Cuál es la mejor manera de transformar una hamburguesa en saludable

Una de las comidas menos saludables pero más consumidas en todo el mundo son las hamburguesas. Originario de Europa pero popularizado en todo el mundo gracias a Estados Unidos y sus decenas de franquicias restauranteras, este platillo se puede considerar como “balanceado”.

Casi cualquier variante de hamburguesa tiene todos los elementos para una buena alimentación: la proteína de la carne y los vegetales (lechuga, jitomates, cebolla, pepinillos). No obstante, son otros ingredientes que la conforman y la manera en que son preparados los que convierten a este popular plato en una bomba de grasa que no es nada positiva para el organismo.

Por supuesto que comer hamburguesas de vez en cuando no tiene un impacto negativo considerable en nuestra salud; sin embargo, si se abusa de él, como cualquier otro platillo alto en carbohidratos y grasa, puede ser bastante perjudicial. La mala alimentación puede llevar a una persona a desarrollar diferentes padecimientos y enfermedades, como la diabetes tipo 2.

El elemento principal de una hamburguesa es la carne, principalmente de pollo o de res. Comer carne no tiene nada de poco saludable, al contrario, es una fuente rica en proteína, la sustancia que nos ayuda a aumentar nuestra masa muscular.

Para volver más saludable la carne de hamburguesa necesitas, primero, comprar carne que sea magra y evitar las carnes empaquetadas. Además, siempre una hamburguesa a la parrilla será mejor pues se cocina, en gran parte, con su propio jugo, y así evitas el uso de aceite, que es uno de los ingredientes menos saludables en las preparaciones de esta naturaleza.

El pan también es elemental en una hamburguesa. Tal vez sea el ingrediente más difícil de reemplazar, pero busca alejarte de los panes brioche o demasiado pesados, y busca pan orgánico o con pocas calorías que siempre se venden en los supermercados.

No escatimes en vegetales y usa en lugar de salsas picantes procesadas chiles naturales que te aporten el picor que deseas en el platillo. La mayonesa, si puedes sacarla de la receta, mejor.

El origen de la hamburguesa, tal como la conocemos hoy, es un tema de debate y se encuentra envuelto en varias teorías. Aunque la idea de la carne molida viene de tiempos antiguos, la transformación de esta en una hamburguesa entre dos rebanadas de pan es un concepto mucho más moderno y atribuido principalmente a la influencia estadounidense y alemana.

Una de las teorías más extendidas sitúa sus orígenes a finales del siglo XIX en Estados Unidos, con varias ciudades americanas como Nueva York, New Haven, Louisville, y, especialmente, St. Louis reclamando ser la cuna de la primera hamburguesa. Un relato popular cuenta que durante la Feria Mundial de 1904 en St. Louis, un vendedor llamado Louis Lassen sirvió por primera vez carne de res molida entre dos piezas de pan para facilitar la ingesta de alimentos por parte de los visitantes que caminaban.

Por otro lado, la conexión alemana se deriva del puerto de Hamburgo, desde donde muchos inmigrantes alemanes partieron hacia Estados Unidos en el siglo XIX. En Alemania, específicamente en Hamburgo, existía una popular preparación de filete de res molido y condimentado, conocido como “Hamburg Steak”, que los inmigrantes llevaron consigo a América. Se cree que este plato evolucionó dentro de la comunidad inmigrante alemana en Estados Unidos, adaptándose a las costumbres locales y transformándose en la hamburguesa.

La masificación de la hamburguesa y su establecimiento como un icono de la comida rápida mundial se atribuyen a la creación de cadenas de restaurantes especializados en el siglo XX, como White Castle (1921) y posteriormente McDonald’s (fundada como un restaurante en 1940 y convertida en franquicia en 1955).

A pesar de su origen disputado, lo que es indiscutible es que la hamburguesa se ha convertido en uno de los platos más populares y reconocibles globalmente, con variantes que reflejan la diversidad culinaria de cada región donde se ha adoptado.