Sebastián Wainraich con María Laura Santillán: “Estoy angustiado, hay 21 compatriotas secuestrados y el tema no conmueve”

La historia de Sebastián en los medios es larga y nutrida. Es guionista, productor, comediante, humorista, animador, conductor. Exitoso en lo que se propone. En teatro hizo varias temporadas de su espectáculo Frágil, acaba de volver de una gira por distintas ciudades de España. En radio hace Vuelta y media por Urbana Play y en contenidos para plataformas fue un suceso Casi feliz. Seba Wainrach ya es un clásico.

— Sí, recién decías larga trayectoria, es verdad.

— Vas a cumplir 50.

— El año que viene. Es tremendo. No sé cómo te autopercibís vos, pero todos nos autopercibimos más niños, más adolescentes, más jóvenes y ya no lo somos.

— 50!

— Es una locura. Estamos todos locos y de eso no habla nadie.

– Hablemos.

— Yo me siento un niño, pero no lo digo como que soy inmaduro. Me parece que no existe la adultez. Somos niños haciéndonos los adultos, hacemos lo que hacíamos cuando éramos chicos, pero un poquito más en serio, nada más. Y lo hacemos para ganarnos la vida.

— Siempre me reí de las personas que hablaban públicamente de su “niño interior”.

— No, no, no es niño interior, es niño, directamente. Sobre todo en nuestro oficio, que es más lúdico.

— La cara nos está mostrando que no somos niños.

— Por supuesto, y vos no me viste desnudo, no sabés lo que es. Uf, ya claramente no soy un joven.

— Es feo verse desnudo.

— Es feo, por lo menos para mí.

— Uno quiere ver lo que vio, y ya no está.

— No, ya no está. Y la cara.. cuando ves que la cara está un poco cambiada, cuando ves fotos… Los que somos pelados de jóvenes tenemos una ventaja, hay algo que más o menos se mantiene. Pero igual la jeta va cambiando. No tiene solución.

— ¿Te mirás desnudo en un espejo largo?

— Noooooo, me cuido, me cuido.

— ¿Te cuidás de vos?

— Sí, me cuido porque quiero seguir más o menos contento. Estoy bien, ¿para qué?

— Mi mamá me explica que no usa los anteojos cuando pasa por un espejo, se los saca.

— Espectacular. Porque además uno tiene una imagen incorrecta de uno. Vas por la calle diciendo “estoy hecho un potro”.

— Después te ves al espejo: ah, ¿esto era? ¡Con razón nadie me miró! ¿No?

— A veces me pasa que estoy haciendo una fila y veo que alguien cerca mío dice su número de documento y empieza igual que el mío, 23 millones. Y digo, ¿pero si éste es re grande? ¡Claro, yo también!

— ¡Está hecho pelota!

— Yo debo estar peor… Tengo productores de 23 años, 24 años. Tengo una hija de 16 y un hijo de 11.

— Tengo productores de la edad de mis hijos.

— Es fuerte. Yo los veo como pares y es un error. Si los doblo en edad no somos pares.

— ¿A veces les contás cosas que viviste y no entienden?

— Deben estar pensando: ¿de qué habla este tipo? Y además estás dando ejemplos todo el tiempo.. decís “en mi época”. Estás liquidado. Te estás dando por vencido, reconociendo que ésta no es tu época. Y es también tu época, con casi 50.

— ¿Se puede hacer humor con temas que a uno le duelen?

— Sí. Todo el tiempo se habla de los límites del humor. Para mí se puede hacer humor con todo. ¿Cómo es que al humor le piden límites y a los demás géneros no? Para hacer una película de terror podés matar a medio mundo, pero no hagas un chiste con esto porque es una barbaridad. Se puede hacer humor con todo, pero el chiste tiene que ser bueno. Si no es bueno, no estás haciendo humor. Como no es una ciencia exacta, es un riesgo. Es lindo asumir riesgos. Entonces el chiste tiene que ver con el contexto, cómo lo contás, cómo lo decís. Sí se nota que si es un chiste o solamente querés provocar y hacer humor con el dolor propio. Para mí siempre estamos sacando el dolor.

— ¿Humor con la muerte? ¿Con los fracasos?

– En el unipersonal hablo de la muerte de mi hermano, es un momento de un clima más íntimo y después de eso salgo con comedia.

– ¿Por qué llevaste ese tema tan sensible?

— No sé bien por qué, pero tenía ganas. No es algo racional. Me puse a escribir y fui para ahí. Y me gusta hacerlo, de eso hago chistes también.

– ¿Alivia el dolor?

— Sí, un montón, un montón, un montón. Debe ser por eso.

— Los humoristas están atentos a todo, cualquier cosa puede convertirse después en un sketch, en un monólogo. No son espontáneos. Vos hacés humor con la vida diaria.

— Entre otras cosas, pero sí, estás atento. No sé si es una decisión mía o es algo que me surge, pero yo en todo veo un sketch, veo una situación. Creo que es una buena manera de combatir la angustia. Veo dos tipos agarrándose a piñas en la calle. Tal vez me espanta, pero veo algo gracioso y veo de qué manera eso se va a transformar.

— ¿Eso se te hizo costumbre?

— Se me hizo costumbre. El comediante es traidor. Porque va robando cosas. Te encontrás en un escenario o en un micrófono hablando de tus seres queridos y ellos no te dieron permiso. O sea, somos..

— Somos un guión para ustedes.

— Una inspiración.

—Tenés capacidad para hacer cosas que ya casi no se hacen, como sketchs en la radio.

— Me encanta hacerlo. No se hacen. A estos productores de 20, 30 años pobres, les arruiné la cabeza. Ahora llegan a la radio y dicen: hoy me pasó esto, fui a renovar un trámite. ¿Por qué no hacemos un sketch?

— Los chicos, no están seteados en formato sketch. Estás haciendo escuela.

— Sí, y me encanta. Me encanta el radioteatro. Hablo cada tanto con el gran Hectitor Larrea y me da buenos consejos.

— ¿Qué consejos te dio?

— Respecto a cómo armar los equipos. Obviamente cuando armo un equipo quiero gente que trabaje bien. Va a parecer naíf, pero tengo que ver que sea buena persona, que no altere el clima de trabajo. Seguramente no seamos todos amigos, pero alguien con el que puedo ir a tomar algo, al que le puedo hacer chistes. Que me cuente si está en pareja, qué cosas le molestan. Larrea me dijo: vas a ver que cuando alguien no encaje se va a ir solo.

— Escribís para la radio, las redes, los espectáculos. ¿Dónde escribís? ¿Tenés una oficina, un departamento?

— Juan Taratuto, gran director de cine, me dijo: el mecánico tiene su taller, vos tenés que tener tu oficina.

— En tu casa ¿imposible?

— Tuve hijos. Todo es un quilombo.

— ¿Tenés horario para ir a la oficina?

— Horario, pero voy, voy, escribo, ensayo también.

— ¿En la oficina hay cama, hay sofá?

— Sillón, pero no hay cama. Me tiro un ratito. Ah! Cuando vos hablabas del éxito. Eso es el éxito. Antes de ir a la radio, duermo: éxito.

— ¿Si estás peleado con tu mujer y no querés estar en tu casa? ¿A dónde vas?

— Me voy a caminar con auriculares. Se me pasa.

— Son 22 años juntos. Hay que ser muy tolerante para convivir muchos años.

— Hay que quererse también. Con eso no alcanza, pero hay que quererse. Sin eso no tenemos nada, pero con eso tenemos para arrancar. Y hay que querer la felicidad del otro, esa es la clave. Vengo de hacer una gira en España y si tal vez tenés una mujer o compañera que te dice: no, cómo te vas a ir, sería todo más difícil. Los dos nos estamos alentando y empujando todo el tiempo. También porque ella por momentos debe querer que me vaya.

— Un rato, un poco de vacaciones.

— Sí, claro. Cuando fui al Mundial, a Qatar, fui a trabajar, pero también fui a disfrutar. Me dijo: la pasamos bárbaro sin vos. Y no significa que no me quiera, ¿entendés?

— ¿Vos te lo tomaste bien?

— Sí, la entiendo perfectamente. Ella este año giró muchísimo todos los fines de semana y yo me quedaba con los chicos y es un quilombo a veces. Mi hija ya empieza a salir, hay que buscarla, cuatro, cinco. Qué hago con el otro. Chofer, callado. “No digas nada papá”, si está con las amigas. “No me busques en la puerta, buscame la esquina”, todas esas cosas.

— Un lío. No te da el tiempo.

— Sí, pero a la vez no tengo que consensuar con Dalia, cuando ella no está, decido yo y eso es muy bueno. Los horarios en que comen. Tenés la sombra igual de tu mujer, aunque no esté…

— Después de 22 años sabés el horario en que ella quiere que coman.

— Obviamente en eso yo la respeto más a ella que ella a mí.

— Hay momentos en que uno no se soporta ni a sí mismo y además hay que convivir con otro.

— Eso es lo más difícil, porque del otro te podés distanciar, pero de uno mismo… ¿Cómo te vas? Es verdad que a veces tenés pensamientos horribles, te odiás, no querés estar y no te queda otra.

— ¿Y en ese momento? ¿Los auriculares y a caminar?

— Llamás a alguien.

— Pero no le decís la verdad. No le decís: no quiero estar conmigo, sacame de mí.

— Es verdad, es difícil. “Contame un problema tuyo, dame algo, convidame una desgracia tuya.”

— Lo bueno para todo eso es hacer deporte, correr.

— Sí, no se nota que hago (risas). Ahora paré porque tenía el viaje, signo de la edad, paré 15 días antes, si me lesiono me pierdo el viaje. Hago fútbol dos veces por semana y voy sin ganas. Pero cuando lo hago me gusta y cuando y me voy re contento, qué bueno que hice esto.

— Definime a Dalia.

— Sí la defino, la limito. Sexy, gran comediante. Un poco loca, atropellada, buena mina, inteligente. Aturdida, un poco enquilombada. Mandona. ‘Vení', me dice. ‘¿Qué?’ ‘Vení, vení'. Le quiero decir: ‘vení vos’. ¿Viste que a veces te peleás por esas cosas?

— ¿Le decís “vení vos”?

— Voy yo, porque evito el conflicto.

— Siempre hay uno que evita el conflicto.

— Y a la vez creo que soy buen conviviente, pero a veces soy difícil. Por la mañana no me hables y esas cosas.

— “Esas cosas”. No me hables a la tarde tampoco y a la noche menos.

— No, me gusta estar en silencio y me gusta estar solo también.

— ¿Y cómo hacés?

— No sé. Tenés que venir un día a casa y ver la dinámica.

— ¿Te imaginaste alguna vez viviendo en otro país que no fuera Argentina?

— ¿Viviendo? Te juro que no. A los 24 me hubiera gustado vivir en Madrid, ponele, como una experiencia, no para quedarme. Ahora ni loco. Me gusta vivir acá. No te cambio por nada vivir acá. ¿Por qué? Porque me encanta. La familia, los amigos, las costumbres, me siento muy cómodo. Sé que hablo desde una situación en que me va bien también, eso ayuda. No cuestiono al que dice que se va a ir.

— ¿Y qué es ser argentino para vos?

— Déjame pensar. Pensemos juntos. Porque además, geográficamente es un país tan grande que es muy difícil. Una persona de Ushuaia y uno de Jujuy.

— Somos todos argentinos. Creo que la argentinidad atraviesa todo tipo de paisajes. Hay algo que no cambia.

— Es ser exagerado. Algo de lo social, de los amigos, del abrazo, somos amigos a los dos minutos, eso es lo lindo. Nos criticamos nuestros defectos, pero nos gustan también los defectos, nos enorgullecen esas cosas.

— Un poco italianos estás diciendo. Y hay mucho en común entre los judíos y los italianos.

— La comedia, la mesa larga, la familia, los gritos, la comida, el drama. La madre.

— La intensidad.

— La intensidad. Mi productor de teatro es Diego Scott, a quien conocés, es inglés. Le conté que mi vieja me escribía todos los días cuando estaba de gira en España. Tipo 11, 12 del mediodía. “Sé que a esta hora no te escribe nadie, cómo estás”. Y él me dice: hace 15 días que no hablo con mi mamá. Yo no lo puedo entender a eso.

— ¿Además de la influencia en ese sentido, qué de la tradición judía practicás? ¿Vas a una sinagoga? ¿Creés, rezas?

— No, no tanto por ahí, pero sí por la comedia, que no es menor. También la literatura judía.

— ¿Qué te pasa ahora con la guerra? ¿Seguís de cerca los acontecimientos?

— Sí. Estoy recontra involucrado, angustiado. Sorprendido, por muchas reacciones. Estoy ahí, estoy comprometido.

— Te he visto postear y marcar presencia en relación a los chicos secuestrados. ¿Sorprendido? ¿Por qué?

— Sorprendido. Lo primero es que tenemos 21 compatriotas secuestrados y no veo que sea ni un tema de Estado ni un tema en la calle. Me llama la atención. El ejemplo más burdo es que estuvimos en vilo alguna vez por los 33 mineros chilenos, hay 21 argentinos secuestrados, un bebé que cumplió diez meses estando secuestrado y no es un tema que conmueva. No sé por qué.

–¿En el boca a boca, en la política, en los comunicadores? Algunos estamos involucrados.

– Yo no lo veo masivamente en los medios. Si veo que se lo preguntan a los candidatos, pero en el boca a boca no lo noto yo.

– ¿Y en el gobierno?

– Bueno, el otro día Majul le preguntó a Massa y Massa dijo que no está de acuerdo con el comunicado de Cancillería.

– No son muy contundentes las expresiones del Gobierno.

– Lo que dijo Massa el otro día sí me pareció contundente.

–Pero el gobierno nacional, Cancillería…

– A veces me olvido que Massa es un ministro (risas). Sí, me pareció un poco contradictorio ese mensaje.

– Es triste que no sean contundentes.

– Hubo un atentado terrorista horrible, horrible. Que incluye asesinatos, torturas, muertes, violaciones. Y hay un brote de antisemitismo también en distintos lugares del mundo.

– ¿Vos lo vivís acá?

– No, sí cuando fui al colegio. Uno de mis mejores compañeros un día en el cuaderno me dibujó cruces esvásticas. Éramos muy chicos, teníamos ocho o nueve años. Se armó todo un revuelo en el colegio, mis viejos fueron a hablar por supuesto. Obviamente, el chico que me dibujó eso es inocente. Pero, ¿qué se hablaba en la casa que lo llevó a dibujar eso en un cuaderno? Lo cambiaron de colegio.

– ¿Pudiste hablar con él ?

– No. Me parece que todos los que somos de alguna minoría en algún momento sufrimos discriminación.

– Las mujeres no somos minoría y hemos sufrido.

– Tenés razón.

– Es un tiempo en el que, por suerte, está mal visto discriminar. Por momentos pareciera que no está lo suficientemente mal visto.

– A veces es políticamente correcto criticar eso. No sé por qué.

– Hablemos de estética. El tema que más preocupa y obsesiona a los hombres es el pelo. Vos fuiste un hombre de pelo largo.

– Cuando se me empezó a caer la angustia fue importante.

– Tenías rulos.

– Tenía rulos grosos, rulos. Cuando nos conocimos, yo trabajaba con Fernando Peña. Estaba cubierto. Tenía pelo. Se veía un futuro ya inevitable.

– ¿Qué pasó cuando se empezó a caer?

– En la familia de mi vieja son todos pelados. Mi papá tiene pelo. Es increíble. Hoy si hoy tuviera 23, 24 me hago un tratamiento o me pongo esa peluca que se ponen.

– Los tratamientos que son cachos de pelo?

– Eso me dijeron que ya no va. Lo que pasa es que cuando yo tenía 20 te daban inyecciones, demasiado. Cuando los rulos se empezaron a caer fue duro salir de bañarte y tener…Yo transé con la pelada. En un momento negociás, decís: bueno, yo me rapo y basta, ok, listo, ya está. Pasa que a los costados te crece muy rápido. Entonces a veces voy a una barbería o a veces me rapo yo solito.

– A mí se me cayó el pelo con la quimioterapia, es deprimente. No sabés si va a volver a crecer.

– Yo ya sabía que no. Esa es la ventaja que tenía. Ya sabía el final.

– Cambia la cara, pero también embellece porque se ven más los rasgos. Tus ojos celestes.

– (risas) Bueno, no. Igual con los rulos, me parece que sería demodé. En la radio decimos que la mayoría de los que tuvimos rulos hoy son pelados. Pocos llegan con rulos como Amigacho o Coco sily. O Valderrama. Cae, el rulo se cae. Pocos llegan.

– ¿Hay una estadística?

– Hay una estadística poco seria.

– Contaste que tu mamá te escribe todos los días cuando estás fuera del país, vos con casi 50 años ¿La presencia de tus viejos siempre fue grande, no?

– Es más telepática. No es como que estamos.. Hoy no hablé. Si! (risas) Hoy hablé porque le pedí que venga el domingo para estar con los chicos.

– Nuestros padres creen que nosotros somos los mismos que cuando eramos chiquitos, nos dicen las mismas cosas.

– Es increíble.

– ¿Qué cosas te hace tu vieja que hacía cuando tenías 12, 15, 5 años?

– Preguntar. “Llámame cuando llegues”. “Mándame un mensaje cuando llegues”. Es increíble, escribo “llegué” y se queda tranquila, ya no me puede pasar más nada. Pero del aeropuerto me tengo que ir, me llevan. ¡No sabés quién me va a llevar! ¡Qué me va a pasar!

– ¿Viste que uno está aterrizando y le escribe a la mamá?

– Apenas tengo señal. “Llegué listo, aterrizado” Y se queda tranquila. No se cayó el avión. Ahora puedo ir en una combi que se le puede estrolar contra cualquier cosa, pero la tranquilidad de que llegó el avión la pone tranquila.

– Además las mamás nos dan indicaciones todo el tiempo.

– En invierno: “abrigá a los chicos que hace frío” Y yo le contesto que los voy a sacar en musculosa. Menos mal que me dijiste mamá, porque con cinco grados pensé que iban a ir en cuero…

– A mí me gusta que mi madre me vea todavía pequeña.

– Hay algo lindo también, nos debe gustar. Está mamá y está papá.

–¿Y tu papá que te va a decir?

– Hijo, andá tranquilo en la ruta.

– “Lo hiciste muy bien”. También dicen cosas lindas.

– Sí, también felicitan. Son mi medio adicto. Son como un periodismo que compré.

– Comentan lo que uno hace.

– El otro día un oyente salió por la radio, un taxista: Seba, yo no llevé nunca a ningún famoso, pero llevé a tu mamá una vez. Y a mi viejo le pasó otra cosa, venían escuchando la radio en la que yo trabajo y el taxista le dijo: escucho a todos acá menos a Wainraich. Él no le había dicho todavía que era mi viejo. “¿Escuchás esta radio?” “A todos menos a Wainraich”. A veces te dejan la vara muy alta para un sketch. Mi viejo le dijo: “soy el padre”. Este pobre hombre se habrá querido matar.

– ¿Cómo definirías el balotaje? Luis Juez dijo que es entre Drácula y Frankenstein.

– Primero tenemos que decidir como argentinos, si va con J, si va con G, si va con dos eles, todos lo escriben distinto.

– Ahí cambia el país.

– Primero pongámonos de acuerdo, como con el COVID que le decíamos COVID, CÓVID, mi vieja COVIT. Balotaje es difícil, pero hay que optar por uno.

– El menos malo.

– Sí, cada uno tiene su idea. A mí el hecho de ir a votar me gusta.

– Entonces sos muy feliz, porque votamos todo el tiempo.

— Votamos todo el tiempo y además mi hija ya vota, entonces voy con ella. Votamos en la misma mesa. Eso es lindo también. Ella está involucrada. Le gusta, lee y vota.

– Con el paso de los años uno sabe en qué temas quiere profundizar, de qué querés hablar. Te veo abocado a los temas de la vida cotidiana, eligiendo pasarla bien, disfrutarlo.

– Hacemos también sketch con la política, me gusta abordarla desde ahí, desde la comedia. La tomo en serio en mi vida porque está nuestro país detrás de todo eso. Y amo este país. Pero si no es una parodia, no resiste mucho análisis. En serio. Si vos me decís “vos ponías bombas en jardín de infantes” y al otro día yo te digo que “quiero estar con vos” y…

– Hay algo muy argentino también en este despelote. ¿O no?

– La intensidad de la que hablábamos antes, puede ser.

– Yo veo que intentás en tu trabajo que todo sea para el lado del disfrute deliberadamente. Menos sufrimiento y más diversión.

– Divertirme. Pero me gusta atravesar la actualidad. Hacemos un juego en el que adivinamos a quién vas a votar. Con preguntas que nada tienen que ver con la política. ¿Qué serie miraste? ¿Tu empanada favorita? Para mí que vota a tal.

– Todo es arbitrario. No es que seguís un razonamiento.

– Pero casi nunca le pegamos porque es prejuicio y es arbitrario.

– Contaste alguna vez que cuando eras muy chiquito, armaste un partido político en tu casa. Vos eras el presidente y a cada uno le das un cargo. Te gusta jugar con todo eso.

– Me encantaba la política, tenía nueve años, llegó la democracia. La figura de Alfonsín me resultaba totalmente atractiva. Sigo viendo sus discursos. Cada tanto los subo a mis redes, me gusta compartirlos. Y armé un partido político en ese momento.

– Quiero pedir que se prohíba hablar mal de Alfonsín. ¿Se podrá? Es como una censura.

– Es una censura, pero es un dato a tener en cuenta. Si un candidato dice que Alfonsín era comunista, que usaba un muñeco para pegarle, que fue el peor presidente, es una falta de respeto. Prohibirlo no me parece bien, pero es una falta.

– Nos hace daño.

– Una falta de respeto a la historia también. Estabas hablando de mi partido político. Era nepotismo total, eran familiares y amigos porque no conocía otra gente. Después se me pasó esa fiebre. Me interesa la política, pero no tengo esa vocación. Y tampoco la capacidad. Pero es un tema que me interesa.

– Algo que me gusta mucho y me hace reír mucho son tus arengas radiales. Esa esa cosa tribunera con cualquier tema chiquito.

– Llaman los oyentes, alguien que tiene que conseguir un trabajo, alguien que va a ser mamá o alguien que tiene un casamiento muy lejos y no quiere ir. Todo empezó por Mariano de la Fuente, que era técnico de un equipo del ascenso, le pusieron un micrófono oculto y se escuchó una arenga espectacular, teatral, con insultos, arenga a los jugadores. Es un momento en que que yo me voy. Camino alrededor de la mesa.

– Gritás.

–Y grito, pero grito y trato de darle un contenido. Llama María Laura y dice: hoy hice una mala entrevista, estoy deprimida y ahí tengo la arenga para que salga adelante.

– Estás muy excitado. Te vas dando manija

– Arranco de a poquito y voy subiendo. Me encanta. Es un momento muy feliz. Se pierde un poquito el control.

– No te vi nunca llorar.

– Bueno, veámonos más seguido.

– ¿Sos llorón?

– A veces lloro solo.

– Solo. Entonces no te voy a ver llorar. ¿Siempre solo?

– Sí, creo que sí. No me mires así.

–¿Por qué llorás?

– Uy, no sé. A veces en la radio hacemos llantos no convencionales. Entonces la gente llama por boludeces.

– Te escapaste de la pregunta

– Me escapé, si. Así dejamos una pregunta para la próxima. A veces es fantasioso el llanto. Me imagino cosas y lloro. Para bien y para mal.

– No estás bien.

– No, ¿vos estás bien?

– No estamos bien (risas)