Un sistema electoral fiel a la voluntad real

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En Tucumán, como en varias provincias argentinas, existe una superposición entre los sistemas electorales provincial y nacional que generó la multiplicidad de candidatos de colectora, tanto para impulsar la candidatura de Juan Luis Manzur por el Frente para la Victoria como para la de José Cano por el Acuerdo para el Bicentenario. Esto, junto a un sistema de boletas muy antiguo, explica la infinidad de boletas en los cuartos oscuros de Tucumán, situación que se vio agravada por la falta de una primaria provincial como filtro de fórmulas no competitivas.


Estas variables no son exclusivas a Tucumán. En la provincia de Buenos Aires son siete cuerpos, donde se votan cargos menores y por ende candidatos desconocidos. Con semejante cantidad de opción electoral se dificulta el ejercicio de la democracia y se diluye la representación real de la ciudadanía. Es decir, se licúa la capacidad del ciudadano para elegir con claridad.


Sin embargo, debemos poner paños fríos a las iniciativas de reforma electoral antes de que terminen los comicios de este año. No es recomendable cambiar las reglas durante un proceso que debemos entender como un todo, que comienza en marzo y finaliza en diciembre. Si bien el sistema actual es pobre, es más probable que se generen confusiones e inconvenientes en vez de beneficios si se lo modifica en el medio de una elección.


Con respecto a los candidatos de colectora, la Cámara Nacional Electoral puede evitar que se superpongan candidaturas de la misma persona en distintos espacios políticos y en distintas categorías en el orden nacional. Pero cuando la boleta va unida, la Cámara no puede hacer nada. Muchas agrupaciones políticas pueden presentar su propia lista en alguna categoría y unirse a un candidato al ejecutivo competitivo, reforzando a la vez esta candidatura.


La Junta Electoral de Tucumán tiene una conformación plural y no permanente, que no permite la especialización. En el caso de la quema de urnas, el órgano tiene amplias facultades de control. Desde 48 horas antes a 48 horas después, dispone absolutamente de las fuerzas policiales y puede pedir la colaboración de cualquier funcionario público provincial, con lo cual ya que no parece haberse empleado ningún registro histórico de lugares proclives a incidentes, claramente hubo una falta de previsión y gimnasia electoral. Cualquier persona que haya estudiado la realidad de la provincia sabe qué lugares reforzar, y no se hizo. Con esto vemos que la dejadez y la falta de voluntad política fueron clave en provocar la desprolijidad de estos comicios.


En el norte, la Cámara Nacional Electoral utiliza datos históricos sobre el traspaso transfronterizo de gente presuntamente traída para votar y firma convenios de cooperación con autoridades electorales extranjeras y fuerzas nacionales -como lo ha hecho en el 2013- para movilizar a las fronteras a todas las fuerzas de seguridad correspondientes y evitar esas situaciones en el futuro, como surge de la acordada CNE 63/15. Esta previsión es la que parece haber estado ausente en Tucumán, donde no se previeron los focos de conflicto.


El debate y el cambio posterior deben darse en los próximos dos años, en todo el país, con el objetivo de generar una estructura y una consciencia electoral institucional que trasciendan a la coyuntura, es decir, de que los argentinos nos encontremos en época electoral. La boleta única es una clara deuda que tenemos, pero no debemos avanzar impulsivamente como se hizo en la ciudad de Buenos Aires.


En este último caso, después de ocho años no se había sancionado el Código Electoral y se sancionó en el último año, en el medio de una elección, lo que también fue una desprolijidad innecesaria.


En la acordada extraordinaria 100/15 de la Cámara Nacional Electoral se reiteró la necesidad de estudiar profundamente los sistemas electorales nacionales y su armonización con el sistema federal a fin de evitar disparidad de criterios, medios de votación, sistemas legales y criterios jurisprudenciales y fechas de comicios que solo confunden al electorado.


Queda claro, además, que se debe eliminar la delegación de la impresión y la distribución de las boletas a los partidos políticos. Pero sobre todo lo que debemos es generar una consciencia electoral que perdure, que se incline hacia le realización de la Justicia y que permita que los gobernantes tengan la legitimidad para ejercer sus mandatos con esa Justicia.


El autor es experto en Derecho Electoral de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral.