande. No obstante, en una ciudad como Madrid, la mayoría de fieles no acuden a ellos en su vida diaria. Hay quien prefiere templos más cercanos u opciones más desconocidas. Así, la basílica de Santo Domingo de la Calzada, es el mejor ejemplo para este segundo grupo.

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La capilla de Santo Domingo de la Calzada es un templo casi subterráneo, pero no está bajo tierra, sino escondida bajo la M-30. El templo es conocido como la capilla del Puente y anteriormente adoptó la identidad de Parroquia del Bautismo del Señor. Así, la construcción lleva 42 años cobijada junto al paso subterráneo de la calle Arroyofresno, en su cruce con la avenida de Fuentelarreyna, muy cerca de Ciudad Universitaria.

La construcción de la iglesia data del año 1978. En su momento, se ubicó bajo la carretera con el propósito de aprovechar los 35 metros de longitud y la bóveda de medio cañón del paso, ofreciendo así a los residentes locales un lugar de culto accesible.

Con el paso de los años, surgieron diversos problemas que hicieron evidente que la ubicación no era la ideal. Entre los contratiempos más destacados se incluyeron varias filtraciones y humedades, principalmente debido a la cubierta de asfalto de la capilla, que permitía el paso del agua de lluvia. Sin embargo, se logró abordar esta situación mediante la instalación de una doble estructura interna, canalizando así las filtraciones hacia dos desagües.

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No obstante, estas fugas dejaron su huella en las bóvedas. Además, el presbiterio, donde se encuentra el altar, también sufrió un fuerte deterioro a causa de estas goteras y humedades. Para remediarlo, se optó por alinear el altar con el eje de la bóveda, otorgándole de esta forma un mayor protagonismo tanto al altar, como al sagrario.

Con el paso de los años, se tomó la decisión de trasladar la parroquia a un lugar más visible. Sin embargo, considerando las demandas de los vecinos, se conservaron algunos restos en el sitio original hasta que se optó por reconstruirla por completo. Se puede acceder al templo a través de dos puertas de acceso. Esta disposición facilita la asistencia a las misas tanto de los feligreses de una zona como de otra que rodean el puente de la M-30.