Cómo piensan los que buscan "afuera" la explicación a sus actos

Encontrar un "acusado" suele ser una manera de no enfrentar las consecuencias de nuestros actos

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Si sos de aquellos a los que les cuesta "ver" su responsabilidad ante las consecuencias de sus actos, esta nota es para vos. No es poca la gente que gusta de buscar excusas para explicar lo que tenía que pasar de una manera, y pasó de otra. Quizá no siempre lo hacen con intención. Les sale así. No saben o no pueden hacerse cargo.

Quienes optan por esta "salida" a sus problemas, a veces buscan al designado "culpable" alejado de su círculo de relaciones, justamente para que no quede en evidencia la mentira que se generó a su alrededor. En otras oportunidades, las familias y los grupos tienen su propio chivo expiatorio interno, comúnmente llamado "oveja negra". A estas personas se las suele cargar con los temas emocionales, inconscientes o no, de la propia familia o amigos. Así es como se convierte en el portador del síntoma, como lo suelen denominar en terapia.

Para el ingeniero Juan José Arévalo, máster coach profesional, "esta imposición habla de lo que este grupo resiste o no puede aceptar. Y son los mismos integrantes de su familia o sus amigos quienes lo señalan, ya que fuera de ese ámbito, nadie lo haría cargo de semejante condena".

"La mochila que se le provee al falso responsable, cuando no logra desprenderse o alejarse emocionalmente de su grupo o familia, suele resultar sumamente pesada. Increíblemente, la culpa puede mantenerse durante el tiempo que el legado familiar o de su grupo se lo proponga. De esta manera, podrá causarle inconvenientes personales, que estarán directamente relacionados con la autoridad que les dé a sus amigos o familia", señaló el especialista.

Claramente -remarcó- "tampoco se solucionarán los problemas a quienes componen este grupo, ya que victimizándose no van a cambiar la historia del síntoma que los llevó a elegir un imputable para explicar sus frustraciones".

Cuando el poder está afuera

"Nada cambiará hasta que el chivo expiatorio desaparezca o deje de actuar". Esto es lo que suele pensar quien se victimiza, pero no significa nada más que poner el poder de hacer que las cosas pasen lejos de su alcance. Algo así como autoconvencerse de que las cosas "le" suceden y nada de lo que haga podrá modificar su realidad.

Arévalo destacó que "algunas veces resulta consolador buscar y encontrar a alguien que, en la mayoría de las ocasiones, sin tener nada que ver, ocupa el lugar donde se depositan nuestros fracasos y decepciones".

Tras asegurar que "elegir un condenado suele ser una de las maneras más simples de victimización de los seres humanos", Arévalo señaló que "por un lado, el que ocupe ese lugar se llevará la reprobación y la sanción de todos y por el otro, hasta que él mismo no deje de tener ese rol, tendremos motivos para que nada cambie". Por lo tanto, la contraprestación tiene un costo, que es el de colocar nuestro poder en el otro y afuera de nosotros mismos.

"Elegir un 'condenado' suele ser una de las maneras más simples de victimización de los seres humanos"

Así las cosas, "cuando se trata de señalar a una persona sustituta para limpiarnos de todo compromiso, solemos hacerlo a sabiendas de que, en la mayoría de los casos, él o ella no tuvieron nada que ver con lo que pasó", sentenció el especialista, para quien "sin embargo, nos puede eximir de la culpa, redirigiendo las miradas de quienes se sienten fracasados con el logro que no pudo ser".

Para él, "una manera de evitar nombrar chivos expiatorios todo el tiempo es hacernos cargo de nuestras acciones, dejando atrás las justificaciones". Ahora, esto trae una noticia buena y una no tan buena: tendremos el poder de hacer que las cosas pasen, pero debemos trabajar para recuperarlo de manera comprometida.

El objetivo: sanar el vínculo

Si somos capaces de distinguir que movidos por la rabia, el enojo o cualquier emoción que nos puede cerrar posibilidades, propusimos un falso blanco cada vez que las cosas no salían como queríamos, podremos emprender el camino de componer el vínculo con el que elegimos como depositario de nuestras frustraciones. Esto lo podemos resolver mediante una conversación comprometida a sanar la relación.

"Asimismo, en caso de que se puedan reparar las posibles pérdidas ocasionadas por el hecho de victimizarnos, también podríamos ofrecer subsanar el daño y pedir disculpas. Esto puede convertirse en una experiencia muy aliviadora para el damnificado, y de mucho poder para nosotros", consideró Arévalo.

Cuando el chivo está en el trabajo

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Señalar a alguien como chivo expiatorio en el mundo profesional, suele ser muy frecuente. Por supuesto que quienes lo hacen para no recibir las represalias se exponen, con el tiempo, a quedar al descubierto.

"Habitualmente se eligen como culpables a empleados de poco rango, dependiendo del grado de necesidad de cubrir las verdaderas responsabilidades. Pero, en el fondo, se suele optar por quien no se puede defender. Esta es una manera de valerse de la debilidad de quien no está en condiciones (por cuestiones jerárquicas, de género, etc.), para ponerse a salvo de las acusaciones", destacó Arévalo.

El especialista remarcó que "también existen personas que, en equipos o grupos de trabajo que se están formando, son apuntados como chivos expiatorios, dado que poseen mejores características y cualidades, y el entorno los suele ver como potencial amenaza" y señaló que "esto genera inseguridad o envidia, porque se destacan del resto y no pasan como uno más". Sobresalir y, a su vez, no tener la capacidad de empatizar con las personas que conforman el grupo, los hace el blanco ideal para volcar en ellos los logros que no llegan, o que no terminan de cumplir con las expectativas. Por todo esto, en los equipos se puede perder gente muy valiosa, si no se es capaz de percibir dichos manejos.