Figaro, la gata “alfarera”: la inusual relación entre una mascota y la pasión artística de su dueña

La felina adora ver los trozos de arcilla que salen volando del torno, el agua que cae, pero sobre todo olfatear y tocar los bloques de barro mientras su dueña los modela

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La gata mostró sentir una gran curiosidad por el trabajo de su madre en su taller de alfareria. (Instagram/megthepotter)

Figaro, también conocida como “Fig”, es una gata de pelaje blanco con negro que demostró sentir una gran curiosidad por una de las pasiones de su dueña, Meg Binnekamp: la alfarería.

Adora pasar el tiempo junto a ella y normalmente intentará meter sus patas mientras su propietaria intenta modelar sus piezas de arcilla. La mujer oriunda de Kaurna Land, Australia, declaró que en un principio no estaba segura de si este comportamiento sería seguro para su arte, pero al poco tiempo aceptó tener a su mascota cerca.

Hoy en día dice sentirse feliz de que Fig le haga compañía mientras realiza una de las actividades que más le apasionan y admitió que es como si la gata fuera su “asistente” en el estudio.

¿Cómo nació el amor de Fig por la alfarería?

La alfarería se convirtió en una de las actividades de Figaro. (Captura de pantalla/Instagram/megthepotter)
La alfarería se convirtió en una de las actividades de Figaro. (Captura de pantalla/Instagram/megthepotter)

Binnekamp contó en entrevista para el medio estadounidense The Dodo que en un principio estaba preocupada por su arte y pensó que quizá no estaría seguro dentro de casa “con Fig dando vueltas por ahí”.

Tenía razón, sus artesanías no siempre estuvieron a salvo, pues la gata constantemente intentaba tocarlas con sus patas antes de que fueran cocinadas.

“Cuando termino una pieza, ella se muestra tan orgullosa como yo. Es como si dijera: ‘Sí, yo ayudé a hacer esto’”, contó la “madre” de Fig, quien la describió como el tipo de gato que “siempre tiene que involucrarse”.

Ese comportamiento no sólo lo tiene dentro del taller de alfarería, según su dueña también se entromete cuando trabaja en la computadora, mientras hace jardinería en el patio de su casa o cualquier otra cosa.

“Se asomará, se involucrará por completo, verá lo que estás haciendo y al mismo tiempo te seguirá por todas partes. No le gusta estar sola”, dijo Binnekamp.

Cuando adoptó a Figaro, aún cursaba la universidad, por lo que necesitaba regresar constantemente a su estudio, pero todo cambió durante la pandemia de COVID-19. Cuando “las cosas se pusieron realmente mal”, la institución tuvo que cerrar, fue entonces que Binnekamp decidió llevar un torno de alfarero a su casa

“Ahí Fig vio un torno por primera vez. Tenía tanta curiosidad sobre lo que estaba pasando. Quedó intrigada de inmediato”, recordó la alfarera sobre el primer contacto de su gata con el instrumento para modelar cerámica.

Desde entonces Fig mostró sentir un gran interés por la profesión de su dueña. Se sentaba frente a ella y la miraba, hasta que un día empezó a jugar con la arcilla que había en la rueda.

“Durante la pandemia era algo cotidiano; sacaba la arcilla y mientras lo hacía ella la olfateaba. Tan pronto como ponía el torno en marcha ella se sentaba junto a la rueda. Al final tuve que ponerle una silla al lado de mí”, contó la dueña de Fig.

Una gran compañía en el estudio

Binnekamp declaró que aprendió a trabajar alrededor de la curiosidad de su gato.
Binnekamp declaró que aprendió a trabajar alrededor de la curiosidad de su gato.

Desde entonces se sienta en su pequeño taburete y observa detenidamente el trabajo de su propietaria. En palabras de Binnekamp, a Fig le encanta hacer desorden, “ver como vuela el agua por todos lados” y los pedazos de arcilla que salen disparados del torno. “Todo eso es muy divertido para ella, fue realmente encantador”, admitió.

“Algo que pudimos hacer fue gastar el tiempo juntos. Normalmente cuando estoy en el taller, sólo soy yo, por lo que es muy agradable tener compañía. Fig llegó a mi vida en un momento en el que necesitaba que ella no fuera sólo esa compañera sino que también se involucrara en una de mis más grandes pasiones”, subrayó Binnekamp.

Ahora tiene un estudio en la ciudad, sin embargo, todavía cuenta con un torno que utiliza de vez en cuando y Fig siempre se entusiasma al verlo. La compañía y apoyo que le proporciona a su dueña le valieron el título no oficial de “asistente del estudio”, aunque la mujer asegura que sólo está ahí porque le gusta pasar el tiempo con ella.

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