Martes 13: qué cosas no hay que hacer

"No te cases ni te embarques", dice la frase. Pero hay otras cuestiones que hay que evitar, según las creencias que lo consideran como un día maléfico

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Es el número con mayor carga histórica negativa del mundo  162
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Algunos escépticos a la astrología, religión y mitos de la historia del mundo pasarán por alto este último martes 13 del año que nada tiene que ver con el fin del mundo pese a ser el número del capítulo del Anticristo y la bestia en el Apocalipsis. El número 13 fue relacionado a lo largo de la historia con hechos desgraciados de traición, muerte y mala suerte. Para muchos, esos sucesos no fueron coincidencias sino que sucedían como una tragedia propia de las malas vibras que el mismo desprendía y que fueron quedando instaladas como malignas en España, Grecia, Argentina, Chile y Venezuela.

Casarse un martes 13, tomar grandes decisiones amorosas o financieras, viajar y mudarse no es de buen gusto tampoco para el Tarot y la astrología, donde este número refiere a la muerte y desgracia eterna, cuya carta es conocida como La carta sin nombre. No obstante, 31 parejas se animaron a contraer matrimonio hoy en la Ciudad, un 55% menos que el martes de la semana pasada, según datos del Registro Civil.

No obstante, en la religión judía es una cifra positiva ya que el año bisiesto hebreo se compone de trece meses, Jacob en hebreo se escribe con trece letras o trece fueron los cuernos usados en los templos hebreos para llamar a la comunidad. En matemáticas, los estudiosos de la escuela de Pitágoras consideran al número como "la falta de mezcla, por la simplicidad de lo inefable".

En la Última Cena de Jesucristo había doce apóstoles y Jesús, por lo que se consideró a Judas el traidor como el número 13. La impactante escena puede verse claramente en la magnífica obra de Leonardo Da Vinci. Desde ahí, los malos augurios relacionados con la fecha. En tanto, y al igual que las leyendas nórdicas, La Cábala o Qabbaláh, la principal corriente de la mística judía, enumera trece espíritus malignos. No obstante, este aspecto es algo más complejo que en el caso de otras religiones en donde existe un dualismo más marcado: el término cabalístico que mejor designa al mal es sitra achra, lo que equivale a decir, el otro lado. En la mística judía, tanto el bien como el mal son emanaciones divinas vistas desde una perspectiva humana distinta.

En la tradición escandinava, Loki -Dios del fraude, los engaños y las mentiras- es la divinidad número trece del panteón nórdico y quien plantea la muerte de Baldur, el segundo hijo de Odín, y llega a los funerales en el lugar número trece. A su vez, el panteón olímpico de la Antigüedad grecolatina estaba integrado por doce dioses y diosas. El de mayor relevancia era Zeus –conocido por los romanos como Júpiter- aunque con la llegada del cristianismo se consideró la acogida del decimotercer dios, Satán.

Si bien el número 13 nunca fue cuestionado por sus estrechas relaciones con la mala suerte, el día martes sí es relativo porque varía de acuerdo a las leyendas, mitos y creencias de las distintas culturas del mundo. Mientras que en las anglosajonas prefieren el viernes como día satánico, en las latinas se habla del tercer día de la semana consagrado al planeta y dios Marte, de energías masculinas, agresividad y tensión. Marte es el dios de la guerra, por lo cual el día martes está regido por el planeta rojo, el de la destrucción, la sangre y la violencia. Además, la leyenda dice que un martes 13 se produjo la confusión de lenguas en la Torre de Babel. También fue considerado por los egipcios como un día de malos augurios por el nacimiento de Tifón, quien intentó derrotar a Zeus.

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Para los turcos el martes es un día funesto, por lo que evitan tomar decisiones importantes. Dicen que es mal visto desde que el rey D. Alfonso el Batallador, primero de Aragón, fue asesinado por los moros en la batalla de Fraga en 1134. También fue un martes, el 29 de mayo de 1453, que cayó la ciudad de Constantinopla. Según parece, el Papa y las Repúblicas de Venecia y Génova enviaron una flota de ayuda a la ciudad sitiada, pero ésta nunca llegó a destino.