La falta de sueño representa uno de los problemas habituales en las personas. Dormir menos horas de lo recomendado induce de manera directa a trastornos fisiológicos y psíquicos, como el estrés o la ansiedad.
Generalmente, se suele creer que los problemas para conciliar el sueño se relacionan íntimamente con situaciones traumáticas específicas de esos momentos de desesperación nocturna.
Sin embargo, la herramienta para solucionar gran parte de ese conflicto puede radicar en el cambio de algunos hábitos cotidianos en el día a día.
La consultora estadounidense meQuilibrium, especializada en el manejo del estrés, ansiedad y otros factores psicológicos, presentó un estudio en el que detallan algunos momentos habituales de las personas que podrían ser fundamentales para reconciliarse con el buen dormir.
Crisis o imprevistos durante el día o el permanente recurso a la solución de problemas mediante la improvisación pueden terminar por pagarse en la noche. Por eso, una organización clara de la agenda del día o dedicarle un espacio a la instropección son algunas de las claves para reconciliarse con el sueño, según el informe.
"En la actualidad dormimos en promedio 6 horas por día y en los últimos dos años, se redujo en dos horas el tiempo de descanso promedio", aseguró a Infobae Daniel Pérez Chada, Jefe de la Clínica del Sueño del Hospital Austral.
Poner la lupa en el día
MeQuilibrium, liderada por Adam Perlman, director de medicina integral en la Universidad de Duke, detalló tres situaciones específicas en la vida cotidiana que afectan el sueño nocturno.
La ausencia de una estructura. La falta de control sobre las actividades a realizar en el día pueden generar distracciones constantes. Eso provocaría que el día maneje a la persona, cuando lo esperable es lo contrario. El desorden puede provocar retrasos importantes en las responsabilidades diarias y mantener el cerebro con alta actividad durante demasiado tiempo. El consejo para resolver ese problema es poder armar una agenda en cada mañana y establecer una lista de prioridades. Así no habrá lugar para imprevistos.
Ignorar el propio estado de ánimo. Es habitual no explorar demasiado en los bajones emocionales cotidianos de cada día. El enfocar la atención en otro asunto se puede pagar caro a la noche, en el momento de la relajación. De tal modo, la solución radica en, cada vez que un trauma psicológico aparezca, darse un espacio para indagar hacia dentro y tratar de descubrir los motivos de ese problema.
"Normalizar" el poco sueño. Hay quienes duermen entre cuatro y cinco horas y lo toman como algo inevitable en su vida. Sin embargo, es primordial saber que el buen sueño permite luego acomodar todo tipo de aspectos de las personas. Tratar, como práctica al menos, de dormirse una hora antes de lo habitual puede llegar a construir una rutina más sana del sueño, según meQuilibrium.
Por muchos años, grupos especializados en salud y sueño han realizado distintas alertas sobre cómo la actividad y la aparición de la televisión, computadoras y smarthphones han 'robado' horas de descanso y, según algunas estimaciones, el grueso de la sociedad occidental descansa dos o tres horas menos de lo que lo hacía antes de la revolución industrial.
De acuerdo a la National Sleep Foundation, un instituto de investigación estadounidense con sede en Arlington (Virginia), los adultos jóvenes (18 a 25 años) deberían dormir entre 7-9 horas al día, y no menos de 6 ni más de 10-11; mientras que los adultos (26-64) deberían hacerlo entre 7 y 9 horas.
La American Academy of Sleep Medicine y la Sleep Research Society también se unieron a esta tendencia y hasta recomiendan a los adultos con problemas de sueño acercarse a un especialista con el fin de evadir futuros problemas de salud.
"La falta de sueño afecta el desempeño y la emocionalidad, pero especialmente conlleva a una serie de consecuencias físicas como inflamación subclínica, aterotrombosis, hipertensión arterial, obesidad, diabetes tipo III", dijo Pérez Chada a Infobae. "Esta falta de sueño se ve relacionada también con los trastornos de ansiedad generalizada. El consumo de ansiolíticos creció más de 5% en 2013, y se descubrió que los somníferos más utilizados resultan más adictivos que la marihuana", añadió.
La otra campana
Un nuevo estudio antropológico de la Universidad de California en Los Angeles (U.C.L.A.) indagó en los hábitos de tres grupos de cazadores aislados y con estilos de vida milenarios. Las tribus estudiadas fueron las Hadza y San, ambas de Sudáfrica, y la Tsimané o Achumano, de Bolivia.
Para John Peever, experto de la Universidad de Toronto, "la investigación va a cambiar el campo del estudio del sueño. Ahora resulta más difícil afirmar que la sociedad occidental se ve privada del sueño, cuando estos otros grupos, que viven sin todas estas distracciones modernas y horarios apremiantes, duermen menos o alrededor de la misma cantidad que la persona de una ciudad".
"Es un estudio muy controvertido, ya que extrapola hábitos de sueño de una sociedad con costumbres milenarias, con una demanda de actividades muy distintas a la moderna", dijo Pérez Chada.
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