Una extraña acusación ha caído sobre los líderes del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) proveniente de sus propias filas.
Sus seguidores, que buscan morir como mártires y no como simples soldados en el campo de batalla, se quejan de que las listas de los atacantes suicidas son amañadas y que en los primeros lugares figuran familiares y amigos de la cúpula yihadista.
Los suicidas son el arma más letal que tiene el Estado Islámico para consolidar su avance en Irak y Siria. El más reciente ejemplo es la caída en su poder de la ciudad de Ramadi, doblegada finalmente por los terroristas luego de ocho días de ataques de un ejército de suicidas.
Para el extremismo islámico, la inmolación o martirio es uno de los mayores privilegios que se le pueden conceder a un yihadista. Entre ellos la consideran una forma honorable de morir, y mediante esta acción pueden lograr una recompensa espiritual tras la muerte y llegar al paraíso, donde al mártir le esperan 72 vírgenes.
El terrorista Abu Sultán es la cara visible de esta denuncia que fue difundida hoy. Él ha apuntado directamente a Akhmad al Shishani, el comandante del Estado Islámico en Yarmouk, Siria, al acusarlo de nepotismo a la hora de seleccionar a los suicidas.
En su denuncia, titulada "Corrupción en Dawlah", Abu Sultán señala que la verdadera amenaza para los que no aparecen en los primeros puestos de las listas de suicidas del Estado Islámico es la posibilidad de morir a manos de sus enemigos antes de convertirse en mártires, informó hoy El Comercio.
"Los combatientes que se quedan al final de la larga lista son asesinados antes de que llegue su recompensa celestial"
"Los combatientes que se quedan al final de la larga lista son
, escribió en un blog.
Abu Sultán cuenta que
"Los suicidas son mártires que van directo al paraíso a lomo de sus caballos (en referencia a los vehículos que conducen para perpetrar atentados)", según los textos que el grupo yihadista cuelga en las redes sociales para atraer seguidores.
En el caso de la toma de Ramadi, se calcula que
para poner a correr al ejército de Iraq en los dos últimos días de asedio.