Marita Lorenz, la primera amante que tuvo Fidel Castro cuando llegó al poder en Cuba, asegura en las entrevistas que ha concedido para presentar sus flamantes memorias Yo fui la espía que amó al comandante (Paidos), que solo se arrepiente de una cosa en la vida: no haberse quedado en la isla después de renunciar a convertirse en la asesina del líder de la Revolución Cubana.