Corría el año 2014. Era invierno, hacía frío, era un día destemplado. Fue el 8 de enero cuando Henning Mankell recibió una noticia tan terrible que le llevó dos semanas dominar su angustia. No era para menos. El prolífico escritor sueco se acababa de enterar de que padecía cáncer de pulmón con metástasis en la nuca.