Hillary y el apoyo más esperado

Por Franco Rinaldi

Compartir
Compartir articulo

Especial desde Filadelfia

El miércoles por la noche, el presidente Barack Obama ratificó sus cualidades de gran orador. Nada nuevo. Además, su discurso fue un gran envión para la candidata del Partido Demócrata. Posiblemente el mejor que puede tener, considerando los niveles de aprobación que tiene Obama en sus últimos meses en la Casa Blanca.

Me encanta y siempre me encantó cómo habla el presidente de los Estados Unidos. Más allá de la habilidad, su redactor del discurso y del mito que la propia administración Obama hizo correr de que el Presidente se involucra mucho en los discursos que después lee con un carisma que todos vamos a extrañar, Barack Obama es un gran intérprete de lo que le escriben.

Dicho esto, lo más importante del discurso de Obama, además de un envión que se tendría que ver en las encuestas, es lo que el Presidente no dijo.

Obama habló durante casi 50 minutos y una vez admitió que él también cometió errores, una verdad de Perogrullo, dicho sea de paso. Pero no dijo cuáles. No dijo qué le falta a Estados Unidos, no dijo qué piensa del terrorismo islámico ni cómo fracasó la política de intentar dialogar con el terrorismo radicalizado, ni ofreció un balance de su acuerdo con Irán.

No dio detalles de por qué Hillary, quien durante 4 años pudo hacer mucho por eso y no sólo no lo hizo, sino que ISIS empezó a crecer exponencialmente hasta lo que es hoy, después de sus años al frente de la política exterior. Sí, en cambio, fue específico para hablar de la cacería y la muerte de Osama Bin Laden, que, como todos sabemos, fue una tarea mucho más de la administración del ex presidente George W. Bush que de la de Obama.

Más importante, el presidente de los Estados Unidos no acusó recibo de la grieta que tiene adentro del Partido Demócrata.

Mientras él hablaba, muchos de los delegados del senador Bernie Sanders, que todavía se quedaron en la Convención, gritaron por el senador que quedó en el camino de la interna y mostraron sus carteles para pedir la eliminación del tratado transpacífico de comercio que integran 12 países (TPP, por sus siglas en inglés).

Más allá de las opiniones que cada uno pueda tener sobre el TPP, si es bueno o malo para América y para Estados Unidos en particular, la percepción aquí de que ese acuerdo de libre comercio atenta contra los trabajos en el país es creciente y necesita una atención política. Pero, además, requiere una atención política del Partido Demócrata, porque el senador Bernie no fue una posición minoritaria en la primaria. Sanders obtuvo más del 40% de los votos que se emitieron durante toda la primaria demócrata. El discurso con el que entusiasmó a tantos demócratas el senador de Vermont dista mucho del relato que nos contó Tim Kaine, que el miércoles a la noche fue el orador que peor la pasó, o incluso Joe Biden, quien habló poco de la actualidad porque su principal destinatario fue el candidato republicano, a quien acusó de ser un hombre millonario que no entiende la problemática de la clase media. Pues bien, buena parte de la clase media y los sectores económicos de menores recursos habilitados para votar no comparten tampoco la posición del actual vicepresidente de los Estados Unidos.

Bernie Sanders, con un discurso muy crítico, estuvo a punto de arrebatarle la elección a la preferida del partido. Tanto es así que los Wikileaks no hicieron más que corroborarlo. Pierde relevancia si los mails fueron hackeados por los rusos u otros. En todo caso, avergüenza en dos sentidos al Partido, en primer lugar, por el contenido de esos mails y lo que revelan y, segundo, por la vulnerabilidad de la seguridad de esos mails. Tema no menor, porque une a la memoria reciente norteamericana el escándalo del que dudosamente salió indemne la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.

Los redactores del discurso de Obama, creo, sin embargo, cometieron su peor error al escribirle un discurso que pasa por alto que el Presidente demócrata está hace más de 7 años en el gobierno y que eso lo obliga a hacerse responsable de los problemas que describe como ajenos, o las elusiones de la violencia policial, la problemática racial, los dilemas que tuvo para conseguir acuerdos bipartidarios en el Congreso, qué fue lo que fracasó cuando le cerraron la administración, algo que pasó en su Gobierno y que no pasaba hacía casi 20 años. El punto más bajo de su discurso fue cuando hizo mención a que la democracia funciona y lo hizo con su habitual tono canchero y de educando. Difícilmente salga bien que alguien que quiere ganar votos del electorado le hable a este como si no entendiera las cosas.

Hillary Clinton, el Partido Demócrata necesitan arrebatarle votos a Donald Trump, no sugerir cierta ignorancia de aquellos que lo votan. Eso se vio reforzado cuando Obama mencionó que fuera de Estados Unidos no entienden cómo llegó el país a esta instancia. Pues bien, el trabajo es entender y construir una oferta que satisfaga esas demandas. Finalmente, tal vez ese sea el punto neurálgico de cualquier compulsa electoral.

Por último, el presidente Obama hace mal al mencionar que la democracia funciona, justo en el medio del escándalo en donde siguen saliendo a la luz nuevos emails que evidencian que la Convención Demócrata prácticamente habría arreglado que Hillary Clinton sería sí o sí la nominada.

El último día se desarrolló sin mayores novedades. Una concatenación de oradores menores que más o menos efusivamente señaló lo malo que sería una victoria de Donald Trump y la necesidad de pararlo al elegir a la ex senadora Clinton.

El jueves habló Hillary, el último día de la Convención. Un show único en el mundo. La gran pregunta que debió responderse esa noche fue si Hillary tenía algo más para mostrar que críticas ácidas a Donald Trump y hablar de su incansable trabajo en política o administración pública. Con ese discurso habremos llegado, a la semana de la Convención Demócrata, pos Convención Republicana, con mayoría de encuestas que posicionan arriba a Donald Trump por sobre la ex secretaria de Estado para llegar el 8 de noviembre a la Casa Blanca.

 

@FrancoVRinaldi

 

Es licenciado en Ciencia Política (UBA). Autor de "El niño del año" (2011) y "Aerolíneas Argentinas. 2000 días de pérdidas" (2014).