Ronda Rousey y el peligroso síndrome de Mike Tyson

Por qué la campeona de UFC peso gallo perdió el título ante un adversario improbable. Estrategia y estado físico en la pelea más sorpresiva de la temporada

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 AFP 162
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Por Diego Gualda (*)

Mike Tyson era una máquina de noquear. "Le ponés un yeti y le dura un round", decía en una letra Iván Noble (que, aunque lo dijera con respecto a una mujer imposible, es -como metáfora- completamente aplicable al legendario boxeador). Pero Tyson cayó, como tantos ídolos paganos, por su propio peso.

Eran los primeros años de la década del '90 y los sponsors no estaban felices con el boxeador: pagaban millones en publicidad que conseguía muy poco tiempo de pantalla en las televisaciones de las peleas. La presión hizo que Tyson comenzara a pelear más "largo", a estirar sus combates para satisfacer a la clientela. Por supuesto, no estaba en forma -ni era su estilo, lo suyo era la potencia, no la resistencia- y comenzó a caer. Luego, una condena por violación y un regreso fallido -que incluyera el épico tarascón que le arrancaría un pedazo de oreja a Evander Holyfield- acabarían con su carrera.

El sábado pasado, en Melbourne (Australia), ante 70.000 espectadores y tras doce combates invicta, la campeona de peso gallo de UFC, la blondísima Ronda Rousey, cayó ante su compatriota Holly Holm. Derrota improbable, las casas de apuestas pagaban más de diez a uno en favor de Rousey. Y, sin embargo, con una mejor estrategia, Holm la mandó a la lona en dos rounds.

Estilo Rowdy

Ronda "Rowdy" Rousey tiene, en su estilo de combate, una fuerte influencia del judo. No por nada fue medalla de bronce en los juegos olímpicos de Beijing. El piso es el lugar donde se siente a gusto. Más allá de su estado físico, la clave de sus victorias han sido sus palancas y llaves para someter a sus adversarios en el suelo.

Valiéndose de esta combinación de técnicas -y cometiendo el pecado mortal de la repetición en materia de estrategia- se volvió una especie de Tyson de las artes marciales mixtas. Liquidaba a sus contrincantes en el transcurso del primer round. A tal punto que sus últimos cinco combates, exceptuando el último, sumaron apenas poco más de dos minutos dentro del octógono. Sí, la matemática no miente: la suma de la duración de los cinco encuentros fue de dos minutos y diez segundos.

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Pero Holly Holm la obligó a hacer algo que no hacía desde diciembre del 2013: la forzó a aventurarse en el inhóspito terreno del segundo round,

Holly, la estratega

Holly Holm -40 títulos mundiales entre boxeo y kickboxing, aunque una recién llegada a la arena de la UFC- tenía a la campeona muy estudiada. Sabía que, si se dejaba agarrar, no tenía chances. Por eso, su juego fue mantener la distancia. En mejor estado aeróbico, juego a intercambiar golpes durante el primer round, aprovechando sus piernas larguísimas y su formación de kickboxed, para debilitar a su oponente sin caer en una de las peligrosas llaves al brazo de Rowdy.

Para cuando comenzó el segundo asalto, Ronda Rousey estaba cansada. Holly Holm, en cambio, aún tenía resto para patear. Y mucho.

 UFC 162
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El golpe que definió el combate fue una patada lateral a la cara. Una pierna que sale casi recta desde el piso, comprometiendo un esfuerzo muscular importante; y que además hace su trayectoria completamente fuera de foco: en vez de impactar contra la mandíbula de Rousey con el empeine, lo hace con la canilla. Una colisión de huesos contra más huesos, con riesgo de lesión para ambas.

Y sin embargo es esa patada -en la frontera de lo técnicamente incorrecto- la que noquea a la campeona. Si tan solo hubiera flexionado la rodilla antes de patear para "latiguearla" en la cabeza, no solo la hubiera mandado a la lona. Seguramente también la habría puesto a dormir una larga siesta.

Siempre hay revancha

Ronda Rousey pierde el título porque su contrincante estaba en mejor estado físico. Pero también porque Holly Holm supo hacer un planteo de pelea diferente, supo sorprender y convirtió los recursos de Rowdy en una debilidad.

Su caída en desgracia es diferente a la de Tyson en el sentido de que no hubo en su propuesta de combate una presión externa. Pero sí es equiparable en el sentido de que, donde encontró un adversario que la sacara de esa zona de confort llamada "primer round", simplemente no pudo. Quizás se parezca más a aquella legendaria pelea donde Chris Weidman, peleando con la cabeza fría, le arrebatara el título de UFC a un Anderson Silva demasiado confiado en su propia habilidad.

 AP 162
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Tyson nunca pudo recuperarse. Silva, en su regreso al octógono, sufrió una fractura expuesta que hizo las delicias de los morbosos en las redes. Hoy, tras un año sabático, se prepara para el regreso a la jaula.

¿Será para tanto esta derrota de Ronda Rousey? Probablemente no. Habrá que ver cómo se prepara para cuando la flamante campeona, Holly Holm, le de revancha.

(*) Periodista e instructor de Taekwondo.