Conoce a la mujer que tiene una cuenta de Instagram dedicada a la menstruación

Por Monica Heisey; traducción por Mario Abad

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Jennifer Williams lleva @menstrual.blood, un Instagram dedicado a celebrar las reglas en todo su esplendor.

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres

Jennifer Williams es la responsable de @menstrual.blood, una cuenta de Instagram en la que ensalza la menstruación en todo su rojizo esplendor. Conversamos con ella sobre el pudor, las copas menstruales y la sincronización de tu periodo con la luna nueva.

Después de que me hubieran colocado el DIU Mirena, mi ciclo menstrual se fue deteniendo poco a poco. Por tanto, llevo casi tres años sin ver sangre menstrual. Bueno, al menos hasta que di con @menstrual.blood, la cuenta de Instagram que con tanto arte administra Jennifer Williams, publicando fotos de usuarias en las que la protagonista es la sangre menstrual. A esta escritora y música de 26 años natural de Oakland le chifla la menstruación. Contactamos con ella para que nos contara cómo es eso de gestionar docenas de fotos de menstruaciones a la semana, la forma de sincronizar tu periodo con la luna nueva y sobre la capacidad de aprender a aceptar los calambres, los coágulos y las bragas manchadas.

Broadly: ¿Qué te impulsó a crear la cuenta?

Jennifer Williams: La idea se me ocurrió después de ver la cuenta de Instagram skin.is.in, que ya no está activa. En ella se publicaban fotos de toda clase de cuerpos. Me encantaba la idea de que la gente se mostrara tan dispuesta a enseñar partes de su cuerpo que, por lo general, nos suele avergonzar mostrar: vello, estrías, arañazos, cicatrices, moretones, etc. Parecía que muchos de los usuarios eran adolescentes. Era maravilloso ver que, desde una edad tan temprana, empezaban a aceptar y a amar sus cuerpos y los de los demás.

¿Cómo lograste captar a tu público y contar con usuarias que publiquen imágenes? ¿Quién las envía?

La mayoría de las fotos que recibo son de las usuarias habituales, pero siempre van entrando fotos de gente nueva. Cuando abrí la cuenta, me puse a seguir a unos cien amigos, sin decirles que yo era la que estaba detrás de todo aquello. También seguí a gente que encontré en skin.is.in. Supuse que el tema era sencillo y que la gente captaría la idea. Después de unos cuantos meses, hablé del proyecto en mi cuenta personal de Instagram y animé a la gente a participar. Poco después, la publicación The Frisky me dio algo de publicidad, gracias a lo cual gané unos 1.000 nuevos seguidores. Tengo cada vez más, aunque también hay mucha gente que deja de seguir la cuenta a diario.

¿A qué crees que se debe que tanta gente deje de seguirte?

Quizá porque la gente se cansa pronto. Creo que muchos entran por curiosidad pero no quieren estar todo el tiempo viendo este tipo de fotos. Hay muchas fotos de tazas de váter, y estoy convencida de que mucha gente, cuando las ve, pone cara de asco y deja de seguir la cuenta, sin tener en cuenta las razones que las han llevado a seguirla inicialmente. Algunas fotos tienen un encuadre muy artístico o muestran un concepto interesante o muy audaz, como una en la que aparece un dildo cubierto de sangre u otra que muestra unos muslos con unas minúsculas gotas de sangre. Sin embargo, la mayoría de las fotos muestran una visión muy cotidiana de la menstruación. Quizá sea menos interesante, pero es real. Es como mirarte las bragas manchadas entre las rodillas y quedarte impresionada por la mancha abstracta que hay en ellas.

¿Cómo llevas lo de manejar tantas imágenes de sangre menstrual cada semana?

Al principio era muy interesante, y lo sigue siendo, pero con tantos seguidores que moderar y tantas fotos que publicar, hay mucho trabajo. Nunca siento asco. Para mí es muy normal, quizá porque me he acostumbrado a ello. Una amiga que sigue la cuenta me dijo que la mayoría de las fotos le parecían de mal gusto, sobre todo porque la mayoría eran de tazas de váter con sangre, pero que tenía intención de continuar viéndolas para evitar tener esa reacción inmediata.

Algunas de las imágenes también me han parecido muy desagradables, aunque he procurado suprimir ese impulso. ¿Cuál crees que es el origen de esa sensación de asco?

Nos han enseñado –o al menos a mí- que la sangre del periodo es sucia, algo que debemos mantener en la más estricta intimidad y eliminar con lejía, compresas, tampones y esas cosas. Por otro lado, la visión de ciertos procesos y funciones corporales descontextualizados provoca cierto rechazo: el pelo en la cabeza es bonito, pero en la sopa es asqueroso; no te beberías un vaso con tu propia saliva pese a que la llevas en la boca todo el día… Algo cambia cuando estos elementos salen del cuerpo.

Hace unos meses hubo un poco de controversia cuando Rupi Kaur publicó la foto de unas bragas manchadas de sangre menstrual; a Petra Collins también le cancelaron la suya… Instagram no parece hacer muy buenas migas con el cuerpo de la mujer. ¿Tú has tenido problemas con la censura?

Sorprendentemente, no, a excepción de un caso. Publiqué una foto de Julie Montauk, similar a la de Rupi Kaur, que también habían censurado. En la foto de Montauk aparecía una mujer con un vestido y las piernas abiertas, mostrando la ropa interior, que tenía una mancha de sangre. No sé por qué censuran algunas fotos y otras no, sobre todo teniendo en cuenta que mi cuenta está repleta de fotos con sangre menstrual en primer plano. ¿Será porque son imágenes en las que aparece sangre pero ningún cuerpo? Sangre en compresas o tampones, o en la taza del váter, en el lavamanos o en un tarro, difuminando así la idea de que procede de un cuerpo. Las fotos de Montauk y Kaur muestran la relación entre la persona que sangre y su sangre, y su discurso liga visualmente el cuerpo de una cismujer a su menstruación, y eso quizá sea lo que Instagram considera una amenaza.

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¿Qué crees que asusta a la gente –y a Instagram- sobre la sangre menstrual, concretamente?

Creo que la aceptación de la menstruación se percibe como una amenaza para el patriarcado, como una enfermedad, una debilidad. ¿No se supone que las mujeres no pueden ser presidentas del país porque tienen el periodo? Además, hay todo un negocio detrás de la menstruación. Cada mes tienes que comprar todo tipo de productos, sobre todo desechables. Ahora, con las copas y las esponjas menstruales y las compresas reutilizables, dispones de más usos por menos dinero y, además, interactúas más con tu ciclo. Considerar la menstruación como algo distinto a una enfermedad o una especie de desastre íntimo con el que debes lidiar en secreto cada mes distorsionaría el mensaje del patriarcado y su capacidad de ganar dinero con él.

¿Qué relación tienes con tus periodos? ¿Crees que el proyecto ha cambiado tu visión de la menstruación en general o de la tuya en particular?

Hasta hace unos cuantos años, mi percepción del periodo era bastante estándar. Usaba tampones y compresas desechables, no llevaba un control de los ciclos y hacía lo posible por disimularlo. Recuerdo haber oído hablar de una mujer que se restregaba la sangre menstrual por los muslos mientras estaba sentada en la taza del váter, o de mujeres que practicaban el sexo incluso durante su menstruación, y pensar que era asqueroso. Cuando iba a la universidad, me mudé a una cooperativa en la que compartíamos los bienes de consumo, las tareas e incluso los productos para el periodo que se compraban con el dinero colectivo, como las copas menstruales. Me sentí más comprometida con mi ciclo menstrual cuando empecé a usar la copa y a llevar un seguimiento de mis ciclos. Veía cuánto sangraba, el color y la textura de la sangre… Y es inevitable acabar con las manos manchadas, así que al final te acostumbras.

Hace poco dejé de tomar píldoras anticonceptivas y usé un DIU de cobre. Con el cambio, mis menstruaciones eran mucho más profusas, lo cual interpreté como una oportunidad para escuchar a mi cuerpo cuando este me pedía descanso e introspección, y para formar parte de un ciclo. Me di cuenta de que mis periodos se estaban sincronizando con la luna nueva. Empecé a conservar mi sangre menstrual para nutrir las plantas y a usar compresas reutilizables. Mis sentimientos no han cambiado desde que abrí la cuenta. Me alegra mucho que haya tantas seguidoras con experiencias tan diversas: algunas odian sus periodos, a otras les encantan, las hay que no tienen la menstruación y algunas sienten curiosidad, pero al final, todas están ahí para aprender, darse apoyo mutuo y contribuir a normalizar la experiencia.

¿Qué opinas del argumento de que la cultura de internet actual «comparte demasiado», de que se está pecando de un exceso de divulgación o de exhibicionismo entre los jóvenes internautas?

La cuenta de menstrual.blood es internacional. Consideré que Instagram sería un buen lugar para llegar a mucha gente de todo el mundo y abrir un canal de diálogo, sobre todo para los que no tengan otra forma de aprender o mostrarse. Hace unos meses recibí un mensaje privado de un adolescente que me preguntaba por qué había abierto la cuenta. Eché un vistazo a sus fotos, motos, borracheras y amigos… Era un chico de lo más normal. Le dije que quería normalizar la menstruación, ya que a menudo se estigmatiza y se oculta cuando podría percibirse como un fenómeno hermoso y poderoso. Esperaba una respuesta negativa por su parte o que me eliminara, pero me dijo, «¡Genial! ¡Ánimo con ello!». Espero que con este proyecto más personas se sientan orgullosas, o al menos no se avergüencen de sus cuerpos o del cuerpo de sus compañeras o de las desconocidas. Quizá contribuya a entablar un diálogo al respecto en la vida real. Al menos está consiguiendo que la gente lo perciba de un modo distinto.

Además, no hace falta que te encante tu menstruación. Sería genial que la gente viera las fotos que publico y aceptara la menstruación con un talante positivo, si es que no lo hace ya. Pero también es perfectamente válido y radical odiar el periodo. La misma amiga que me decía que la mayoría de las fotos le parecían desagradables pero que seguiría viéndolas sacó el tema. Es radical hablar abiertamente de ello, no ocultar la experiencia y a la vez normalizarlo y encontrar tu propia forma de lidiar con ello cada mes.

Publicado originalmente en VICE.com