En qué momento aprenden a mentir los chicos

La mentira aparece una vez que toman conciencia de que los demás no siempre comparten sus pensamientos. Un recorrido por la génesis de uno de los comportamientos más comunes del ser humano

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Suele suceder de manera repentina y los adultos ni siquiera pueden descubrir el momento exacto del quiebre. Sin embargo, antes de los 5 años, los niños empiezan a adoptar la mentira en su comportamiento, ya sea para conseguir algún objetivo buscado o para evitar la llamada de atención o enojo de sus progenitores.

Pero, ¿en qué momento de la vida se incorpora la mentira al comportamiento de los chicos? ¿Cuándo el engaño se incorpora a la relación entre los mayores y los niños?

"El mentir es un comportamiento algo sofisticado. Cuando uno miente, necesita saber que cuando se le está diciendo a otro algo que no es verdad, esa otra persona tiene que creerse esa falsa información. Para eso hay que tomar conciencia de que las creencias de uno y del otro son diferentes", explicó el psicólogo especialista en ciencia cognitiva de la Universidad de Texas, Art Markman.

El reconocimiento de las opiniones diferentes de la propia es la base sobre la que los niños construyen sus parámetros de lo veraz y lo falso. Del lado de los adultos, es imposible intentar evitar que la mentira forme parte del comportamiento de los niños. La clave es poder enseñar a canalizar los momentos oportunos para emplearla, como en el juego.

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La dificultad de los niños para mentir

La llamada "teoría de la mente" fue una serie de estudios de varios especialistas en los que se indagó sobre la la diferencia entre el conocimiento de las propias creencias y el conocimiento de las creencias ajenas. La idea principal del informe se basó en estudiar los procesos mentales en el momento en que las personas toman conciencia de la falsedad de un concepto.

En 1983 uno de los estudios de psicología infantil más clásicos indagó sobre la dificultad para mentir de los niños. Especialistas de la Universidad de Stanford realizaron un informe en el que se analizó la habilidad para distinguir entre la apariencia y la realidad por parte de los niños muy pequeños.

Allí se hizo un experimento entre adultos y niños sobre una esponja con forma de piedra. Ante una primera vista, tanto adultos como niños creían que el objeto era una piedra. Una vez que comprobaban que era una esponja, se producía la diferencia. Los niños no demostraban una capacidad tan fuerte como para mantener la mentira y así engañar a nuevas personas. Si entraba alguien nuevo al cuarto y les preguntaba "¿Eso, qué es?", ellos respondían "Una esponja". Es decir que la mayor dificultad para los niños era tomar conciencia de que los nuevos que vieran el objeto iban a creer en algo que ellos mismos habían comprobado que no era.


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El origen de la mentira

La dificultad de los niños para mentir fue lo que impulsó a unos científicos chinos a publicar un estudio la prestigiosa revista Psychological Science. El informe demostró el éxito de la "teoría de la mente" en la construcción de la mentira por parte de los niños.

El trabajo se realizó sobre 60 niños de hasta 5 años y la primera prueba consistió en un juego con dos copas vacías y un caramelo. Los chicos se presentaban ante dos copas boca abajo y se les pedían que dieran vuelta una. En una de ellas había un caramelo. Si ellos adivinaban la copa, se quedaban con el caramelo, si no, el científico se quedaba con la golosina.

Una vez terminado este proceso, se sumaba al experimento un sticker (los chicos de esa edad amaban los stickers). Esta vez, los niños debían esconder el caramelo en diez oportunidades y los investigadores tenían que adivinar luego de preguntarles a los niños dónde estaban los caramelos. Los chicos sólo se llevarían el sticker si el científico fallaba en las 10 oportunidades.

Más de la mitad de los chicos respondieron siempre la verdad, aun cuando eso significaba quedarse sin un sticker. Precisamente esos niños fueron los objetos de los test de la "teoría de la mente" en la segunda parte del experimento. A ese grupo en particular se le realizaron tareas enfocadas en la diferenciación entre la apreciación propia y la ajena y cómo sacarle la ventaja a eso. Al resto de los chicos, se les realizaron tareas de control.


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Luego de 12 días, se volvió a someter a todos los niños a nuevas pruebas de "esconder-ver" y los resultados fueron evidentes. Aquellos que fueron entrenados con conceptos de la "teoría de la mente" mintieron en un 60% de las pruebas y los que fueron un grupo de control, sólo lo hicieron en un 10%.

El estudio demostró con claridad que hay una relación directa entre el mentir y el conocimiento de que los demás pueden tener una idea diferente a la propia sobre algo. Una vez que los niños toman conciencia de ese concepto, es cuando se ven capaces de usar ese tipo de información de manera estratégica.