El congreso de brujería en Medellín no solo recibió múltiples críticas, también fue escenario de rituales

Varias personas inconformes con el evento se congregaron frente a la feria no solo para protestar sino para combatir el evento desde su fe

Así como varias personas fueron a disfrutar el evento, otras llegaron allí para condenarlo - crédito @andresvaloyess y @alejandro_diversidad_cultura

En Medellín, los alrededores del Claustro San Ignacio se convirtieron en escenario de protestas, rezos y hasta intentos de exorcismo, marcando el tono que acompañó la conmemoración de los 50 años del Congreso Mundial de Brujería.

La polémica no tardó en tomar forma cuando grupos de fieles, rosario en mano, se instalaron frente al evento, recitando oraciones y proclamando, micrófono en alto: “Los sometemos a la fe de Cristo, y declaramos un cerco de protección alrededor de este parque, alrededor de Colombia”, según registros recogidos por el perfil de TikTok @andresvaloyess.

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Otros manifestantes optaron por métodos más corporales: en un caso, algunos asistentes fueron interceptados y recibieron rezos simplemente por encontrarse en la fila de ingreso, mientras un hombre, rosario en el pecho y cruz de madera en la mano, realizó su propio exorcismo, como quedó registrado en la cuenta de Instagram de @alejandro_diversidad_cultura.

Más allá de las protestas, en le lugar se encontraban desde bebidas típicas hasta hierbas - crédito @alejandro_diversidad_cultura

En ese ambiente de tensión festiva, la Casa de Compensación Familiar de Antioquia (Comfama) decidió no retroceder: mantuvo en pie la agenda y defendió públicamente el evento. A través de su cuenta en X, la organización reiteró su respaldo: “Escuchamos el desacuerdo, respetamos e invitamos a comprender que en el país en paz que queremos construir caben todas las formas de ver el mundo y celebrar la vida”. En ningún momento contemplaron cancelar ni modificar las actividades programadas.

El origen y la significación de este congreso no son menores: en 1975, Bogotá fue sede de la primera edición, que atrajo a expertos de Latinoamérica, Estados Unidos y Medio Oriente.

El encuentro, descrito por Julián Sánchez, historiador de arte, en la W Radio como “muy audaz porque atrajo personas de Latinoamérica, Estados Unidos y hasta Medio Oriente, lo que para los años 70 era abrirle los ojos a unas personas que no estaban acostumbradas a ver este tipo de culturas diversas”, congregó académicos y representantes de tradiciones como el vudú, presentado con base histórica africana, más allá de los estereotipos de “muñequitos con pines”, según puntualizó el mismo historiador.

Durante los dos días del evento, varias personas trataron de desmotivar a los asistentes - crédito @andresvaloyess / TikTok

Para 2025, el programa en Medellín incluyó conversatorios, performances, música, danza y la proyección de un documental, proponiendo un espacio “para ampliar los festivales que se están desarrollando en la ciudad de Medellín”, según explicó Paola Mejía, responsable de Cultura de Comfama. Añadió que se trató de una “conmemoración que abre ideas y espacios para hablar de la diversidad de Colombia”, subrayando que el país no responde a un único molde cultural.

Los críticos, provenientes tanto del público como del ámbito político, aseguraron que el evento “podría no ser apropiado para la audiencia pública por no ir en onda con los valores y la religión”, según expresaron en redes sociales.

La principal objeción giró en torno al término “brujería”, interpretado por algunos como una afrenta a las tradiciones religiosas. Frente a ese señalamiento, Paola Mejía explicó que la palabra se escogió “para desestigmatizar conceptos que en muchos territorios son habituales” y propiciar una conversación sobre la diversidad espiritual.

La funcionaria enfatizó que el propósito era invitar a la reflexión, destacando que “puede generar debate, puede generar malestar”, pero que la intención última radica en “reconocer las diferentes prácticas relacionadas con la espiritualidad”, rescatando el valor de los saberes ancestrales del territorio colombiano.

Muchos asistentes encontraron divertido el accionar del hombre que quería exorcizar el lugar - crédito @alejandro_diversidad_cultura

Al referirse a quienes ven con recelo el término brujería, agregó: “Es una invitación a conversar sobre las cosas que vemos diferentes y por qué lo vemos así. Buscamos desmitificar estas ideas”.

El congreso original de 1975 sirvió para dar visibilidad a comunidades tradicionalmente excluidas, rompiendo con el conservadurismo. Ahora, medio siglo después, la reedición en Medellín parece que vuelve a tocar los mismos puntos sensibles y reafirma ese mismo espíritu disruptivo.

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