¿Quién ha sido? El atentado que dividió a un país

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Luis Sanz

Madrid, 5 mar (EFE).- El 11 de marzo de 2004 España sufrió el peor atentado de su historia; la dimensión de la tragedia unió al país durante unas horas pero el momento en el que se produjo, a tres días de las elecciones, y la confusión inicial sobre la autoría hicieron que la conmoción pronto desembocara en una grave división política y social.

En un país trágicamente acostumbrado a que el único sinónimo de terrorismo fuera la palabra ETA nadie dudó en un primer momento de que la banda terrorista era la responsable de la matanza. Todos los testimonios de condena iban en la mañana del 11 de marzo en esa dirección y apelaban a la unidad.

ETA había traspasado todos los límites.

Los partidos suspendieron la campaña y las muestras de repulsa y solidaridad con las víctimas llegaban unánimes desde toda España y desde el exterior.

Poco antes de las once de la mañana, el portavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, aseguraba que la izquierda abertzale no contemplaba "ni como hipótesis" la autoría de ETA y, a medida que pasaban esas primeras horas, algunos expertos en terrorismo empezaron a mostrar también sus dudas.

La primera comparecencia pública del Gobierno se produjo a las 13:15 horas y en ella el ministro del Interior, Ángel Acebes, aseguró que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no tenían "ninguna duda" de que ETA era la responsable de la masacre.

Acebes tildó de "miserables" a quienes cuestionaran la autoría de ETA.

El lehendakari Juan José Ibarretxe fue contundente contra ETA, el secretario general del PSOE y candidato a la presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, condenó rotundamente "los atentados más horrendos que haya cometido nunca ETA" y el presidente del Gobierno, José María Aznar, aún sin citar expresamente a ese grupo terrorista, descartó cualquier negociación con los asesinos.

Los diarios sacaron ediciones especiales y en las portadas... ETA.

A las tres de la tarde Acebes aseguraba que el explosivo utilizado era Titadyne, el habitual de ETA, pero cada vez había más voces sosteniendo que algo no cuadraba.

A las 17:28 horas todas las embajadas de España recibieron un telegrama de la ministra de Exteriores, Ana Palacio: "Deberá vuestra excelencia aprovechar aquellas ocasiones que se le presenten para confirmar la autoría de ETA de estos brutales atentados, ayudando así a disipar cualquier tipo de duda que ciertas partes interesadas puedan querer hacer surgir".

El Consejo de Seguridad de la ONU condenó el atentado y lo atribuyó a ETA, pero poco después el ministro del Interior informó de la localización de una furgoneta en la que se hallaron siete detonadores y una cinta en árabe con versículos del Corán.

El Gobierno no descartaba ninguna línea de investigación sobre la autoría, pero Acebes aseguró que la responsabilidad de ETA seguía siendo la principal.

A las nueve de la noche la Brigada de Abu Hafs Al Masri, vinculada a Al Qaeda, se atribuyó los atentados en una carta dirigida al diario árabe 'Al Quds al Arabi', editado en Londres.

Al día siguiente un comunicante aseguraba en una llamada al diario Gara que ETA no tenía "ninguna responsabilidad sobre los atentados".

Casi al mismo tiempo comparecía el ministro del Interior y aseguraba que el Gobierno británico dudaba de la credibilidad del comunicado de Al Qaeda y, por su parte, no daba crédito al comunicado en Gara. "La principal línea de investigación sigue siendo ETA".

En las multitudinarias manifestaciones de condena del terrorismo de la tarde del día 12 algunas personas en Madrid y Barcelona increparon a los miembros del Gobierno.

La jornada de reflexión del día 13 amaneció con una entrevista del candidato del PP, Mariano Rajoy, en el diario 'El Mundo': "Tengo la convicción moral de que ha sido ETA".

Poco después de que Ángel Acebes volviera a comparecer para insistir en que las investigaciones avanzaban en las dos vías posibles, pero que ETA seguía siendo la principal sospechosa, empezaron a circular mensajes a móviles acusando al Gobierno de estar ocultando la autoría yihadista de los atentados y llamando a concentrarse frente a las sedes del PP.

"¿Quién ha sido?" gritaban los manifestantes en la calle Génova de Madrid y esa misma pregunta se gritaba también en concentraciones similares en Barcelona y otras ciudades.

"Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta, que les diga siempre la verdad", dijo públicamente el portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.

A las ocho de la tarde el ministro del Interior informó de la detención de cuatro ciudadanos marroquíes y dos indios; poco después de la media noche, Acebes reveló que un supuesto portavoz de Al Qaeda en Europa se había atribuido la autoría de la matanza en un vídeo localizado por la Policía.

El PSOE ganó las elecciones y logró 164 escaños frente a los 148 del PP; José Luis Rodríguez Zapatero era el nuevo presidente del Gobierno.

¿Hasta que punto influyeron en los resultados electorales los atentados, la gestión de la información por parte del Gobierno, las protestas en las calles o las críticas de miembros del PSOE y otros partidos? Hay versiones para todos los gustos.

La legislación española impide la publicación de encuestas desde una semana antes de la cita con las urnas y por eso es difícil saber si, como han interpretado siempre los socialistas, en los últimos días antes del atentado, el PSOE ya estaba por delante.

O si, como sostienen en el PP, el 'vuelco' electoral fue única y exclusivamente fruto de una respuesta emocional a los atentados 'manipulada' por partidos y medios de izquierdas.

Fuera como fuera, parece incuestionable que todos los españoles tenían en la cabeza las imágenes de la barbarie cuando fueron a votar y el consenso de los analistas políticos fue que la autoría de ETA podía garantizar la mayoría absoluta al PP, pero si se trataba de un atentado yihadista aumentarían los votos de la izquierda.

Hasta el momento del atentado, la campaña transcurría sin demasiados sobresaltos y con la única incógnita -según apuntaban casi unánimemente las encuestas- de saber si el PP podría revalidar con Mariano Rajoy la mayoría absoluta con la que gobernaba Aznar.

Es cierto que la tendencia en los sondeos de opinión venía apuntando a una caída del respaldo electoral al Gobierno del PP, especialmente por el rechazo a la presencia de tropas españolas en Irak, pero en ningún caso contemplaban una victoria del PSOE.

El sondeo postelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizado en la última semana de marzo apuntó a que los atentados influyeron 'poco o nada' en la decisión de voto de un 78,3 por ciento de los españoles.

No obstante, uno de cada cinco (un 21,5 por ciento) sí reconocía que su voto se vio 'mucho o bastante' condicionado por la tragedia, aunque mayoritariamente (53,8 por ciento) para reafirmar su intención de votar a quien ya pensaba hacerlo.

Un 21,9 por ciento de los que reconocieron que el 11M tuvo influencia en su voto aseguró que decidió ir a votar cuando no pensaba hacerlo, un 13,5 por ciento reconoció que cambió su voto, y un 8,5 por ciento optó por abstenerse.

En junio de 2005 la comisión parlamentaria que investigó durante trece meses los atentados aprobó su dictamen; las recomendaciones de seguridad y de apoyo a las víctimas lograron la unanimidad de la cámara, no así las conclusiones políticas.

Con el voto en contra del PP, ese dictamen fue muy duro con el Gobierno de ese partido, al que acusaba de manipular y tergiversar durante esos días la información por interés electoral, así como de subestimar la amenaza del terrorismo yihadista y las posibles consecuencias de la presencia de tropas españolas en Irak.

Aunque en sus conclusiones la comisión daba por acreditado -como posteriormente haría la sentencia judicial- que el 11M fue obra de radicales islamistas y que no hubo ninguna conexión con ETA, el Partido Popular consideró que los trabajos se cerraban en falso y sin saber quienes fueron los verdaderos autores.

Frente a las críticas del resto de la cámara a su gestión de los atentados, los portavoces del PP defendieron la transparencia de su gobierno entre el 11 y el 14 de marzo y siempre consideraron la masacre como un atentado político para cambiar el rumbo político del país.

Durante su comparecencia ante la comisión, José María Aznar afirmó: "Los que idearon el 11-M no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas".

En paralelo a los trabajos de la comisión de investigación, y en los años posteriores, en algunos medios de comunicación se sostuvo, con el mismo planteamiento del PP de que no se había aclarado quién o quiénes fueron los autores intelectuales de la masacre, lo que se denominó "la teoría de la conspiración".

A partir de supuestas lagunas en la investigación, esa teoría insistió en la conexión de ETA con los atentados, llegó a denunciar la existencia de una trama policial dispuesta a favorecer a los socialistas y apuntó a la participación de Marruecos en los atentados.

La sentencia del 11M dejó "todo clarificado", según ha dicho a EFE Javier Gómez Bermúdez, que presidió aquel tribunal, pero la brecha política que causaron los atentados de aquel jueves de marzo de hace veinte años demuestra periódicamente que está lejos de haberse cerrado. EFE

lss/jls