El país europeo que no logra elegir Presidente y se pregunta si ya es una "república bananera"

La Justicia anuló las elecciones presidenciales por irregularidades en el escrutinio y ordenó repetirlas. Luego debió posponerlas porque descubrieron que los sobres no cerraban bien

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Alexander Van der Bellen, Norbert Hofer y el ministro del Interior Wolfgang Sobotka mostrando uno de los sobres del escándalo (Reuters/AP)
Alexander Van der Bellen, Norbert Hofer y el ministro del Interior Wolfgang Sobotka mostrando uno de los sobres del escándalo (Reuters/AP)

Austria es una república federal parlamentaria. El gobierno está en manos del canciller, que hoy es el socialdemócrata Christian Kern. El presidente cumple algunas funciones de Estado, pero en su mayoría son protocolares. Por eso nunca se le dio demasiada trascendencia a su elección. Hasta 2016.

El primer dato llamativo fue el triunfo de Norbert Hofer, del ultraderechista Partido de la Libertad (FPÖ por su sigla en alemán), en los comicios del 24 de abril. Se impuso con el 35% de los votos frente al 21% de Alexander Van der Bellen, del Partido Verde. Sin embargo, como ninguno alcanzó la mayoría, tuvieron que ir a una segunda vuelta.
La elección empezó a levantar temperatura con el ballotage. El recuento provisional realizado el mismo día de la votación, el 22 de mayo, daba ganador a Hofer con el 51,9% de los votos. Pero había que esperar el resultado de los sufragios por correo. El escrutinio definitivo dio triunfador a Van der Bellen por un insignificante 50,3 por ciento. La diferencia fue de sólo 30.863 votos.

Entonces comenzó el verdadero escándalo. El presidente electo debía entrar en funciones el 8 de julio. Nunca asumió. En una decisión sin precedentes en la historia de Austria a nivel federal, la Corte Constitucional resolvió el 1 de julio que las elecciones debían repetirse por las irregularidades detectadas en el escrutinio de los sufragios por correo.

La legislación establece que se deben empezar a contar al día siguiente de la elección, pero en algunos centros los abrieron el día anterior. Además, al menos 60 testigos denunciaron que muchos de los oficiales a cargo del escrutinio no siguieron los procedimientos preestablecidos. Por ejemplo, muchos votos se contaron sin observadores presentes. Si bien la Corte no halló evidencias de que se hubiera producido una manipulación en favor del ganador, detectó que un total de 77.926 sufragios estuvieron afectados por estas irregularidades.

 
Norbert Hofer, el candidato del ultraderechista FPO (AP)
Norbert Hofer, el candidato del ultraderechista FPO (AP)

"El problema de fondo no es que Austria sea inepta o desordenada, ni que haya habido un intento de manipular las elecciones. Lo que pasa es que las leyes austríacas son muy complejas desde el punto de vista procedimental y muy formalistas, llegando a ser impracticables o difíciles de aplicar. Entonces la gente toma atajos que suelen ser aceptados. Esto es aplica al caso de las elecciones, donde algunos procedimientos no se siguieron al pie de la letra para simplificarlos", explicó Reinhard Heinisch, profesor de política austríaca en la Universidad de Salzburgo, consultado por Infobae.

Desde el 8 de julio, cuando el presidente Heinz Fischer terminó su mandato, el puesto quedó vacante. En realidad, es transitoriamente ocupado por un triunvirato compuesto por Doris Bures, Karlheinz Kopf y… el mismísimo Norbert Hofer. La fecha fijada para repetir los comicios fue el 3 de octubre.

El bochorno terminó de completarse a mediados de septiembre, a semanas de los nuevos comicios. ¿Qué pasó? Una ciudadana que tenía en su casa el sobre oficial cerrado, con su voto adentro, se dio cuenta de que el pegamento estaba fallando y que el sobre se abría solo. En este caso fue el Gobierno el que tomó una nueva decisión sin precedentes: posponer las elecciones por el "pegamento-gate". La nueva fecha, el 4 de diciembre.

"Otro de los complejos requerimientos legales —continuó Heinisch— es el uso de sobres especiales para estos votos por correo. Tienen una solapa y un sellador particular para evitar alteraciones. Aparentemente, son difíciles de producir en grandes números, y no pueden ser reemplazados por sobres regulares. Como todas las miradas van a estar puestas en esa votación, y temiendo otra impugnación legal, el Gobierno decidió mover las elecciones a diciembre".

 

¿Una república bananera?

Nadie puede creer la serie de eventos que se encadenaron este año en Austria, considerado un país rico, culto y con altos estándares institucionales. La secuencia parece propia de una precaria democracia tercermundista, no de un país ubicado en el corazón de Europa. "Esta república no es capaz de llevar adelante una elección de manera ordenada. Simplemente queremos a nuestra Austria de regreso", dijo Hofer, en un claro intento por sacar provecho del escándalo, como si de alguna manera le hubiera dado la razón.

"Las anomalías de la primera elección hay que ponerlas en el contexto de la estrategia política de FPÖ. Ellos prepararon la impugnación por anomalías ya durante la campaña electoral. Difundieron teorías conspirativas, con 'pruebas' de posibles fraudes planificados por otros partidos contra FPÖ. Hay muchos jueces y juristas que dudan y se quedaron sorprendido por el fallo del Corte. Supongo que la estrategia del FPÖ ejerció cierta presión, ya que la Corte no quería dar leña al discurso antisistema", dijo a Infobae Tobias Boos, profesor del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Viena.

Lo cierto es que las cosas llegaron al punto de que el Kronen Zeitung, periódico de mayor tirada del país, le preguntó en una entrevista al líder derechista si Austria se había convertido en una república bananera, término que por estos meses se popularizó en la prensa austríaca. "No… pero todavía queremos a nuestra Austria de regreso", respondió Hofer en aquella ocasión.

"La repetición de las elecciones por la decisión de la Corte también podría verse como un signo de que la democracia funciona. El caso del pegamento debe verse de otra manera: es simplemente mala suerte. Como dice la ley de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal. Fue un desastre que haya ocurrido justo ahora", dijo Reinhold Gärtner, profesor de ciencia política en la Universidad de Innsbruck, en diálogo con Infobae.

Alexander Van der Bellen, el candidato del Partido Verde (Reuters)
Alexander Van der Bellen, el candidato del Partido Verde (Reuters)

Si se mira el impacto de las decisiones tomadas —anulación, repetición y posposición de elecciones presidenciales— la situación del país parece escandalosa, y en algún punto, comparable a la de una república bananera. No obstante, cuando se miran las irregularidades que llevaron a esas determinaciones, no parecen demasiado graves. En la mayor parte del mundo se habría hecho caso omiso de ellas. Quizás haya que mirar el proceso político que está detrás para entender por qué Austria llegó a esto.

"El establishment político tenía miedo de que FPÖ esté constantemente cuestionando el resultado de las elecciones, socavando la legitimidad del presidente electo. Ahora, como consecuencia, puede que Austria termine con Hofer como presidente y, en última instancia, con Heinz-Christian Strache (líder de FPÖ) como canciller", afirmó Heinz Gärtner, director académico del Instituto Austríaco de Asuntos Internacionales, consultado por Infobae.

Todavía no se sabe cómo va a terminar la película. Pero a esta crisis hay que verla como un síntoma del avance de un partido populista de extrema derecha, que es en sí mismo una impugnación al orden democrático.

"Es una expresión de una crisis más profunda en el campo político austríaco, al que FPÖ logró dominar, empujando a los otros partidos y dictando la agenda temática en los últimos años. La Socialdemocracia está perdiendo su base social y electoral frente a la ultraderecha, que se muestra muy hábil para crear un discurso antiestablishment", dijo Boos.

 

Qué es el FPÖ y qué pasaría si llegara a ganar

"El FPÖ es, por un lado, parte del fenómeno de los movimientos populistas en Europa —dijo Heinz Gärtner—. Se basa en una propaganda atávica y étnica. El flujo de refugiados es un buen pretexto para ellos, que también sostienen que la Unión Europea socava la identidad nacional. Por otro lado, hay razones domésticas. Gran parte de los austríacos están insatisfechos con la gran coalición gobernante".

El FPÖ fue fundado en 1956. En ese sentido es precursor de muchos movimientos nacionalistas de extrema derecha en Europa. Sin embargo, empezó a tener verdadera relevancia política de la mano de la globalización, como una reacción conservadora.

Su momento de mayor trascendencia llegó en 1999, cuando entró como miembro minoritario a la coalición de gobierno. Pero la experiencia fue desastrosa y el partido se fue a pique en los años siguientes. Sin embargo, con el auge de los movimientos eurófobos que se desató después de la crisis de 2008, volvió a ganar protagonismo.

"Si Hofer ganara la elección, podría ser una señal para otros partidos populistas de derecha en Europa. De todos modos, el presidente en Austria no tiene las mismas posibilidades que en los países presidencialistas", dijo Reinhold Gärtner.

La cuestión del poder real del presidente fue uno de los grandes temas de campaña. Hofer insinuó que, en caso de ser electo, utilizaría facultades que, si bien son constitucionales, ya cayeron en desuso hace tiempo, como disolver el parlamento. En todo caso, la mayor amenaza no sería su triunfo per se, sino lo que podría hacer para que el partido se alce con la mayoría parlamentaria y pase a controlar el gobierno.

"En elecciones nuevas es bastante probable que gane el FPÖ y que luego Strache sea electo canciller —dijo Boos—. Qué se puede esperar a partir de ahí es difícil de estimar. El FPÖ usa mucho como referencia al gobierno autoritario y de ultraderecha de Viktor Orbán en Hungría. También tiró la idea de fusionar en algún momento la posición del presidente y del canciller e implementar una presidencia fuerte".

Ése sería el escenario más trágico, pero aún falta mucho para ello. Lo único seguro es que Austria está caminando por un desfiladero, y que en cualquier momento se puede caer.

"Si Hofer fuera presidente no habría cambios políticos inmediatos, como medidas autoritarias. Pero cambiaría la atmósfera. Se incrementarían las discusiones nacionalistas y la hostilidad hacia los extranjeros. Eventualmente, ayudaría Strache, hombre fuerte del FPÖ, a ganar el parlamento en las elecciones de 2018. A nivel europeo, alentaría a los partidos populistas de otros países a criticar la integración desde un punto de vista nacionalista".

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