Devolverle previsibilidad a nuestra política exterior

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La posibilidad de que Barack Obama visite la Argentina este año es una señal del mejoramiento de las relaciones con Estados Unidos. Cabe preguntarse por qué este acercamiento es tan importante para nuestro país.


En primer lugar, el poder estadounidense no puede ser ignorado. Estados Unidos es, junto con China, una de las principales economías del mundo y seguramente continuará siendo, por mucho tiempo más, la mayor potencia militar y científica. Mantener un diálogo constructivo con una potencia de esta envergadura genera oportunidades, mientras que iniciar enfrentamientos innecesarios, mediante provocaciones o ataques a sus intereses vitales, nos vuelve vulnerables a las sanciones que nos puedan imponer sus gobiernos.


Pero existen otro tipo de razones, más recientes, que también explican por qué el desarrollo argentino está vinculado con Estados Unidos.


Más allá de vaivenes en el precio de los commodities, Vaca Muerta representa una enorme oportunidad para la Argentina. Aquí se encuentran la cuarta reserva de shale oil y la segunda de shale gas en el mundo. Y es en este país en donde esta tecnología se desarrolló inicialmente y en donde un innovador ecosistema de empresas continúa liderando la industria. Por otra parte, el enorme potencial que la Argentina disfruta en energías renovables puede transformarse en realidad gracias a la asistencia tecnológica de esta nación. Lo mismo podemos decir del área de ciencia y tecnología —como lo prueba la exitosa colaboración entre el Instituto de Investigaciones Aplicadas (Invap) y la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés).


La Argentina también posee ventajas comparativas en sectores ligados a internet —el éxito internacional de Mercado Libre y Globant así lo demuestra—, que tienen como principal referente a Silicon Valley para las ideas que motorizan su desarrollo y al mercado de capitales estadounidense para su financiamiento. En este sentido, no debemos olvidar que, como país en desarrollo que somos, nuestras empresas y nuestros gobiernos necesitan recibir financiamiento externo para incrementar los niveles de inversión.


A estos motivos debemos sumarle la posible asistencia de las agencias de seguridad estadounidenses en la lucha contra el narcotráfico, que es la principal amenaza estratégica que enfrenta la Argentina en la actualidad.


La clave para mejorar nuestras relaciones con Estados Unidos, como con la mayoría de las naciones, consiste en devolverle previsibilidad a una política exterior que debe estar subordinada a la defensa del interés nacional. Por el contrario, la excesiva ideologización o la subordinación de nuestra diplomacia a los intereses de los líderes de turno nos vuelve poco confiables y, por lo tanto, nos quita atractivo como socios.


Si bien esta nueva política debe ser liderada por las instituciones, de las cuales la más importante es la Cancillería, las personas continúan jugando un rol central a la hora de relacionarnos con el mundo. Es por este motivo que resulta tan importante el tipo de vínculo que Mauricio Macri logre establecer con Barack Obama y su sucesor. En esta tarea, los valores comunes que unen a nuestras naciones ciertamente facilitarán el entendimiento y la labor conjunta.


¿Significa esto que debemos establecer una alianza con Estados Unidos, en detrimento de las relaciones que mantenemos con otras naciones? Para nada. La Argentina tiene que intentar llevarse bien con la mayor cantidad de países con los que esto sea posible y, para que ocurra, necesitará preservar su autonomía y mantener un alto grado de flexibilidad diplomática. Esto es especialmente cierto en un mundo en donde naciones como China y Brasil también se han vuelto claves para nuestro bienestar. Es más, el Gobierno de Estados Unidos tampoco nos exige un alianza excluyente y comprenderá cuando decidamos oponernos a su accionar, en la medida en que al hacerlo no afectemos sus intereses vitales.


Para concluir, es del interés de la Argentina establecer relaciones más constructivas con la gran nación del norte. Nuestro desarrollo, en parte, dependerá de que logremos hacerlo.


El autor es experto en relaciones internacionales.