Por qué está bien salir con un hombre con menos educación que una

Por Seleana Bines

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Mientras manejaba hasta el garaje del edificio Ronald Reagan de Washington, donde se iba a celebrar un evento nocturno, me topé con un guardia de seguridad muy bello. "Buenos días", dijo. "Es tardes", le contesté con una sonrisa.

Encontré consuelo en el nerviosismo que causó su desliz y eso se reflejaba en mí. Me dio el coraje para preguntar sobre su estado civil y preguntarle su número de teléfono. Esa actitud tan atrevida era algo muy raro en mi carácter. Él me pidió que le escribiera, para que pudiera tener mi número de teléfono. Lo hizo. Fue sencillo: "Soy Seleana".

A los cuatro minutos de escribirle el mensaje recibí una respuesta: "Tu sonrisa hizo mi mañana". Me reí y tome la decisión de conocer a Greg.

Hemos estado saliendo durante seis meses. La ligereza y la facilidad se muestra en todos los aspectos de nuestra relación, mientras que en los romances anteriores parecían ser más competitivos que compasivos.

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No solo era una relación atípica, sino que ese tipo de seguridad no era algo de mi interés amoroso. Los hombres con los que había salido anteriormente solían tener títulos de posgrado y ocupaban cargos prominentes, incluso uno tenía una posición de alto nivel en el Departamento de Defensa, uno con un psiquiatra de Harvard y otro era un administrador de educación, también de Harvard.

Greg tenía un título de asociado y yo tenía una maestría. No pensé que estaría abierta a salir con alguien con menos educación, pero he encontrado en él a un compañero compatible con el matrimonio. Él ha desafiado mis sesgos personales, lo que me llevó a asociar el logro educativo con el logro socioeconómico y la capacidad intelectual. Cuando entré en ese garaje preferí priorizar las características compatibles antes que el estatus social y encontré una nueva vía en las citas.

Mi inclinación demostró que ese era el enfoque correcto. De acuerdo con el Centro Nacional de Estadísticas de Educación, el 33 por ciento más de mujeres que hombres se graduaron de la universidad en 2012. El Departamento de Educación de Estados Unidos espera que esa cifra aumente hasta el 47 por ciento en 2023. Jon Birger, autor de Date-onomics: How Dating Became a Lopsided Numbers Game, considera que esa disparidad aumenta la competencia entre las mujeres y los hombres con estudios universitarios. En su libro, recomienda "salir con alguien y casarse con personas de otros sectores socioeconómicos, "matrimonios mixtos", que hace que las mujeres con estudios universitarios encuentren el amor".

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No solía preocuparme por esas cosas. Estaba casada y vivía en Portland (Maine), donde mi esposo estaba trabajando en la Marina. Pero hace 12 años, tomé la decisión de acabar con mi matrimonio. Era una chica sureña con fuertes valores familiares que hizo todo lo posible para que la relación saliera a flote. Con una niña recién nacida en mis brazos, tomé un avión de Independence Airlines hasta Washington, donde mis padres se habían instalado dos años antes. Ese lugar me proporcionó más oportunidades profesionales en el ámbito de las relaciones públicas, una carrera que estudié en la Universidad de la Florida.

En los años posteriores a mi divorcio, tomé la decisión de empezar a quedar con citas, pero de una forma pasiva.

Prioricé a mi hija, mi carrera y mi auto-descubrimiento, algo que me proporcionaría la estabilidad y mi futuro. Me pareció bastante fácil poder justificar la posición de mis citas en un segundo plano. Además, tenía una "lista de maridos" donde incluía datos como "espiritual, ama a los niños, financieramente estable, seguro, respetuoso y saludable".

En la universidad, mis amigas y yo siempre pensamos en que nos casaríamos con alguien con un título universitario, como nosotras. No nos dimos cuenta en que nos enfrentaríamos a un déficit de hombres.

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Las citas fueron fáciles para mí. Encontrar hombres que se tomaban en serio el compromiso y el matrimonio no lo era. Los hombres con estudios universitarios con los que he salido no tenían el matrimonio en su plan de vida. Eso contribuía a que no hubiera tanta conexión entre nosotros. Sin comprender completamente lo que significaba ese déficit, después de conocer a Greg, descubrí que tenía que hacer algunos ajustes en mi manera de ver las citas.

Llegó el momento de arreglar esa "lista de maridos".

Greg quitó mi miedo a tener una relación con alguien con menos educación. Siempre ha sido transparente respecto a sus intenciones. Después de una semana de conocernos, asistimos juntos a la iglesia, como amigos. Tres semanas más tarde, me pidió que saliera con él. Al cabo de dos meses, conoció a mis padres y a mi hija. Yo conocí a su madre y a su hija y ahora estamos planificando el matrimonio con un asesor.

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No encontré ese tipo de sencillez en mis relaciones anteriores, donde había una comunicación inconsistente. Estar abierto a salir con alguien con otro nivel socioeconómico no equivale a asentarse.

Los valores principales no son negociables y comparto eso con los de Greg. Él es matrimonial, espiritual, trabajador, orientado a la familia y cumple con todos los otros elementos que describí en esa famosa lista.

Es hora de que hagas los ajustes pertinentes en la configuración de los filtros de tus citas.