La Iglesia habló de un cierre "enrarecido" de campaña y pidió "cuidarse como hermanos"

En la misa en el santuario de San Cayetano, el obispo auxiliar de Buenos Aires, Juan Carlos Ares, dijo que los argentinos "no sabemos qué queremos hacer en común, cuál es el proyecto que queremos brindar a los demás"

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El obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Ares, criticó hoy el cierre "enrarecido" de las campañas para las elecciones primarias del domingo y pidió a San Cayetano que los argentinos sepan "cuidarse como hermanos".


"Ayer terminaron las campañas, dicen que en un clima enrarecido: criticándonos los unos a los otros. No sabemos qué queremos hacer en común, cuál es el proyecto que queremos brindar a los demás", sostuvo durante una misa en el santuario de San Cayetano de Liniers.


"Ojalá podamos hacer ese camino nosotros. Tal vez se lo pedimos a otros, pero debemos encargarnos nosotros mismos. Como el Hijo Pródigo, que recapacitó al recordar la situación de los empleados de su padre. Tengamos un corazón misericordioso", reclamó.


Ante miles de fieles que acuden al templo porteño a pedir pan y trabajo, o agradecen haberlo recibido, monseñor Ares.


El prelado llamó a vivir una conversión del corazón y a tener una actitud más misericordiosa, y consideró que "tenemos una obligación grande de cuidarnos como hermanos", por lo que invitó a pedirle ese don a San Cayetano.


A pesar de las malas condiciones climáticas, miles de fieles pasaron por el templo de Cuzco 150, donde la fiesta en honor del santo de la Providencia lleva por lema "San Cayetano inundá nuestra tierra con la misericordia de Dios".


Monseñor Ares fue quien abrió las puertas del templo a la medianoche en medio del tañido de campanas y fuegos de artificio, y luego bendijo a los peregrinos.


Delia Noris fue la primera en ingresar y recorrer el trayecto desde el pórtico del templo hasta el lugar donde está emplazada la imagen el santo, pero por primera vez en más de 30 años la mujer no pudo hacerlo de rodillas por prescripción médica.


"Que no hay más hambre en el país. No va a faltar el pan para todos, tengo fe", dijo antes de entrar.


La mujer, con sombrero, poncho y cubierta por una bandera argentina, fue seguida por un grupo de personas con discapacidad en sillas de ruedas.


El párroco del santuario porteño, presbítero Alejandro Vignale, destacó que esta es una fiesta "de fe, solidaridad y esperanza" y aseguró que el templo permanecerá abierto hasta que pase el último de los peregrinos.


El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, preside la misa central y después saludará a los peregrinos que hacen dos largas filas: unos para tocar el vidrio que protege la imagen del santo y otros para verlo de lejos.