Henrique Meirelles y José Serra, los hombres fuertes del gabinete de Michel Temer en Brasil

El ex presidente del Banco Central de Brasil durante la presidencia de Lula será el ministro de Economía, y el ex rival de Dilma Rousseff en las presidenciales de 2010, el canciller. El flamante mandatario necesita estabilidad económica y reconocimiento internacional para sobrevivir

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Henrique Meirelles calmó a los mercados durante el gobierno Lula, ahora los anima junto a Michel Temer: el ortodoxo asumió como ministro de Hacienda del gobierno interino de Brasil, en uno de los peores momentos de la economía nacional.

Sus ocho años al frente del Banco Central de Brasil durante la presidencia de Lula, sumados a su amplia experiencia en el sector financiero, dotan a este ingeniero y administrador de 70 años de la experiencia política y la capacidad técnica para enfrentar el huracán económico actual.

Brasil se debate en una honda recesión que derrumbó su economía un 3,8% en 2015, su peor resultado en 25 años. Este año podría cerrar con una contracción igual o peor, según cálculos del mercado.

De corroborarse ese pronóstico, sería el primer bienio recesivo desde la década de 1930. Como en 2017 se anticipa un crecimiento cero, muchos expertos aseguran que Brasil enfrenta su peor recesión en un siglo.

Brasil se debate en una honda recesión que derrumbó su economía un 3,8% en 2015

La inflación anualizada se acerca a los dos dígitos y el desempleo registró de enero a marzo su peor resultado desde que se inició la serie en 2012.

La prioridad de Meirelles será impulsar el ajuste fiscal que el gobierno de la presidente Dilma Rousseff trató de llevar a cabo pero que chocó con un Congreso en rebeldía, que terminó impulsando su destitución.

Pero no será fácil aprobar las medidas impopulares que expertos coinciden tendrán que ser tomadas. Un techo al gasto público, una reforma al sistema de pensiones y una racionalización del gasto tributario se destacan en la agenda de trabajo, que comienza este mismo jueves, cuando el flamante presidente lo posesione.

No es la primera vez que Meirelles llega al Gobierno como un tranquilizante de la angustia de los mercados. Pasó en 2002, cuando el ex presidente izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva se perfilaba como ganador de las elecciones y la desconfianza que le tenían los mercados e inversores provocó una disparada de la inflación y de las tasas de interés, colocando al país al borde del default tras la crisis argentina.

El conservador Meirelles, que comandó el Bank of Boston y hasta este jueves estaba al frente del Banco Original de Brasil, asumió el Banco Central y lo dirigió con absoluta ortodoxia.Y Brasil vivió en esos años uno de sus mejores momentos económicos, interrumpidos por la crisis de 2008.

Su trabajo fue apoyado por el entonces ministro de Hacienda, Antonio Palocci, y el grupo de notables del que se rodeó porque no era experto en política monetaria.

Al ser nombrado presidente del ente emisor, Meirelles había recién ganado un escaño en la Cámara de Diputados, elegido por el estado de Goiás (centro oeste) con más de 180.000 votos. "Vuelvo a mi hábitat, que es el mercado financiero. Renuncio a mi pequeña carrera política", dijo entonces.

La inflación cayó de l12,53% en 2002 al 3,14% en 2006, la única vez que cerró por debajo de la meta oficial de 4,5% que se mantiene hasta hoy.

Es considerado un adicto al trabajo, que duerme unas cinco horas al día. Se casó a los 55 años con una médica alemana que pasó su adolescencia en Brasil.

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A sus 74 años, José Serra ha ostentado casi todos los cargos del poder brasileño, excepto uno: el de presidente. Fue derrotado en 2002 por un Lula imparable y en 2010 por su sucesora, Dilma Rousseff, cuya suspensión le ha vuelto a abrir ahora las puertas del Ejecutivo.

El Ministerio de Relaciones Exteriores es una cartera clave en momentos en que el mundo mira a Brasil y la mandataria suspendida denuncia ante la comunidad internacional ser víctima de un "golpe"

El ex gobernador de San Pablo será nombrado este jueves por el presidente interino Michel Temer ministro de Relaciones Exteriores, una cartera clave en momentos en que el mundo mira a Brasil y la mandataria suspendida denuncia ante la comunidad internacional ser víctima de un "golpe".

La Organización de Estados Americanos ya anunció que consultará sobre la legalidad de su pedido de impeachment a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Serra, uno de los fundadores del opositor PSDB (socialdemócrata), tendrá de su lado el profundo conocimiento de los resortes del poder brasileño que ha cultivado en sus tres décadas de carrera institucional.

Senador hasta ahora, este economista exiliado en varios países durante la dictadura militar (1964-1985) fue elegido diputado en 1986 e integró la Asamblea Constituyente que redactó la carta magna vigente.

Con su compañero de partido Fernando Henrique Cardoso como presidente de Brasil, Serra asumió su primera cartera en 1995, cuando fue nombrado ministro de Planificación. Su periodo más recordado en Brasilia, sin embargo, fue al frente del Ministerio de Salud, donde implementó importantes programas contra el sida.

Desde allí se lanzó en 2002 a su primer intento de ser presidente, pero fue derrotado por el arrollador Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores. Serra regresó entonces a San Pablo, donde fue elegido alcalde y después gobernador, antes de probar de nuevo su salto a la presidencia de Brasil.

Esta vez se encontró con una popular Dilma Rousseff, en la campaña del 2010, empujada entonces por la bonanza económica y los éxitos de su predecesor. Seis años después, en la histórica sesión de la madrugada de este jueves en el Senado, votó a favor de abrirle un juicio político.

"Estoy a favor del impechment sin ninguna alegría, ninguna conmemoración. La destitución es un proceso largo, penoso, causa sufrimiento personal, produce hasta alianzas extrañas, representa una casi tragedia para el país", afirmó desde el estrado.

Conocido por su carácter explosivo, Serra se ha visto implicado en múltiples polémicas durante su carrera. La más reciente saltó en diciembre, cuando la ministra de Agricultura y aliada de Rousseff, Katia Abreu, le lanzó una copa de vino después de que el senador la llamara "enamoradiza".