Pablo Avelluto: "Detrás de la retórica combativa había gente contando plata"

El Ministro de Cultura le contó a Infobae cómo lleva adelante una de las tareas más complicadas de este gobierno: restaurar la cultura del diálogo y el disenso

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- ¿Qué fue y para qué sirvió la batalla cultural?

- Durante estos 10 años hubo una idea de utilizar el dispositivo cultural en servicio de un proyecto político con vocación hegemónica. No creo que se trate de una batalla porque la democracia no es una batalla. La democracia es diversidad de voces, distintos puntos de vista. Si estamos hablando de batallas, estamos hablando de un nivel de conflicto que para mí no es aceptable. Había una nostalgia en la retórica en el lenguaje político del kirchnerismo. Siempre había una evocación de los 70. No solo en la reivindicación de las figuras como Cámpora o en la reivindicación de la juventud de los años 70, sino en la utilización del lenguaje político que tiene que ver con aquel momento que para algunos es maravilloso y para otros penoso.

- ¿Cómo se recompone este estado de cosas?

- La necesidad de contribuir a un diálogo más maduro en el cual las argumentaciones vuelvan a tener peso, sin duda es una responsabilidad de todos los sectores. Si yo lo que propongo es la eliminación del adversario y, bueno, ahí voy a tener un problema. En los últimos años, no todos, pero muchos plantearon la discusión en esos términos. Cuando vos empezás a ver que detrás de esas argumentaciones lo que había eran negocios y maneras de lavar dinero, uno empieza a pensar "bueno, qué estábamos discutiendo". Lo que no forma parte de la democracia es la exclusión del otro. En ese punto la construcción cultural puede aportar si deja de excluir voces discordantes. La cultura argentina va a estar viva si sus manifestaciones contemporáneas están vivas. Si vivimos de nuestro pasado, vivimos de una herencia que pronto se acaba.

- ¿Pero cómo lo llevas adelante?

- Es como todo proceso en la política. Son persuasión, convencimiento, conflicto, discusión. Ojalá uno pudiera llegar cada noche a su casa agotado con la sensación de estar moviendo un edificio cultural gigantesco como es este ministerio, a veces digo, todo lo que falta por hacer. Siento que cada día vamos moviendo unos centímetros esa montaña de elefantes que hace mucho no se movía.

- ¿Por qué las políticas culturales no tienen continuidad?

- Por primera vez, que yo recuerde, hemos llamado a concurso para las direcciones de todos los museos nacionales precisamente porque lo habitual en la Argentina cuando cambiaba el gobierno era cambiar a los directores de los museos. Eso es lo que yo busco, para que cuando yo me vaya, tengamos algo acorde, profesional, que pueda atravesar los niveles de la política porque la discusión sobre los museos es técnica, no ideológica, es como hacer para que la gente vaya a los museos y no sea simples lugares de cosas viejas u obsoletas. La renovación y modernización, la puesta a punto, es una cuenta pendiente.

- Dijo textualmente "era gente contando plata". ¿Cómo se trasladó a cultura eso de contar plata?

- Hemos recibido una gestión con un gran desorden administrativo. Miles de facturas impagas, más de mil nombramientos en el último, deterioro enorme en la infraestructura, había líneas de celulares para funcionarios que ya habían dejado, había gastos no rendidos de años anteriores de viáticos de funcionarios que recibían plata y después no rendían los viáticos. El trabajo administrativo que tuvimos en los primeros meses fue monumental. Encontramos una inspección muy caótica, encargamos auditorías que se están terminando en relación a las concesiones. El ministerio ha encontrado publicaciones almacenadas que nunca se distribuyeron. La verdad que lo que más me impresionó fue el deterioro de la infraestructura de los edificios donde hay museos o donde trabaja la gente. El teatro Cervantes tiene andamios en la calle sosteniendo para que no se caiga encima de la gente y que no se haya podido resolver. La Casa de Tucumán estaba hecha pelota. Pero lo que no se ve, la luz, los caños, estaba con muchos problemas de estructura, la casa donde nació nuestra independencia estaba con muchísimos problemas estructurales. Corrimos a hacer los cambios para que el 9 de julio, cuando estén todos los gobernadores y el presidente, puedan celebrar que la casa está aún en pie.