Sanz se fue sin vicepresidente de su encuentro con Moyano

El radical se reunió con hombres del "camionero" y de Luis Barrionuevo en la CGT. El gremialismo rechazó acompañarlo en la fórmula, pero se comprometió a trabajar en el "pacto social" que anhela el mendocino

Compartir
Compartir articulo
 NA 162
NA 162

El paso festivo de ayer del radical Ricardo Sanz por el edificio histórico de la CGT permitió a los dueños de casa jugar uno de sus juegos favoritos: el del pacto social. Pocas cosas entusiasman más al sindicalismo peronista que los procedimientos de concertación que lo encuentren sentado a la misma mesa con funcionarios y empresarios.

Un esquema de organización, el tripartismo, que ya se anticipan a reclamarle al gobierno que suceda al de la doctora Kirchner; por cierto fóbica a estos espacios de intercambio. La imposición del 27% como tope en las actuales paritarias es una muestra en menor escala de lo poco que le importan al Gobierno los criterios de gremios y empresas.

No quedaron abrazos por darse entre los curtidos hombres de Moyano y Barrionuevo y los varios históricos de la UCR que acompañaron a Sanz a presentar su propuesta de "pacto social para la Argentina que viene". Nadie se acordó de los 13 paros generales al gobierno de Alfonsín. Hubo sólo sonrisas amables en la inauguración del salón de la unidad nacional Perón-Balbín, en el 5° piso de Azopardo 802.

Todo color de rosa, aunque Sanz se quedó al fin sin lo que había ido a buscar: un compañero de fórmula de extracción sindical que lo secundara en las PASO de agosto para medirse contra Macri. Al radical se le ha metido en la cabeza que su misión conseguiría un resultado más decoroso si lo acompaña un peronista ortodoxo. Pero Moyano y su consejo directivo declinaron el convite.

 DYN 162
DYN 162

El camionero venía de decirle no también a Adolfo Rodríguez Saá, del peronismo federal, que concretamente buscaba como vice al petrolero Guillermo Pereyra. Sin embargo, Moyano no usó el mismo centímetro para medir ambos ofrecimientos.

El rechazo a los radicales les fue presentado entre copos de algodón: Moyano descuenta que Sanz, gestor del acuerdo UCR-PRO, estaría llamado a ocupar un lugar expectante en un hipotético gobierno presidido por Macri, el candidato por el que realmente apuesta el dirigente de Camioneros, aunque lo haga sin abrir la boca.

"Lo importante es que dimos muestra de que buscamos fortalecer las instituciones", ponderó el panadero Abel Frutos ante Infobae, resaltando la importancia de una discusión a tres bandas para hacer correcciones en políticas económicas y sociales. Moyano se entusiasmó, al punto de imaginar que un entendimiento social podría ser la llave que abra la puerta hacia la unidad de los argentinos.

En la vereda del sindicalismo oficialista, uno de sus mayores referentes, Gerardo Martínez, de la UOCRA, ve las cosas de modo parecido. El constructor también habla de ir pensando para el mediano plazo (o sea durante el próximo turno presidencial) en la constitución de una mesa de concertación o diálogo social que sea institucionalizada por el sucesor de Cristina.

El interés de la dirigencia gremial no pasa sólo por su propia naturaleza ideológica o por la ambición de meter baza en el diseño de políticas de Estado, capacidad hoy inexistente. Los gremios peronistas sienten que si no se vigorizan pronto, los tiempos por venir podrían provocarle estragos. ¿Cuántos fallos judiciales más contra el modelo de sindicato único podrán resistir? El último lo produjo la Corte Suprema bonaerense, hace menos de dos semanas, propiciando la pluralidad sindical.

El peronismo tuvo su experiencia de pacto social en 1973. Funcionó hasta la muerte de Perón, un año después, cuando precios y salarios seguían literalmente congelados. Pero terminó de sucumbir ante la crisis del petróleo de aquella década.

Ni Menem ni Duhalde consideraron la idea. Pareció en algún momento que Kirchner la reflotaría. Incluso en 2005 llegó a enviar a España a una delegación de sindicalistas y hombres de negocios a investigar in situ las particularidades del acuerdo político, social y económico que fue el Pacto de la Moncloa, tras derrumbarse el franquismo. A la vuelta, los viajantes elevaron un informe, pero Kirchner lo ignoró.

A partir del lunes, podrán darse un baño de tripartismo los sindicalistas argentinos que viajarán a Ginebra (casi todos K) para la apertura de la conferencia de la Organización de Trabajo (OIT). El tema fuerte de este año será el empleo en negro o informal. Habrá que ver cuál es el relato del ministro Tomada, siendo que el propio INDEC reconoció que la Argentina terminó 2014 con 34,3% de los trabajadores en condiciones de informalidad; sin contar a los cuentapropistas.

Mientras, el sindicalismo opositor prepara el paro del día 9 de junio, que el pronóstico extendido anticipa fresco y soleado. Sin embargo, el diputado K Edgardo De Petri, ex sindicalista estatal, anticipó temerariamente violento. Moyano se enredó en un peligroso juego de palabras, al adjudicarle desde el vamos la responsabilidad a la Casa Rosada si hubiera un "hecho de sangre". Fue imposible pedirle precisiones a De Petri: su teléfono estuvo estos días irremediablemente fuera del área de cobertura.

El viernes próximo se juntarán los organizadores del paro para contarse las costillas. "Pero hasta que no estructuremos un plan de lucha que tenga continuidad a este Gobierno no le vamos a sacar nada", dijo un Barrionuevo algo escéptico a este medio, antes de calificar de "traidores" a los gremios oficialistas que firmaron aumentos del 27 por ciento. Reconoció que su paritaria, la gastronómica, está durísima y exaltó la "coherencia combativa" del bancario Sergio Palazzo.

Después de dos días de paro y una nutrida movilización por la city esta semana, el gremio de los bancarios ahora espera. Pretenden una mejora que sobrepasa el techo que decretó Kicillof y además exigen discutir con Economía algún mecanismo de participación de las ganancias. "Los bancos están ganando mucha plata", dicen voceros de esa organización.

Los durísimos aceiteros de Daniel Yofre contemplarían levantar su kilométrica huelga si les ofrecen el 27% de rigor; siempre y cuando les paguen las jornadas de huelga (van 24 días) y les permiten negociar "por afuera" otros complementos que, sumado a lo autorizado por el Gobierno, lleven el básico de esa actividad a 14.300 pesos. Total, corazón que no ve, corazón que no siente.