Los 10 países del mundo en los que se hablan más idiomas

La humanidad tiene una diversidad lingüística muy superior a la que se cree. Sólo en América se hablan más de mil lenguas. El riesgo de que caigan en desuso

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 AFP 163
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En el planeta se hablan 7.106 lenguas, según la base de datos "Ethnologue: Languages of the World" ("El etnólogo: lenguas del mundo"), creada por la organización SIL International. De ellas, 4.672 mantienen niveles aceptables de vitalidad, pero 2.434 están en franco retroceso, y algunas, incluso al borde de la extinción por la pérdida sostenida de hablantes.

Los diez idiomas más populares concentran más del 40% de la población mundial. El ranking lo encabeza el chino, que incluyendo todas sus vertientes suma 1.197 millones de hablantes. Segundo está el español, con 414 millones, y tercero el inglés, con 335. Completan el listado el hindi (260), el árabe (237), el portugués (203), el bengalí (193), el ruso (167), el japonés (122), y el javanés (84).

¿Cuáles son los países en los que se hablan más lenguas? El primero es Papúa Nueva Guinea, en el que conviven 838 idiomas. Después vienen Indonesia, con 707, y Nigeria, con 529. Siguen India (454), Estados Unidos (420), China (301), México (288), Camerún (281), Australia (244) y Brasil (228).

Los diez idiomas más populares concentran más del 40% de la población

En el otro extremo, Corea del Norte es uno de los pocos en los que se habla un solo idioma. Otros países con escasa diversidad lingüística son Islandia (dos lenguas), Haití (3), Corea del Sur (3), Bahamas (4), Cuba (5), Irlanda (5), Jamaica (7), República Dominicana (8) y Portugal (10).

Es importante tener en cuenta que la mayoría de estos idiomas son aborígenes, es decir, hablados por poblaciones que nacieron dentro del territorio que actualmente ocupan los estados modernos. Pero otros son inmigrantes, y fueron llevados a distintos países por las sucesivas oleadas migratorias que se produjeron en todo el mundo a lo largo de la historia.

"Respecto a las lenguas inmigrantes, la situación varía mucho. Pequeños grupos de europeos han logrado mantener identidades separadas en varios lugares de América Latina, y sus lenguas se transmiten tanto en casa como en instituciones escolares o religiosas mantenidas por las colectividades, muchas veces con el apoyo de sus países de origen", dijo Andrés Pablo Salanova, profesor del Departamento de Lingüística de la Universidad de Ottawa, Canadá, en diálogo con Infobae.

"Argentina y Estados Unidos son un ejemplo. La provincia de Misiones tiene una enorme variedad lingüística. Se habla mucho el alemán, con cinco o seis variedades dialectales que ni siquiera existen en Europa. También hay algo de ucraniano y de sueco, además del portugués, por la cercanía con Brasil", explicó John M. Lipski, profesor de español y lingüística en la Pennsylvania State University, consultado por Infobae.

"En general —continuó—, los inmigrantes europeos han podido preservar sus idiomas porque muchos provenían de clases medias. Los que han sido más discriminados son los asiáticos y los africanos, que no han tenido las mismas posibilidades de mantener sus lenguas con esa aceptación. Sucede lo mismo en Estados Unidos, donde todavía llegan muchos inmigrantes".


Las comunidades indígenas y sus lenguas en América Latina

"Gran parte de las lenguas que estaban al borde de la extinción hace 40 años han ganado hablantes por el simple hecho de que en los últimos años las poblaciones indígenas se han ido recuperando demográficamente de las epidemias y masacres que las diezmaron hasta mediados del siglo XX", contó Salanova.

"Sin embargo, la migración hacia centros de población criolla y la incorporación de chicos a un sistema educativo (o de adultos a un sistema económico) que sólo funciona en castellano o portugués, y en el que la mayoría de los agentes tiene una postura directamente racista sobre la población indígena, tiene un efecto devastador sobre la seguridad lingüística de los hablantes de lenguas originarias, y éste es el primer paso hacia su abandono", agregó.

Los casos más evidentes son México y Brasil, que hablan más de 200 idiomas

A pesar de las enormes dificultades que afrontan, aún hay en América Latina una gran cantidad de comunidades indígenas, que siguen hablando sus propios idiomas. Si bien hay algunos países latinoamericanos que están más cerca de ser monolingües, el rasgo distintivo de la región es la riqueza y la pluralidad cultural. Los casos más evidentes son México y Brasil, que hablan más de 200 idiomas cada uno.

También hay otros muy políglotas: Perú (94), Colombia (87), Venezuela (50), Bolivia (44), Argentina (36), Paraguay (29), Guatemala (26) Ecuador (24) y Suriname (22). En todos ellos conviven muchos pueblos aborígenes.

"Respecto a las lenguas originarias, está por un lado el guaraní en Paraguay y por otro el resto. En casi toda América Latina, a partir de la expulsión de los jesuitas, y particularmente desde la independencia, están en franco retroceso, aun aquellas que eran lenguas francas habladas por mestizos y criollos en regiones muy vastas", dijo Salanova.

"En Paraguay, que mantuvo su autonomía política hasta la ocupación argentinobrasilera luego de la Guerra de la Triple Alianza, el guaraní alcanzó a constituirse en marca de identidad nacional, y en ese caso sí se puede hablar de convivencia, en términos técnicos, diglosia. En los demás casos, inclusive de lenguas con muchos hablantes como el quechua chinchay y el aymara, la convivencia con el castellano sólo existe actualmente en el interior de las comunidades de hablantes, pues su uso por los criollos es muy limitado", agregó.

"En Paraguay el guaraní se constituyó en marca de identidad nacional"

Lipski coincidió con este diagnóstico negativo. "Las comunidades están en condiciones lamentables en muchos países —dijo—. Hay gobiernos que reconocen sus lenguas y las toman como un orgullo de su historia, pero cuando hay que dar apoyo material y didáctico para su mantenimiento, no hay nada. Peor aún, a veces se las discrimina y hay lugares en los que la gente siente vergüenza de hablarlas fuera de su pueblo".

"Por caso —continuó— en México se usa el logotipo azteca, pero las comunidades no tienen recursos para mantener sus idiomas, salvo los grupos más grandes como los mayas en Yucatán. En Argentina, en la zona de Misiones, están los que hablan el guaraní originario y lo sostienen por su propia tenacidad, pero sufren un desajuste: si los chicos van al colegio, deben enfrentar un mundo de habla castellana. Salvo algunas escuelas rurales, no hay mucho lugar para acoplar a esos jóvenes, lo que termina en aislamiento".

De todos modos, si bien el panorama general no es bueno para las lenguas precolombinas, es mucho mejor de lo que era años atrás. Algunas incluso ganaron espacios que antes tenían vedados.

"Hay casos excepcionales, como el quichua en Ecuador, que está en aumento —dijo Lipski—. El Gobierno no sólo lo reconoce, sino que hay campañas con materiales didácticos. En Bolivia, con Evo Morales, el aymara se volvió una lengua reconocida".

"En muchos países hay una mayor conciencia social y se considera que la diversidad lingüística y cultural es algo beneficioso. También los medios de comunicación han contribuido mucho a la aceptación de las diferencias. El futuro de las lenguas es imprevisible, pero por lo menos no habrá el rechazo a priori que había antes, cuando había personas que tenían que dejar atrás su propia cultural y convertirse a una nueva", agregó.

"Hay casos excepcionales, como el quichua en Ecuador, que está en aumento"

Salanova remarcó la necesidad de que se tomen medidas desde el Estado para preservar los idiomas originarios. "Hay que darles autonomía política a las comunidades de hablantes, y que esto no signifique abandonarlos a su suerte. Permitir que decidan qué tipo de enseñanza quieren en sus escuelas, por ejemplo, pero también darles el apoyo técnico que les permita elaborar programas de estudio y materiales escolares en sus lenguas. Incentivar la formación de traductores, autores o periodistas indígenas que produzcan materiales en sus lenguas para el consumo de los hablantes".

"Los esfuerzos de preservación lingüística no tienen futuro si no se protegen las economías locales y los modos tradicionales de producción para mantener la cohesión social en las comunidades. En el mundo hay cada vez más conciencia de los beneficios de la agricultura tradicional para el ambiente, la salud individual y el tejido social, y esto podría representar una oportunidad para algunas comunidades de tradición agrícola", concluyó.