Por qué subió el dólar y podría seguir subiendo

Esta semana, la divisa norteamericana perforó por primera vez el techo de los $16 en el el mercado no oficial. Días después, bajó unos centavos

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El fin del cepo no desactivó el mercado de futuros de dólar Shutterstock 162
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El Banco Central se esfuerza para evitar que el dólar libre salte la valla de 16 pesos  162
El Banco Central se esfuerza para evitar que el dólar libre salte la valla de 16 pesos 162

Ciertos acontecimientos se han desatado estos últimos días para terminar de sincerar algo que a todas luces estaba cantado: la paz cambiaria tenía las horas contadas.


A los enormes desajustes locales se ha sumado un tsunami financiero externo cuyo epicentro está en Shanghái, con caídas generalizadas en bolsas, commodities y monedas emergentes.


Por el lado interno, la constante de todos los Gobiernos populistas de gastar más de lo que ingresa y anclar el dólar oficial a un equilibrio inexistente es insostenible. El déficit fiscal está por encima de los 7 puntos del PBI, niveles que no alcanzábamos desde la hiperinflación de fines de los ochenta. Este déficit se cubre, en parte, por una emisión monetaria descontrolada que aumenta por encima del 35 % anual. Parte de esa emisión se controló (absorbió) aumentando las tasas de interés, generando un endeudamiento (aumento de más del 100 % en el último año) sin precedentes de parte del Banco Central (BCRA) con los privados. Con reservas en franca decadencia, el verdadero punto de equilibrio por fundamentals del dólar, es decir, la cantidad de dólares por cada peso en circulación, se encuentra, el día de hoy, muy por encima de $ 15.


Podrá decirse mucho de este ratio, sobre su exactitud y su fiabilidad, pero la única verdad son los hechos, y está harto comprobado, que es valor de referencia para el dólar libre, con el cual converge siempre.


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Las PASO no ayudaron a despejar dudas y el discurso gradualista de todo el arco político, incluida la oposición, no hace más que traer incertidumbre acerca de que si se van a encarar los ajustes necesarios de una manera creíble y consistente.


A estos daños autoinfligidos se le suma un frente externo más que complicado.


Con el estallido de la burbuja bursátil china, con pérdidas de más del 22 % en cuatro días, el Shanghai Composite, su principal índice de referencia, vive horas de pánico extremo.


Esto claramente se trasladó a todas las bolsas y los mercados del mundo, en lo que se conoció como "Lunes negro".


La debilidad china es sobre todo letal para países emergentes. Junto con las tasas de interés cercanas al 0, el gigante asiático fue el principal motor del superciclo de materias primas que se vivió en la última década. Eso ya quedó en el pasado, de hecho el Commodity Index de Bloomberg, índice que enumera 22 materias primas, alcanzó su nivel más bajo desde agosto de 1999. El petróleo perforando los 40 dólares y la soja en caída libre hacia los 300 dólares, son solo la punta del iceberg de una baja generalizada para los principales productos de exportación de las economías en desarrollo.


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Con el yuan devaluándose, el resto de las monedas emergentes auguran nuevas correcciones, puesto que encuentran en China a su principal socio comercial. Párrafo aparte para nuestro socio Brasil, cuya moneda no solo se devaluó un 35 % en lo que va del año, sino que se encuentra inmerso en una crisis política y recesión alarmantes.


Más problemas para una Argentina estancada, que se muestra encaprichada en no ajustar el tipo de cambio y en continuar la retórica populista, aun a merced de ceder exportaciones e inversiones. El riesgo mayor es perder el incipiente superávit comercial, que es al día de hoy la única fuente genuina de divisas. Ni siquiera se puede contar con la posible entrada de dólares vía emisión de deuda, ya que Griesa amenaza con bloquear las futuras emisiones del Bonar 24, único título con que el Gobierno pudo obtener dólares frescos este año a tasa menor a dos dígitos. Hoy, para volver al mercado, bajo estas condiciones se le exigirá pagar un interés no menor al 11 %.


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Con el billete verde como producto cada vez más escaso y con una larga fila de compradores que, ante la desconfianza, se muestran cada vez más dispuestos a pagar mayores precios para dolarizarse, solo se augura que la escalada continúe.


Todo lo mencionado anteriormente redunda en algo que los planificadores de la economía no quieren entender: Los precios de los bienes de la economía no se guían por sus gustos y sus placeres, sino que es la mano invisible del mercado, la que siempre, les guste o no, pone las cosas en su lugar.


* El autor es asesor financiero e investigador del Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad