
"Alí lo hizo todo. Él fue hasta allí y habló con el joven hasta que decidió bajar. Un psicólogo y un sacerdote lo habían intentado, pero Alí lo logró", admitía un portavoz del Departamento de Policía de Los Ángeles aquél 19 de enero de 1981.
En esos tiempos, el estadounidense ya era un boxeador consagrado y reconocido en todo el mundo, sin embargo la fama nunca superó su humanidad.
Eran las dos de la tarde del lunes cuando Muhammad Alí se enteró de lo que estaba sucediendo en el 5410 de Wilshire Boulevard: un joven de 21 años quería suicidarse desde el noveno piso del edificio Miracle Mile.
A bordo de su Rolls Royce marrón, el campeón mundial dejó de lado lo que estaba haciendo, cambió su rumbo y se dirigió rápidamente hasta el lugar. Al bajar del auto, la gente que se había agolpado frente al edificio, sorprendida por su presencia, comenzó a vitorearlo: "¡Alí, Alí, Alí!".
Haciendo oídos sordos a los gritos de los fanáticos, se acercó a la policía y se ofreció como voluntario para tratar de disuadir al suicida. "Sí, claro", le respondieron los oficiales a cargo.

Alí, quien dos días antes había cumplido 39 años, miró hacia arriba y vio a "Joe" sentado en la cornisa de la ventana. "Cada vez que alguien se acercaba, el tipo se ponía de pie o balanceaba los pies. Teníamos miedo. Si intentábamos usar una red o algo, él se tiraría", explicaba el vocero oficial.
Sin dudarlo, el púgil subió hasta el noveno piso a una velocidad increíble. Desde una ventana cercana, sacó la mitad del cuerpo hacia el exterior y comenzó a hablarle.
"Tu eres mi hermano. Te quiero y no te mentiría. Tienes que escucharme. Quiero que vengas a casa conmigo y que conozcas a algunos de mis amigos", exclamaba el tres veces campeón del mundo.

"Nadie me quiere. ¿Por qué te preocupas por mi? Yo no soy nadie", arremetía el oriundo de Michigan, sumergido en un ataque de depresión.
"Sí eres alguien", le contestó Muhammad Alí entre lágrimas, "si saltas irás al infierno porque no tendrás opción de arrepentirte", agregó.
Aquella conversación duró 20 tensos minutos. El llanto del corpulento boxeador, de casi dos metros, conmovió al joven que finalmente cedió y lo abrazó. Poco después las cámaras de la CBS News mostraban como ambos salían del edificio sin hacer declaraciones.

Tras rescatarlo, el ídolo nacido en Louisville lo subió a su Rolls Royce. Primero lo llevó a la comisaría y posteriormente al hospital psiquiátrico. "Joe" (como lo dio a conocer la prensa) era un veterano de la era post-Vietnam.
Sin embargo, para el gran campeón de los pesos pesados la historia no acabó en ese instante: Alí también ayudó al hombre con sus estudios y a conseguir trabajo. Emocionado, declaró: "Voy a ir a visitarlo todos los días al hospital. Voy a llevarlo a la casa para que se encuentre con sus padres y voy a caminar las calles con él, para que vean que es grande".
Deportista, humorista, consejero. Muhammad Alí mostró varias facetas de su personalidad a lo largo de su vida, hasta que, en la noche del 3 de junio, un choque séptico -provocado por causas naturales no especificadas-, se llevó su último suspiro.
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