La revolución de Tite, el entrenador que devolvió a Brasil a la cúspide

Cómo hizo para sacar del abismo a un equipo golpeado por las frustraciones y trasformarlo en líder indiscutido de las Eliminatorias Sudamericanas

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Tite y Neymar, los máximos responsables de la resurrección de Brasil en las Eliminatorias (AFP)
Tite y Neymar, los máximos responsables de la resurrección de Brasil en las Eliminatorias (AFP)

Cada vez con más frecuencia, aparecen entrenadores que recorren los mejores clubes del mundo y se interesan por aprender otros métodos de trabajo. Y aunque no es algo común en un fútbol insular como el brasileño, reticente a las ideas extranjeras, Adenor Leonardo Bacchi, mejor conocido como Tite, tiene una horma distinta a la de Dunga o Scolari. El actual DT de la selección brasileña, a diferencia de sus antecesores, es un técnico brillante, de mente abierta, que rompe con la matriz del típico estratega carioca. Su desembarco significó un quiebre en la tradición brasileña de repetir directores técnicos, y a su vez, la salvación de un equipo golpeado tras el Mundial 2014 y la Copa América Centenario 2016.

Brasil volvió a ser la selección más temible de Sudamérica, un mérito sostenido por años, dilapidado paulatinamente en la última década. Desde que asumió Tite, ganó siete partidos de Eliminatorias en fila, con 22 goles a favor y solamente dos en contra. La remontada en Montevideo le dio aún más solidez a su liderazgo en la tabla de posiciones. Quedó siete puntos por delante de Uruguay, su principal perseguidor. A falta de cinco partidos, tiene 10 unidades de margen sobre el repechaje. Está virtualmente clasificado a la próxima Copa del Mundo.

Tite charla con sus dirigidos durante un entrenamiento de Brasil (Reuters)
Tite charla con sus dirigidos durante un entrenamiento de Brasil (Reuters)

A los 55 años, Tite reafirma todo lo que había insinuado en Corinthians, donde mostró capacidad para ser uno de los mejores técnicos del continente. Pudo haber tomado las riendas del Scratch tras la destitución de Mano Menezes, en 2012, pero la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) se inclinó por Luiz Felipe Scolari, el timonel de los campeones del mundo del 2002. Sin una generación tan deslumbrante como la que encabezaban Cafú, Roberto Carlos, Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho, y sin tener que jugar las Eliminatorias por estar clasificado como país anfitrión del Mundial, Felipão tuvo un ciclo mediocre y acabó pisoteado al perder 1-7 frente a Alemania en las semifinales del torneo.

Dunga se hizo cargo de la alicaído seleccionado brasileño, mientras Tite visitaba Madrid para entrevistarse con Carlo Ancelotti. Llevaba un año sin dirigir. Había ganado el Campeonato Brasileño 2011, la Copa Libertadores 2012 y posteriormente el Mundial de Clubes con el Timão, pero era catalogado como un técnico aburrido, de planteos austeros, generador de partidos cerrados y abusador del contraataque. Para sacarse esas etiquetas, decidió empaparse de los conocimientos del entrenador italiano, principalmente de sus trabajos ofensivos. Y cuando volvió al Corinthians, equipo con el que ganó nuevamente el Campeonato Brasileño 2015, demostró que era capaz de atacar con más fuerza y frecuencia, con más vértigo y presionar de forma más intensa. Sus equipos mantenían el equilibrio, pero ahora amenazaban, eran protagonistas y tenían más contacto con el balón.

Cuando el período de Dunga colapsó tras la eliminación en primera ronda en la Copa América Centenario 2016, agravando una crisis progresiva que parecía imparable, Tite tuvo su oportunidad. La obtención de la medalla dorada en los Juegos Olímpicos 2016 fue una ráfaga de viento a favor y la base para la construcción de un nuevo equipo más joven y hambriento. Renovó la plantilla y le imprimó cuatro valores importantes: transparencia, democratización, excelencia y modernidad. No es casualidad que en sus primeros partidos, la capitanía haya pasado por Dani Alves, Miranda, Fernandinho, Renato Augusto y Neymar, una iniciativa que motivó el liderazgo colectivo.

En lo futbolístico, su 4-3-3, adaptable a un 4-1-4-1, es sólido atrás y peligroso adelante. El portero Alisson sólo encajó dos goles en ocho partidos. Marquinhos, joven central del PSG, es el líder de una primera línea integrada por Dani Alves, Miranda y Marcelo (o Filipe Luis). El mediocampo, con Fernandinho (o Casemiro), Renato Augusto y Paulinho, recupera y juega simple, está lejos del 'jogo bonito' pero es fiable. Neymar está revitalizado: en siete partidos con el nuevo seleccionador, suma cinco goles y seis asistencias. Junto a Willian y Coutinho, el encargado del desequilibrio y de abastecer a Firmino o Gabriel Jesús. Todos nombres que integran la reforma de fútbol brasileño bajo un proyecto con síntomas de planificación a largo plazo.

La selección de Brasil, invicta en las Eliminatorias Sudamericanas bajo las órdenes de Tite
La selección de Brasil, invicta en las Eliminatorias Sudamericanas bajo las órdenes de Tite

El pleno de triunfos como seleccionador lo destaca sobre sus antecesores. Según MARCA, Dunga alcanzó el 69,7% de victorias en sus dos etapas (2006-2010 y 2014-2016). Scolari el 69,8% en la suyas (2001-2002 y 2012-2014) y Mano Menezes el 69,6% (2010-2012). Es cierto que el camino de Tite recién comienza, pero ha ganado sus ocho encuentros: 3-0 a Ecuador, 2-1 a Colombia, 5-0 a Bolivia, 2-0 a Venezuela, 3-0 a Argentina, 2-0 a Perú, 4-1 a Uruguay por Eliminatorias y un amistoso por 1-0 a Colombia en homenaje al Chapecoense. Además, bajo la tutela de Dunga, Brasil recibía 0,6 tantos por partido y marcaba un promedio de dos goles por encuentro. Con Tite el promedio de goles encajados descendió a 0,14 y el de tantos a favor ascendió a 2,6.

Nueve meses atrás, una visita a Uruguay hubiera sido todo un sacrificio para Brasil. Y difícilmente hubiera podido revertir un 1-0. Tras el gol de Cavani, al equipo de Tite le tocó remontar por primera vez un partido y, lejos de desmoronarse, apenas mostró fisuras y le anotó cuatro veces a un rival que solo había concedido un gol de local. Establecieron un nuevo récord de triunfos en la historia de las Eliminatorias de la Conmebol. Superaron los seis partidos ganados de forma consecutiva por la selección brasileña en 1969, un equipo que luego brillaría en la Copa del Mundo de México 1970 con Mario Zagallo en el banquillo, pero que fue construido por João Saldanha, un entrenador que aprendió táctica con el DT húngaro Dori Kuschner en Botafogo y que, además de perder su puesto por cuestiones políticas, fue despedido por algunas decisiones que tomó tras un viaje de aprendizaje a Europa.

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