Los diez países con mejor y peor infraestructura en el mundo

La inversión en transporte, energía y tecnología es determinante para la calidad de vida de una población. Por la falta de planificación, América Latina está muy rezagada en relación a Europa y Asia

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 Reuters 163
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Hong Kong, que administrativamente forma parte de China, pero que en muchos aspectos funciona como si fuera una entidad independiente, es el Estado con mejor infraestructura del mundo, según el Reporte de Competitividad Global 2014-2015, que elabora el Foro Económico Mundial.

El informe construye un índice que califica de 1 a 7 la calidad del transporte, la energía y las telecomunicaciones, combinando información pública sobre kilómetros de carreteras, número de vuelos, suscriptores a telefonía y otras variables, con encuestas a empresarios y técnicos de cada sector. Hong Kong promedia 6,7.

Son todos países con un elevado PIB per cápita

En segundo lugar aparece otra ciudad estado del sudeste asiático, Singapur, con 6,5. Luego, Emiratos Árabes (6,3), Holanda (6,3), Suiza (6,2), Japón (6,1), Alemania (6,1), Francia (6), España (6) y Reino Unido (6).

El grupo es bastante homogéneo. Son todos países con un elevado PIB per cápita y, con la excepción de Emiratos Árabes, que es un caso aparte, los otros nueve se destacan por la solidez de sus instituciones.

Exactamente lo opuesto son los diez que cierran el ranking del Foro Económico Mundial, que incluye a 144 países. Están entre los más pobres del planeta y son institucionalmente muy débiles.

El que tiene peor puntaje es Chad, con un índice de apenas 1,7. En segundo lugar se ubica Guinea, con 1,8; y tercereo Yemen, con 1,9. Completan Burkina Faso, Burundi, Angola, Haití y Myanmar, todos con 2, y Sierra Leona y Madagascar, con 2,1.

Siete de los diez son africanos, dos son asiáticos y uno, Haití, es latinoamericano. El resto de los países de la región no está tan mal, pero están muy lejos de las primeras posiciones.

El que tiene peor puntaje es Chad, con un índice de apenas 1,7

El mejor ubicado es Panamá, que ocupa el puesto 40, con un puntaje de 4,8. Bastante cerca están Chile, 49° con 4,6; Trinidad y Tobago, 52° con 4,5; y Uruguay, 54° con 4,5.

Los otros que se encuentran en un nivel aceptable son El Salvador (4,3), México (4,2), Guatemala (4,2), Costa Rica (4,1) y Brasil (4). En un nivel regular están Jamaica (3,8), Colombia (3,7), Surinam (3,6), Perú (3,5), Argentina (3,5), República Dominicana (3,3), Nicaragua (3,2), Honduras (3,2) y Bolivia (3). Los tres que están en un estado casi crítico son Paraguay (2,7), Venezuela (2,6) y Haití (2).

La falta de planificación, el escollo de América Latina

"El panorama en América Latina es muy heterogéneo. No sólo a nivel regional sino al interior de cada país, que tienen lugares con bastante desarrollo en distintos tipos de infraestructura, y muy poco en otros", dice a Infobae el ingeniero civil mexicano Noé Villegas Flores, profesor e investigador de la Universidad Federal de Integración Latinoamericana, Brasil.

Más allá de las diferencias, hay algunos rasgos que son transversales, aunque no se den con la misma intensidad en todas partes. El más claro es la falta de proyección y de trabajo de largo plazo, dos de los pilares del desarrollo.

"En América Latina falta planeamiento en infraestructura. No se le dedica la atención necesaria ni se asignan recursos para la preinversión, que están destinados a los estudios de consultoría, de factibilidad y de impacto ambiental. El proceso de construcción de un proyecto vial en un país como Alemania puede demandar un total de 15 años, de los cuales un 75% se dedican a planeamiento y un 25% a construir. En cambio, los procesos en América Latina son cortos, sólo un 10% va para la preparación y el 90% restante es realización", explica Luis Alberto Jaramillo Gómez, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, consultado por Infobae.

"El desarrollo en infraestructura es muy errático y las obras están mal construidas"

"El desarrollo en infraestructura se vuelve así muy errático, las obras están mal construidas, no cumplen los propósitos de una manera efectiva, o se construyen a costa de grandes impactos ambientales. Hay un despilfarro de recursos. En los países desarrollados las decisiones se maduran de una manera pausada, en tiempos largos", agrega.

Estos problemas repercuten sobre la calidad de los servicios que llegan a la población. En Latinoamérica son muy deficientes y las quejas de los ciudadanos son constantes, algo que no ocurre en las naciones más avanzadas.

"Yo viví cinco años en Europa -dice Villegas. Allí hay seguridad en cuanto a que las cosas funcionan. En transporte, en redes viales, en eficiencia energética y más. Ellos tienen la tecnología. Nosotros, si la tenemos, no la sabemos aplicar, pero muchas veces no la tenemos. Las diferencias de presupuesto son importantes, pero lo más determinante es el planeamiento. En Europa existen entidades dedicadas a esto, que aportan información técnica a los proyectos ejecutivos".

"Una situación que también observé -continúa- es que la universidad está muy vinculada con la empresa. La transferencia de tecnología se articula directamente, cosa que en América Latina cuesta mucho trabajo. Es fundamental el desarrollo a partir de las unidades académicas".

Una de las manifestaciones más evidentes de la falta de proyectos de largo plazo en esta materia es la escasa previsibilidad de los costos que se terminan pagando por una obra.

"Las obras siempre sobrepasan el umbral presupuestario y la legislación no consigue resolver esta situación para que la obra avance. Hoy una gran cantidad de obras de infraestructura, por ejemplo en Brasil, están paradas por esa problemática. Las obras del Mundial no se detuvieron por una negociación entre el Gobierno y las constructoras, pero el camino era el mismo. Las empresas aprovechan para solicitar más recursos, la administración pública no sabe qué hacer y las cosas terminan en la justicia. Es también una cuestión de legislación", dice Villegas.

El cortoplacismo y la improvisación están directamente vinculados a las debilidades institucionales de la mayoría de las naciones de la región. Algo que impregna a los grandes proyectos de obra pública de una enorme imprevisibilidad.

"Los contratistas -dice Jaramillo- empiezan a construir cuando aún no se han comprado todos los terrenos, lo que genera muchas dificultades. Además, las obras se pueden decidir de un año para otro. Tenemos casos de proyectos que estuvieron 15 o 20 años en construcción, con retardos de hasta 10 años por problemas de corrupción y de numerosos inconvenientes. Estas dificultades encarecen dramáticamente los contratos y generan una infraestructura de mala calidad. Y como no hay continuidad entre un gobierno y otro, se desperdician enormes esfuerzos".

"como no hay continuidad entre un gobierno y otro, se desperdician esfuerzos"

La fragilidad institucional se traduce en gobiernos que, sin demasiadas instancias que los controlen, vuelcan el gasto público y su atención en áreas de gestión que les dan réditos electorales inmediatos, como los subsidios al consumo, y descuidan aquellos que quizás terminarán usufructuando las generaciones futuras.

Uno de los síntomas de esa enfermedad es la baja proporción de cuadros técnicos en la administración pública. Es claro, a los gobernantes les conviene más usar los cargos como prenda de negociación política con sus aliados, que poner a las personas más capacitadas para las tareas en cuestión.

"Existe un déficit de profesionales con capacidad para el desarrollo de obras. Como todo se hace de forma política, siempre existen otros intereses, y la técnica se deja en segundo plano. Esto lleva a que en algunos países se bloqueen proyectos por la corrupción y la burocracia ineficiente", dice Villegas.

Venezuela es un ejemplo extremo

de esta crisis. "Ha visto

frenada toda su actividad de desarrollo

por una situación política compleja. Las estructuras tecnocráticas para planificar y llevar a cabo los proyectos se han visto bastante debilitadas.

Incluso la plataforma petrolera ha entrado en franco deterioro

. La infraestructura eléctrica, y la vial, lo mismo. Por falta de atención y por la falta de cuadros idóneos", concluye Jaramillo.