Desertó después de haber sido agredido sexualmente: tras 30 años, la Marina finalmente le creyó

Por Meagan Flynn

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Heath Phillips a los 17 años
Heath Phillips a los 17 años

La primera vez que Heath Phillips le dijo a sus superiores que había sido agredido sexualmente, le dijeron que era un mentiroso y un niño de mamá que añoraba su hogar.

Era 1988 y Phillips, que por aquel entonces tenía 17 años, acababa de unirse a la Marina. Había seis atacantes y, sin embargo, en un barco de la Armada tan grande como el suyo, donde se podía encontrar privacidad ni en las duchas ni en las hileras de literas, nadie se molestó en ayudarlo.

Ni siquiera sus superiores, que no le creyeron.

Presentó una queja tras otras durante 49 días seguidos mientras los asaltos sexuales y el acoso continuaban.

"Era como si estuvieran fingiendo que no estaba sucediendo nada", le dijo a The Washington Post.

Una vez trató de suicidarse y se fue sin permiso varias veces. Luego, en 1989, fue dado de alta como "distinto de honorable" debido a sus ausencias no autorizadas.

Durante años, Phillips confesó sentir que la Marina pretendía aparentar que nada de eso había sucedido ya que los Servicios de Veteranos le negaron los servicios de salud mental. La Marina denegó reiteradamente sus solicitudes de ascenso a "honorable", a pesar de que Phillips continuó insistiendo en que fue asaltado.

Heath Phillips, que ahora tiene 47 años, sostiene una foto suya de cuando estaba en la Marina a los 17 años (Francois Pesant/The Washington Post)
Heath Phillips, que ahora tiene 47 años, sostiene una foto suya de cuando estaba en la Marina a los 17 años (Francois Pesant/The Washington Post)

Pero hace unos días, sonó su teléfono. Su abogado le estaba llamando para darle la noticia que Phillips pensó que jamás oiría. En el cuarto intento de Phillips, la Junta de Corrección de Registros Navales acordó despedirlo honorablemente.

Finalmente, la Marina admitió que lo creía.

"No era una noticia que esperaba porque ya había perdido otras tres veces", afirmó Phillips que recuerda que "en las tres negativas nunca me hablaron de asaltos sexuales. Nunca se discutió por qué deserté. Siempre fui yo el que había hecho algo mal. Así es como siempre actuaron. Así que en realidad lo leí esta vez, ya que confirmaron que mis afirmaciones de todos estos años…".

Hizo una pausa para tratar de pensar en las palabras para explicar cómo se sentía, pero no pudo. "No sé, es muy abrumador", remarcó.

En su carta, el tribunal escribió: "La Junta encontró válida la afirmación de peticionario de trauma sexual militar y señaló que los períodos de ausencia no autorizada del demandante después de informar al USS Butte fueron mitigados por el abuso, el acoso y las agresiones que sufrió".

Después de ser dado de baja de la Marina, pasarían 20 años antes de que Phillips se convirtiera en el defensor de los sobrevivientes de las agresiones sexuales en el ejército que es hoy en día.

Inmediatamente cayó en el alcoholismo, e incluso cuando se convirtió en padre no parecía salir de la bruma. Él iría al bar en lugar de ir a los juegos de béisbol de su hijo. Todavía tenía pesadillas y recuerdos de haber sido sodomizado con una botella de champú o una escobilla de baño. Pero él no pudo obtener ayuda del Departamento de Asuntos de los Veteranos de Estados Unidos (VA, por sus siglas en inglés) para tratar su salud mental porque, según explicó, no fue dado de baja honorablemente. Y durante un buen tiempo no pudo permitirse pagarse un médico privado porque tampoco podía mantener un trabajo estable durante períodos prolongados.

Por primera vez, en 2003 intentó actualizar su estado, y así arreglar todo esto, pero cuando perdió no peleó. "En cambio, solo bebía", recuerda.

Sin embargo, todo cambio para Phillips una vez que comenzó a establecer conexiones con otros sobrevivientes de asalto. No se dio cuenta de cuántos había.

Él comenzó a encontrarlos a través de Internet y luego comenzó a acercarse a ellos. Un grupo de ellos se reunió en Washington DC y, en poco tiempo, acabaron convirtiéndose en familia. Phillips nunca volvió. Ha estado sobrio desde 2009.

"De 1989 a 2009 pensé que era la única víctima", decía. "No pensé que esto le hubiera pasado a alguien más. Descubrir que no estaba solo cambiaba muchas perspectivas para mí. Y no quería que nadie más viviera lo que yo había sufrido".

Eventualmente se conectó con legisladores como la senadora Kirsten Gillibrand, demócrata por Nueva York, y la congresista Jackie Speier, demócrata por California, quienes contaron la historia de Phillips mientras promovían una legislación bipartidista para enfrentar el trauma sexual militar.

En una ocasión como esa, Gillibrand enfatizó la necesidad de aprobar la Ley de Mejoramiento de la Justicia Militar, que remitiría las denuncias de agresión sexual a fiscales militares independientes para su revisión en lugar de subir por la cadena de mando, donde los superiores pueden ignorarlos, como en el caso de Phillips.

"Quiero asegurarme de que esto no le pase a nadie más y que personas como Heath no se vean obligadas a elegir entre su salud mental y los beneficios que han obtenido del gobierno de Estados Unidos", remarcó Gillibrand.

Desde que conociera a otros supervivientes de abuso sexual y a los legisladores, Phillips comentó que había estado viajando por todo el país para reunirse con otros soldados. Habla frente a grandes grupos de ellos en las bases militares de todas las ramas y cuenta su historia una y otra vez, esperando que algunos, entre la multitud, no se sientan tan solos.

"Me hace sentir como si fuera alguien de nuevo", confiesa.