Por qué Tsipras hizo en Grecia todo lo contrario a lo que prometió

Syriza, su partido, cometió un pecado muy repetido en la izquierda: convencer a la gente de realizar cambios radicales, que luego resultan inaplicables. Las consecuencias de esa irresponsabilidad

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 AFP 163
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"Ha llegado la hora de la izquierda. El lunes, la humillación nacional habrá terminado. Acabaremos con las órdenes que vienen del exterior", decía Alexis Tsipras en su discurso de cierre de la campaña electoral que lo consagró primer ministro.

El domingo 25 de enero, cuando se confirmó el triunfo de Syriza, profundizó su idea ante la multitud de seguidores que celebraba. "Ustedes son un ejemplo de que la historia está cambiando. Su mandato es, sin duda, acabar con los rescates de austeridad y destrucción. Para Grecia, la troika es algo del pasado", concluyó.

El país había entrado en 2008 a una crisis casi terminal. Víctima de un entramado institucional débil, que permitió a sucesivos gobiernos gastar muy por encima de sus posibilidades, y endeudarse sin control para solventar el despilfarro, el estallido de la burbuja financiera internacional desenmascaró los descalabros cometidos.

"Acabaremos con las órdenes que vienen del exterior", decía Alexis Tsipras

Se disparó la pobreza, el desempleo trepó hasta el 25% y la economía se derrumbó. En ese contexto, tenía que pagar la millonaria deuda que había contraído con sus acreedores. La única salida fue aceptar un rescate, a cambio del cual la Troika, compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, le exigió durísimas medidas de ajuste fiscal, para asegurarse de recuperar lo prestado.

A fines de 2014, tras seis años de muchos sacrificios para el pueblo griego, con subas en los impuestos y bajas en los salarios y las prestaciones sociales, la economía empezaba a dar tibias señales de recuperación. Las cuentas se habían equilibrado y por primera vez había salido de la recesión.

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Envalentonado, el primer ministro Antonis Samaras, de la formación de centroderecha Nueva Democracia, convocó a elecciones. No tuvo en cuenta lo poco que le importaban esos datos macroeconómicos a una ciudadanía cansada de tener que conformarse con sobrevivir y, sobre todo, humillada por lo que sentía como un castigo impuesto desde afuera.

Si Tsipras logró un triunfo tan contundente fue porque, interpretando el malestar social, le dijo a la gente exactamente lo que quería escuchar. Prometió que con él en el poder se terminarían los condicionamientos externos, ya no habría más ajustes, los impuestos bajarían y los salarios volverían a aumentar. ¿Cómo no votarlo?

"Las propuestas de Tsipras eran pura fantasía"

"Sus propuestas políticas eran pura fantasía. El problema de Grecia es el de un Estado hipertrofiado y una economía con muy baja productividad y competitividad. Su entrada en la Unión Monetaria, lejos de ser aprovechada para realizar las reformas estructurales necesarias gracias al abaratamiento del crédito, no sirvió sino para sobredimensionar todavía más la Administración, el gasto público y unas prestaciones sociales insostenibles. La deuda alcanzó así porcentajes de infarto", explica Salvador Forner Muñoz, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Alicante, y especialista en la integración económica y política de Europa, consultado por Infobae.

"El anterior Gobierno parecía haber entrado en la única senda posible para la recuperación, que no puede ser otra, dentro de la Unión Monetaria, que el equilibrio presupuestario, la liberalización y la desregulación. El experimento de Syriza ha sido una vuelta atrás y una pérdida de tiempo que va a generar una profunda frustración social por las descabelladas promesas, que ahora se van a ver incumplidas", agrega.

 Reuters 163
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A sólo seis meses de haber asumido, y apenas una semana después de que un referéndum convocado por él mismo ratificara la negativa de la ciudadanía griega a soportar más ajustes impuestos por Europa, Tsipras renovó el rescate aceptando prácticamente todas las condiciones de la Troika, mucho más severas que las acordadas por sus antecesores.

"En la medida en que la mayoría de la población, según las encuestas, no quiere salir del euro, evidentemente Tsipars se vio obligado a adoptar este paquete. No había otra opción para Grecia. Si se quería quedar en el euro tenía que hacer los ajustes", dice Federico Steinberg, investigador Principal de Economía Internacional del Real Instituto Elcano, de España, en diálogo con Infobae.

"Tsipras terminó diciendo que sí a todo"

Además de no conseguir ninguna quita de la deuda, accedió a profundizar los recortes, subir el IVA, reformar el sistema de pensiones para garantizar el déficit cero, establecer nuevas regulaciones a las huelgas y a las negociaciones colectivas, crear una auditoría independiente que fiscalice las metas fiscales establecidas, avanzar con nuevas privatizaciones y aceptar una supervisión constante de la Troika sobre las cuentas públicas. Es decir, exactamente lo contrario, punto por punto, a lo que había prometido antes de asumir.

"No tenía ningún plan b para llevar a cabo. Hasta último momento esperó ejercer algún tipo de presión sobre los acreedores, pero después del resultado del referéndum se vio claramente que eso iba a ser imposible. Entonces tomó la decisión de sacrificar su postura preelectoral y hacer todo lo posible para que Grecia permaneciera en el euro", dice a Infobae Elias Dinas, profesor asociado de Políticas Comparativas en la Universidad de Oxford.

"Tsipras dijo que sí a todo -continúa-, salvo a la idea de crear un fondo con activos estatales por 50.000 millones de euros, algo que habría sido todavía más humillante. Pero es el único de los planteos iniciales que no se firmó. El resto es el plan de Jean-Claude Juncker (presidente de la Comisión Europea), y es todavía más duro de lo que figuraba en el referéndum".



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El problema del populismo

El gran interrogante es por qué, si los principales analistas coincidían en que no iba a poder llevar adelante lo que prometía, insistió ciegamente. Parte de la respuesta es que hubo un error estratégico. Una mala lectura del escenario europeo, probablemente causada por la falta de experiencia de los principales dirigentes de Syrisa, más acostumbrados a los claustros universitarios y a los mitines políticos que a la gestión pública.

"Tsipras calculó mal. Creyó que Alemania y el resto de los países de la zona iban a ceder ante su amenaza, ante el temor de que Grecia pudiera salir del euro. Pero fue un cálculo erróneo. También pensó que la convocatoria al referéndum fortalecería su posición en las negociaciones, pero eso no era posible en este momento. Para ello tendría que haber simultáneamente una victoria de muchos gobiernos de izquierda en Europa, y así podrían hacer un frente común", dice Steinberg.

"calculó mal. Creyó que Alemania y el resto iban a ceder ante su amenaza"

"Pensaba que con el chantaje del referéndum iba a poder conseguir mejores condiciones para salir del atolladero económico en que se encontraba -dice Muñoz. Así hubiera podido reforzar su liderazgo en Syriza y obtener un amplio respaldo de la opinión pública. Pero bastó una postura de cierta firmeza en el Eurogrupo para desbaratar sus planes y hacerle aceptar condiciones en muchos aspectos más desfavorables que las que anteriormente se le habían ofrecido".

Pero otra parte de la respuesta es todavía más preocupante. Cuando una ideología -no importa cuál- está tan arraigada en la cabeza de un dirigente que se convierte en un dogma, pierde la capacidad de ver la realidad con el pragmatismo que necesita todo buen gobernante.

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"Lo que pasa es que Syriza es un partido populista. Hizo promesas para captar la insatisfacción de los votantes con el Gobierno anterior y el cansancio con la austeridad. Fue muy convincente en que con una línea de negociación más dura se iba a poder conseguir algo más. Pero nada de eso se cumplió. Fue una postura muy irresponsable, condenada al fracaso", dice Dinas.

Aunque a medida que acrecentaban sus chances de ganar las elecciones fue moderando su discurso, en el origen de su planteo había algo muy claro: si Europa no se adaptaba a las nuevas exigencias de Grecia, no quedaba más alternativa que abandonar el euro y conquistar a la fuerza la independencia económica. ¿Por qué no llevó esto hasta las últimas consecuencias? Porque, una vez en el Gobierno, no tuvo forma de obviar que las consecuencias de esa movida que antes pregonaba habrían sido calamitosas.

"Syriza es populista. Hizo promesas para captar la insatisfacción de los votantes"

"La salida del euro sería catastrófica para Grecia -dice Steinberg- porque la economía caería un 20% adicional, y dejaría de tener la posibilidad del apoyo externo. Es cierto que a medio plazo tal vez podría recuperarse, pero hay que tener en cuenta que el país lleva cinco años con caída de los costes laborales y con una depreciación muy fuerte del euro, y ni aún así se han recuperado las exportaciones".

"No fue como en el caso de Argentina en 2001-2002, que rápidamente pudo ponerse a

exportar recursos naturales

. La situación en Grecia es mucho más complicada, y

se generaría un problema social gravísimo, posiblemente de emergencia humanitaria

", concluye.