Cómo es hacer la transición de género en diferentes países del mundo

Por VICE Staff

Compartir
Compartir articulo
infobae

Ocho personas hablan sobre cómo es declararse abiertamente transgénero en sus respectivos países.

A lo largo de la década pasada se ha observado un incremento del número de personas que se identifican como transgénero y que deciden realizar la transición de manera oficial. Hoy, al Servicio de Salud Nacional del Reino Unido se le solicitan cuatro veces más intervenciones de reasignación de género al año que en 2007. Desde 2011, el número de estadounidenses que se identifican como transgénero se ha duplicado y llega a los 1,4 millones.

Sin embargo, a pesar del hecho de que en varios países del mundo actualmente existe más información sobre los derechos de las personas transgénero, la realidad de qué implica ser transgénero es muy diferente en función de dónde vives. Según el Observatorio de Derechos Humanos, cerca de 2,000 hombres y mujeres transgénero han sido brutalmente asesinados entre 2007 y 2014 en el mundo.

Ocho personas de ocho países distintos se sinceran sobre cómo es hacer la transición en su país y cómo las políticas locales han afectado su experiencia.

Canadá

Foto cortesía de Kris Phillips
Foto cortesía de Kris Phillips

Kris Phillips, 19 años, estudiante

"Nunca había sentido que estuviera en el cuerpo equivocado, sólo sé que no me acababa de sonar bien que me llamaran 'ella'. A medida que me hice mayor, fui aprendiendo qué significa ser transgénero.

Mi transición empezó mentalmente: tenía que aprender a aceptarme a mí mismo. Tendría unos 16 años cuando se lo dije a mi mejor amiga, y se lo tomó muy bien. Después se lo dije a mi familia, que reaccionó de todas las maneras que pueden imaginar: desde gritar a llorar, pasando por un completo silencio.

En Canadá, los pasos que debes seguir para llevar a cabo la transición varían en función de la provincia. En Ontario, donde vivo, tienes que someterte a evaluación psicológica incluso antes de que puedas enviar la solicitud de cambio de nombre. Mi siguiente paso fue apuntarme a la lista de espera de la terapia de sustitución hormonal (TSH). Como todavía no me han administrado testosterona, me sigue costando mucho mostrarme en público: me preocupa lo que la gente pueda pensar de mí. Pero ahora que estoy más cómodo con quien soy y estoy en las primeras fases de mi transición, me siento sumamente orgulloso de mí mismo por haber llegado hasta aquí".

Escrito por Kris Phillips

Finlandia

Foto cortesía de Aale Teitto
Foto cortesía de Aale Teitto

Aale Teitto, 21 años, estudiante

"Tenía 16 años cuando me di cuenta de que era un hombre. Mi familia estaba confundida al principio, pero cuando vieron que yo era mucho más feliz, se tragaron el orgullo y apoyaron mi transición.

Me enviaron a un doctor de mi centro de salud que parecía no comprender del todo el significado de la palabra 'trans'. Lo único que me preguntó fue, 'Entonces, tú… ¿te vendas los pechos?'. Le dije que sí, y eso fue todo. Seis meses más tarde, empecé a preguntarme por qué todavía no había tenido noticias de ninguna clínica trans de Finlandia, y enseguida entendí que mi historial nunca llegó a salir de la consulta de aquel doctor.

Fue entonces cuando decidí empezar a hormonarme por mi cuenta; compraba las hormonas por internet a culturistas finlandeses, aunque no tenía ni idea de dónde las sacaban ellos. Sabía que podía ser peligroso para mi salud física, pero sentía que si no las tomaba, sufriría mi salud mental.

Al final, conseguí una cita en una clínica trans local. Durante los ocho meses siguientes, tuve visitas una o dos veces al mes. El proceso oficial exige que visites a mucha gente: doctores, trabajadores sociales, enfermeros y psicólogos. Me obligaron a pasar un sinfín de exámenes, a contestar centenares de preguntas sobre mi historial familiar, mis aficiones y mi vida sexual; incluso tuve que someterme a un test de Rorschach.

Después de eso, ya te puedes someter a una mastectomía y hormonarte. La cirugía la cubre el estado, pero debes pagar algunos de los gastos del hospital (yo solo pagué 40 euros). E incluso después de haber pasado estos exámenes, todavía recomiendan que vayas al ginecólogo y que te haga un análisis de sangre antes de empezar a tomar las hormonas.

Si quieres que legalmente te consideren del género que eres, hace falta alrededor de un año para cambiar los documentos oficiales. Y después ya te puedes someter a la cirugía genital si lo deseas, pero necesitas la recomendación de una clínica trans y una declaración en la que certifiques que eres estéril. Eso significa que o bien te has sometido a una esterilización o que has estado hormonándote suficiente tiempo como para volverte estéril".

Según le relataron a Sara Silvennoinen

Países Bajos

Captura de pantalla
Captura de pantalla

Jody, 24 años, modelo

"Tenía 18 años cuando les dije a mis padres que quería hacer la transición. Les pareció bien siempre que dejara de salir tanto de fiesta, porque en aquel entonces me travestía y salía de fiesta cuatro noches a la semana. No puedes hormonarte y emborracharte constantemente: debes tener la mente clara y el cuerpo sano.

Mi seguro médico cubrió la mayor parte del procedimiento. Hay dos hospitales en los Países Bajos que te pueden ayudar a hacer la transición. Si tienes dudas, del tipo que sean, puedes atrasarla hasta tres años. Mucha gente considera que los exámenes y las preguntas son intrusivas, lo comprendo. Pero comprendo también que el equipo médico quiera mantener bajas las cifras de gente que más tarde se arrepiente de haber llevado a cabo la transición. Según el Dr. Martin den Heijer, del equipo de identidad de género de la Universidad Libre de Ámsterdam (VU), el número de personas que se arrepienten de hacer la transición en Ámsterdam está cerca del 1 por ciento porque el proceso es riguroso y se les proporciona suficiente tiempo para que lo asimilen. Creo que los Países Bajos es uno de los países que lideran la orientación y el tratamiento del colectivo trans".

Según le relataron a Loek Wijers

España

Foto por Paco Poyato
Foto por Paco Poyato

Teodoro, 23 años, estudiante de Filosofía en la Universidad de Valencia

"Ya en la preadolescencia sentía que había algo diferente en mí. Al principio me consideraba lesbiana, pero cuando cumplí los 19 y tuve mi primera novia, me di cuenta de que necesitaba un cambio.

Empezar la transición no fue fácil. El primer paso que debes tomar es contactar con tu unidad de identidad de género local o con la que te asigne tu médico de cabecera. Entonces —dependiendo de dónde vivas en España— pasas los siguientes cuatro meses asistiendo a terapia. Después, te diagnostican oficialmente "trastorno de identidad de género" y te derivan a un endocrinólogo, que te prescribe un tratamiento hormonal. La seguridad social cubre todos los gastos del proceso. Después de dos años de tratamiento hormonal, ya puedes cambiar tu identidad en los documentos oficiales.

Pero claro, el proceso y el viaje nunca acaban del todo. Antes de empezar el tratamiento, estaba perdido y no tenía ni idea de qué hacer con mi vida. Ahora que mi cuerpo me pertenece, veo todo más claro y no tengo miedo de dar el siguiente paso, sea cual sea.

Según le relataron a Laura Muriel

Serbia

Foto por Lazara Marinkovic
Foto por Lazara Marinkovic

Djura Djuricic, 29 años, estudiante y activista

"La primera vez que sentí que era un chico fue a los seis años. En ese momento, pensaba que me pasaba algo malo, así que decidí no contárselo a nadie. No fue hasta mi segundo año de colegio, después de haber leído cosas por internet, que me di cuenta de que había otros que se sentían igual que yo. Mis amigos aceptaron mi decisión inmediatamente. Sin embargo, para mis padres fue mucho más difícil al principio, pero poco a poco se están acostumbrando.

Empecé el proceso de transición en 2008, y en 2010 ya me hormonaba. Antes de que te operen, debes conseguir dos cartas de recomendación de psiquiatras y una de un endocrinólogo. Después de superar una serie de exámenes psicológicos y físicos, el sistema nacional de salud serbio te cubre el 65 por ciento de los gastos de la operación.

En esta etapa de la transición me siento mucho más seguro. Actualmente estoy esperando la cirugía de reasignación de género, así que también estoy nervioso".

Según le relataron a Jovana Netkovic

Colombia

Fotos por Iris Echeverry
Fotos por Iris Echeverry

Yoko Ruiz, 33 años, activista trans

"Después de que mis padres murieran cuando tenía 7 años, me fui a vivir con mis tíos. Empecé a descubrir mi verdadero yo cuando me puse el uniforme del colegio de mi hermana por primera vez. Todas mis amigas eran chicas, y me sentía identificada con sus peinados y muñecas. No les podía decir a mis tíos que era gay y que me gustaba vestir como una mujer porque eran muy religiosos y estrictos.

Cuando tenía 14, decidí marcharme a otro pueblo, donde viví con una persona con quien tuve una relación. Más tarde, a los 17, decidí marcharme a Bogotá, y allí me metí en el negocio del sexo y me hice amiga de una mujer trans. Me enseñó todo lo que sé sobre vivir como una mujer. Sin ella yo no sería quien soy hoy.

Colombia es bastante tolerante y progresista en la protección de los derechos de las personas trans, especialmente dentro de Latinoamérica. Nuestro Tribunal Constitucional muchas veces ha dictaminado sentencia a favor de la comunidad trans. Si las personas trans quieren cirugía, la cubre el estado —y aunque en el pasado se tuviera que superar una evaluación psiquiátrica para operarse, ahora ya no se hace. Personalmente, no he sentido la necesidad de someterme a cirugía de reasignación de género, por lo menos hasta ahora. Me siento yo misma a pesar de no tener tetas o vagina".

Según le relataron a Iris Echeverry

Australia

Foto cortesía de Fury
Foto cortesía de Fury

Fury, 30 años, escritora

"Hace un tiempo, fui a un acto para boicotear una manifestación de Reclaim Australia en Melbourne. Reclaim Australia es un grupo de extrema derecha e islamófobo que intenta proyectar una vaga imagen de respetabilidad y está conformado por grandes grupos de nazis con tatuajes de esvásticas y toda esa parafernalia.

Hicimos todo lo que pudimos para detenerlos. Después de que se disolviera la muralla humana que hicimos para bloquear a los asistentes, el caos se desató en focos concentrados. Llegados a cierto punto, una mujer aborigen les quitó el micrófono a los organizadores de Reclaim Australia y todos los que estábamos cerca la rodeamos como si fuéramos un escudo mientras unos hombres blancos enfadados envueltos en la bandera australiana arremetían con violencia contra nosotros. Cuando uno me oyó hablar, mi voz hizo que se detuviera al instante. '¡Es una mujer!', aulló a uno de sus compañeros con sorpresa.

Para el colectivo trans, buscar acceso al tratamiento en Australia es como una carrera de obstáculos burocrática. Cada estado tiene sus propias regulaciones, y casi ningún médico de cabecera está debidamente cualificado. En Sídney, algunos amigos ya estaban tomando hormonas a las dos semanas. En Victoria, se tarda hasta seis meses. Si estás en Australia Meridional, tienes que volar hasta Melbourne para someterte al tratamiento. Es un lío enorme, y es un reflejo de cómo es el día a día de una persona LGBTQ+ en Australia. Estamos muy atrasados y hay estados en los que la "defensa de pánico gay" todavía se contempla en la ley. Ni nuestro sistema judicial ni la gente se toman en serio los crímenes de odio contra el colectivo transPara rematar, nuestro programa para apoyar a los niños queer, trans y de géneros no binarios en las escuelas ha sido suspendido por miembros fascistas del Parlamento.

Todo lo que me ha pasado en la manifestación —que me confundieran de género, la islamofobia que impregnaba el evento, la violencia enfocada hacia la mujer aborigen y la bandera australiana ondeando encima de todo— está interconectado, y ha sido lo más prototípicamente australiano que he vivido. La experiencia de ser transgénero en Australia es la experiencia de sentirse marginado. Pero en vez de sentirme excluido, sentí amor y solidaridad por todos aquellos excluidos por la sociedad convencional australiana, como musulmanes, refugiados y aborígenes".

Escrito por Fury

Grecia

Foto de Penelope Massouri
Foto de Penelope Massouri

Ilia Papadopoulou, 21 años, modelo

"Cuando tenía cuatro años, sabía que yo era una chica. Mi madre también lo sabía. Pero estaba tan ocupada con la escuela que lo ignoramos durante un tiempo, hasta que tuve unos 15 o 16 y empecé a ser verdaderamente consciente de mi identidad. Toda mi familia me apoyó: lo aceptaron inmediatamente.

En Grecia, llevar a cabo la transición puede requerir hasta cuatro años. Por suerte, el proceso fue mucho más fluido: simplemente fue como corregir un error. Después de vivir como mujer durante un año, empecé la transición a los 17 sometiéndome a terapia hormonal. Hay leyes obsoletas en Grecia que obligan a las personas trans a someterse a cirugía si quieren cambiar oficialmente de género en los documentos legales, pero el gobierno está trabajando para corregirlo.

Nunca he tenido muchos amigos, pero ahora que por fin tengo el privilegio de que me consideren del sexo con el que me identifico, la gente me acepta más fácilmente. También me siento más cómoda cerca de la gente de mi pasado. Últimamente he empezado a hacer amigos de verdad".

Según le relataron a Pavlos Toubekis

Publicado originalmente en VICE.com