Sérgio Moro, el juez anticorrupción que se transformó en estrella de las protestas en Brasil

Es el responsable de sentar en el banquillo de los acusados a políticos y empresarios en el caso Petrobras. Los manifestantes, durante la marcha contra Dilma Rousseff, llevaron pancartas con su nombre. Hoy, es el símbolo de la honestidad

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El juez Sérgio Moro es quien lleva adelante la causa en la Justicia Federal de Paraná (sureste), donde se concentran las investigaciones. Moro es un referente en materia de delitos financieros en Brasil y se ganó la fama de juez "implacable".

El magistrado es uno de los dos especialistas en crímenes de cuello blanco de todo el país, y ya se transformó en uno de los rostros anticorrupción de Brasil.

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En las redes sociales, los brasileños le expresan su cariño y le dan fuerzas para que continúe con las investigaciones. Moro es hoy la esperanza de miles que ven cómo la corrupción se comió al Estado.

"Viva Moro, Fuera el PT", se lee en una de las pancartas de estas marchas. "Je suis Moro", lleva en la remera otro de los manifestantes. "Moro, el terror de los petistas", dice otro usuario de Twitter.

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Según detalló el diario El País, el magistrado está casado, tiene dos hijos y es de la localidad paranaense de Maringá, donde estudió Derecho antes de completar su formación en la Universidad de Harvard.

Llegó a la "fama" con el caso Banestado (por el Banco del Estado de Paraná), que terminó con 97 personas condenadas en 2007 por enviar remesas ilegales de divisas al exterior desde diversos bancos brasileños. Uno de los sentenciados fue Alberto Youssef, uno de los protagonistas del escándalo en Petrobras.

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En 2012, fue juez auxiliar de la Corte suprema durante el juicio del Mensalao, que destapó un esquema de sobornos a legisladores a cambio de votos que dejó una gran mancha en el gobernante Partido de los Trabajadores.

Ahora, encabeza la Operación Lava Jato (lavadero de autos) e investiga el fraude en Petrobras, que se estructuró en torno a un "club" de empresas que amañó licitaciones para adjudicarse obras contratadas por la petrolera estatal entre 2004 y 2014. Según confesaron algunos investigados, los sobornos pagados para obtener las concesiones fueron destinados a financiar partidos políticos y a engrosar fortunas personales de los involucrados.

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Esta nueva fase de la Operación Lava Jato reveló una gigantesca red de sobornos ligados a la política, que le costó más de 2.000 millones de dólares a Petrobras, investiga los delitos de "formación de cártel, fraude en licitaciones, corrupción, desvío de fondos públicos y lavado de dinero".

El estallido de la crisis expuso a las principales empresas de infraestructura de Brasil por su actuación en las obras que licitaba la petrolera, principal inversora del país. Sus problemas arrastran, a su vez, a cientos de proveedores de menor escala.

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Además, motivó numerosas aperturas de investigaciones a 13 senadores, 22 diputados y dos gobernadores en funciones, sospechosos de haber participado en la trama de pago de sobornos a cambio de contratos en la estatal. Entre los acusados de corrupción y lavado de dinero está el ahora ex tesorero del gubernamental Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) Joao Vaccari, que está arrestado desde abril.

El escándalo también lanzó a las calles a miles de brasileños indignados. Para ellos, Moro es ya un ídolo en Brasil.