En medio de la investigación por el crimen de las argentinas en Ecuador, Renata Echave, una joven chilena que compartió los últimos cinco días de Marina Menegazzo y María José Coni en Montañita, contó cómo fue su relación y en qué estado se encontraban las mochileras. Opinó que por el estilo de vida que llevaban, su secuestro y crimen fue planeado.
"Estaban en una situación vulnerable al estar tantos días allá con bajo presupuesto y solas. Yo creo que las tenían vistas, las tenían identificadas y las raptaron a la fuerza. Eran llamativas y Montañita es chico, ubican a todo el mundo", graficó Renata.
A pesar de esto, dijo que nunca vio a Alberto Segundo Mina Ponce ni a Aurelio Eduardo Rodríguez, los dos detenidos por el crimen, y sostuvo que la vida de las argentinas no era para preocuparse: "Eran súper relajadas, pero muy cuidadosas. Habían argentinas que las veías pasadas de tragos todos los días y rodeadas de hombres, pero ellas nunca. Correteamos todos los días que estuve allí juntas, fueron cinco noches y no las vi ni drogadas, ni ebrias. Se veían sanas, tomaban muy poco".
También descartó que tanto Marina como María José hayan estado amenazadas: "Nunca nos contaron si les había grave. Si hubieran estado asustadas nos habrían dicho algo y yo no supe nada extraño. Al contrario, esa noche (la última que estuvieron juntas) las vi relajadas y contentas".
Con respecto a la última noche que las vio, la del 21 de febrero, un día antes del asesinato, Renata detalló: "Las vi caminando en la calle de los cocktails. Las saludamos y después nos volvimos a encontrar en una disco. Las vi bailando relajadas y me contaron que ese día les había ido súper bien con la venta de las frutas. Como era sábado vendieron todo".
Las mochileras argentinas vendían ensalada de frutas a dos dólares para pagar el hostel JM donde se hospedaban y así poder quedarse más tiempo en Montañita. Según le contó Renata al sitio Big Bang News, vincularon muy rápido con Marina y María José, quienes les pedían que les compren las ensaladas.
"Las vi el primer día que llegué. Estábamos en la playa con un grupo de ocho chilenos tomando y conversando y vi que dos mujeres se sentaron al lado y nos miraron. Ahí le dije a mi amiga: 'Oye, parecen buena onda. Vamos a hablarles'. Y ahí nos dijeron que eran Argentinas y las invitamos a unirse al grupo", recordó.
Y sobre su reacción cuando se enteró lo que había sucedido contó: "Lo primero que pensé fue: '¡Qué terrible! Me pudo haber pasado a mí y a mis amigas, que también somos puras mujeres (en el grupo de viaje). Vámonos de aquí'. Cuando supimos que estaban fallecidas queríamos volvernos y adelantar el vuelo. No podíamos creer que hubiera tanta inseguridad en ese país".