El sueño de la unidad sindical se transformó en pesadilla

Atomizada como nunca, sin juego electoral propio y ninguneada por el poder político, la dirigencia gremial peronista no ha logrado avanzar en el proyecto de refundar una CGT única

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"Yo he estado en países donde tienen tres o cuatro centrales obreras. Ni resuelven sus problemas, ni resuelven los problemas del país al que pertenecen. Solamente una organización como nuestra CGT puede llegar a representar un factor de poder".

Esto dijo en el epílogo de su vida Juan Perón, sin sospechar seguramente que, 41 años después de su muerte, el modelo sindical de su invención haría agua por los cuatro costados. Atomizada como nunca, sin juego electoral propio y ninguneada por el poder político, la dirigencia gremial peronista mantiene el culto al viejo general, pero sólo desde un plano de recordación en misas o gacetillas de prensa.

Si es cierto que la única verdad es la realidad, el proyecto de refundar una CGT única está hoy a fojas cero. Lo que se dijeron estos días el jefe de la CGT oficialista, Antonio Caló, y el camionero Pablo Moyano (álter ego de Hugo), tirándose por la cabeza con lo que tenían a mano, deja en evidencia que el sueño de la unidad, antes de la PASO de agosto, ha devenido en pesadilla.

El metalúrgico pareció festejar el módico incremento del 31% en cuotas conseguido por los camioneros. De eso se agarró para comparar a los Moyano con gallinas que "cacareaban" antes de poner el huevo con aumentos por arriba del 40 por ciento. Antes, el hijo del líder opositor caracterizó a Caló como "el máximo monigote del Gobierno". Esto le dio pie para asegurar que la posible unión del sindicalismo peronista "está completamente descartada".

Lo que se dicen por afuera también se palpa por adentro. De aquellas preliminares entre grupos enfrentados para explorar caminos de acercamiento, ya no quedan ni rastros. Ni siquiera soportaron la idea de cruzarse en algún panel de los que armó la Iglesia el fin de semana pasado en Mar del Plata, para la Semana Social de la Pastoral. Así, hubo faltazos en masa. Apenas si concurrió Caló, que no dejó pasar la chance de estar cerca de Daniel Scioli, su candidato fetiche.

El Gobierno, mientras, se frota las manos al ver desactivado cualquier foco de resistencia sindical, especialmente ahora que comienza a calentarse la campaña. Ni siquiera se sabe cuándo volverán las reuniones en los seis campamentos sindicales, incluido el de los gremios del transporte, que había amagado con dar una nueva vuelta de tuerca con el reclamo por Ganancias.

"Pareciera que todos juegan a favor de Cristina", señaló a Infobae un vocero de la central moyanista, sin dar crédito a un sondeo de Giacobbe & Asociados que tenía en su escritorio, sobre la supuesta imagen negativa de la administración de la doctora Kirchner, que sería mayoritaria.

En cualquier caso, el kirchnerismo siente que salió muy bien parado de las paritarias, que amagaba en un principio mover la tierra bajo sus pies. Se finiquitó el acuerdo de Camioneros y también terminaron buenamente las discusiones en dos gremios pesados, como la UTA y Luz y Fuerza.

En estos dos últimos casos con una particularidad: ambos firmaron aumentos por un año y medio. Los colectiveros (de corta distancia) arreglaron por un 38,4%, en cuotas hasta completar el primer semestre de 2016. Luz y Fuerza, en cambio, pactó un 43% desdoblado hasta abril del año que viene. Con los resultados, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, no cabe en su traje: "Todo esto da previsibilidad. Y pensar que no creían en nosotros...", se jacta.

Otros que bajaron la persiana son los gastronómicos de Luis Barrionuevo, que alcanzaron también sumas con un "3 adelante". Los aumentos van del 32 al 34%, según los ramos. Con la chapa puesta, se puede decir que el Gobierno prefirió que los gremios más díscolos cierren por encima de la pauta oficial del 27% (incluidos los químicos), a tener que enfrentarlos en pulseadas de resultado incierto.

Queda pendiente, sí, la paritaria ferroviaria. Hubo un conato de conflicto con la Fraternidad de Omar Maturano, por la fecha de pago del medio aguinaldo. Pero hasta acá no pasó a mayores. "Priorizamos la paz social", dijo el jefe de los conductores de locomotoras.

Virtualmente sin candidatos en las listas, el sindicalismo igual juega un poco a la política. Los gremios K andan con ganas de montar un "acto de apoyo del movimiento obrero" a la fórmula Scioli-Zanini, aunque admiten que nadie se los pidió.

Uno que está muy movilizado es el otro hijo de Moyano, Facundo, que se aseguró el primer lugar en la lista de diputados nacionales de Sergio Massa. El dirigente del gremio de peajes es el sindicalista que mejor se posicionó. Ahora busca un hueco en la agenda de su jefe político para llevarlo a la CGT de Moyano padre, hoy con varios kilos de menos. El que anduvo esta semana por la calle Azopardo fue el cordobés José Manuel de la Sota, que explicó en compañía de su coequiper Claudia Rucci cómo haría él para bajar en un 90% el gravamen de Ganancias.

La sangría de Massa no se detiene. También sufrió una fuga en el campo sindical. Sin hacer aspavientos, el gremio de la Sanidad resolvió abandonar al ex intendente de Tigre. Lo resolvió Carlos West Ocampo, después de ver cómo Massa desplazó a su segundo, Héctor Daer, en beneficio de Moyano junior. Previsible: ahora jugarán con Scioli.

Tampoco abandona posiciones en el campo laboral el macrismo, que hoy habla de un "camino de crecimiento e intereses compartidos con las asociaciones sindicales". En eso está el ministro de Modernización del gobierno de la Ciudad, Andrés Ibarra, responsable mayor de una "nueva carrera administrativa" para los empleados públicos, que básicamente contempla su capacitación.

Según el funcionario, ese esquema de funcionamiento, que Mauricio Macri, buscaría trasladar a la Nación, "permite contar con el personal agrupado según sus funciones, ya sea docente, empleado de salud o especialista en sistemas".

Para hablar de la gestión del capital humano orientado al servicio público, Ibarra busca coordinar un próximo encuentro en el Instituto Superior de la Carrera (funciona en un edificio de la Ciudad en el barrio Caballito) que tenga como protagonistas estelares a Macri y al veterano líder de los municipales, Amadeo Genta, que contra todo pronóstico no ha tenido ni un sí ni un no durante los ocho años que lleva la administración macrista en la Ciudad.