"Desde que lo mataron, Monseñor Romero no se ha callado"

Carlos Martínez D'Aubuisson, autor de una de las mejores crónicas sobre el asesinato del Arzobispo de El Salvador, en 1980, dialogó con Infobae sobre la dimensión de la figura del religioso que será beatificado este sábado

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Cuando monseñor Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, fue asesinado durante una misa por paramilitares que querían acallar sus denuncias cada vez más duras contra la represión ilegal, Carlos Martínez D'Aubuisson todavía no había cumplido un año. Pero este crimen ha sido "un tema transversal" en su vida, dice, porque el autor intelectual del asesinato era su tío, Roberto D'Aubuisson, ya fallecido.

Tal vez por eso, pero también porque su madre fue la única D'Aubuisson enrolada en el movimiento revolucionario salvadoreño, el tema lo atrapó y lo llevó a escribir, en 2008, en el periódico digital El Faro en la que aún trabaja, una atrapante crónica –que reproducimos aquí- sobre la muerte de Romero y el modo en que el crimen fue mantenido en la impunidad.

Martínez D'Aubuisson es periodista –premio Ortega y Gasset de periodismo digital 2011- y su tema principal es la violencia en El Salvador que encuentra ahora nuevas formas –las pandillas- en un país que no ha podido aún superar las injusticias sociales que denunciaba Romero.

Desde San Salvador, la ciudad que se prepara para el gran acontecimiento de la beatificación de Monseñor Romero por El Vaticano el próximo 23 de mayo, Martínez D'Aubuisson charló con Infobae sobre lo que significó aquel crimen y el peso que aún tiene en su país el mensaje del Arzobispo mártir.

LEA MÁS: ¿Quién mató a Monseñor Romero?

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¿Puede considerarse el asesinato de Romero como un acelerador de la guerra civil, como el momento en que caen las últimas salvaguardas y se desata con todo la violencia en El Salvador?

Yo nací en 1979, ni siquiera tenía un año cumplido cuando asesinaron al Arzobispo Romero. Lo que cuento es básicamente el conocimiento del manejo público sobre el significado del asesinato y ese es un tema que ha sido transversal en mi vida, porque esto ha marcado a mi familia. El asesinato de monseñor Romero sirve de referencia a los historiadores y a los académicos que estudian la guerra civil salvadoreña. Es el punto de partida consensuado, la fecha en que formalmente inicia la guerra civil. Sin embargo, las acciones públicas en El Salvador entre los grupos de izquierda radicalizados y la oligarquía respaldada por el ejército no datan del asesinato de monseñor Romero. El clima de violencia se había venido agudizando desde los años 70 y tenía que ver con unas estructuras sociales insoportables, particularmente para el campesinado, y luego, bajo el signo de la Guerra Fría, cuando aparece sobre todo un movimiento eclesial basado en la Teología de la Liberación que impulsaba la organización civil en la búsqueda de reivindicar los derechos fundamentales de los trabajadores y de los campesinos.

¿Qué papel desempeñaba Monseñor Romero en ese momento?

En esa agudización del conflicto monseñor Romero era quizá el último de los resortes con capacidad de servir de puente y el único que en ese momento reivindicaba o creía que ese conflicto podía tener una solución distinta a la guerra. Asesinando a monseñor Romero, ese cortafuego desaparece completamente y en el país quedó absolutamente evidenciado que no existía la posibilidad de una salida negociada o consensuada a través de acuerdos y que si no era a través de la fuerza o a través de la búsqueda de esas reivindicaciones sociales teniendo como instrumento la lucha armada, los ejércitos guerrilleros, era imposible obtener ninguna de esas reivindicaciones.

"Monseñor Romero era, por sobre todas las cosas, un pacifista"

Se dice que, pese a su opción radical por los pobres, Romero nunca adhirió ni avaló la lucha armada, la violencia en respuesta a la injusticia.

Sí, más aún: Monseñor Romero fustigó a los grupos de izquierda acusándolos de acudir a la violencia como método antes de haber agotado cualquier otra de las posibles alternativas. Sin embargo, hay una carta pastoral del Arzobispo en la que hace una disección de los tipos de violencia en El Salvador y al final menciona la violencia de autodefensa, que es la única que la Iglesia puede avalar, que es la que se ejerce en reacción a una violencia superior inicial y que lo único que busca es preservar la vida y proteger a los que uno ama. Es la única violencia a la que alguna vez el Arzobispo Romero se refirió con alguna condescendencia, porque hay que decir que monseñor Romero era, por sobre todas las cosas, un pacifista.

¿Qué representa hoy su figura en El Salvador?

Monseñor Romero nunca ha dejado de ser una figura polémica, en gran parte porque las cosas que denunciaba siguen vigentes en el país y siguen siendo un punto de desacuerdo. La guerra civil consiguió espacios formales para la democracia, pero los Acuerdos de Paz [N.de la R.: firmados en 1992 entre el gobierno y la guerrilla] de ninguna manera alteraron el sistema económico, la distribución de la riqueza o la polarización social que nos convierte en una sociedad profundamente desigual. Y además porque los que lo asesinaron siguen activos. Arena (Alianza Republicana Nacionalista), el partido que fundó mi tío, es la principal fuerza de oposición en el país y se le sigue rindiendo tributo al fundador; la sede del partido tiene al frente una escultura en bronce tamaño natural de Roberto D'Aubuisson con el puño alzado.

"Soy ateo, pero Oscar Arnulfo Romero es el único que me hace dudar, porque desde que lo mataron no se ha callado"

El asesinato de Monseñor Romero no lo revisamos como una historia del pasado, sino como un crimen que todavía debe ser juzgado y que sigue en la impunidad. Entonces, ahora que lo beatifican, parece haber un intento de edulcorar el nombre de monseñor Romero. Por ejemplo los periódicos o la televisión de extrema derecha, a través de la cual se lo amenazaba de muerte, le rinden tributos, hacen pósters, y hacen unas cancioncitas ridículas que quieren que cantemos en las que se dice que fue un mártir por amor... ¡Al tipo le pegaron varios balazos en el cuerpo! Y por determinadas razones. Ahora se busca resaltar su beatitud religiosa y soslayar su voz, su obra y las razones por las que terminó muerto.

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¿Es posible esta apropiación de su figura?

Yo creo que eso es imposible por una sencilla razón: yo soy ateo, pero Oscar Arnulfo Romero es el único que me hace dudar de la divinidad desde otra perspectiva. Porque desde que le pegaron un tiro ese hombre no se ha callado. Y, probablemente porque nuestra sociedad no ha cambiado, cuando uno escucha o lee sus homilías de hace 35 años, parece que estuviera reaccionando al titular de los diarios de ayer. Es impresionante. Y, antes de que la Iglesia católica lo hiciera, los salvadoreños lo han convertido ya hace tiempo a Oscar Romero en un santo. A mí me emociona llegar a la cripta donde están sepultados sus restos y ver a niños haciéndose selfies en la tumba del Arzobispo. Mi sobrina, que va a cumplir dos años, sabe decir los nombres de todos sus familiares y de Monseñor Romero. Es imposible vestir a monseñor Romero de santo rezador porque las razones que lo han llevado a la muerte no han cambiado. Si hubiese sido un tipo que luchaba en la Edad Media contra los moros, el identificarse o no con él pierde sentido, pero en el caso de Monseñor Romero el fuego que escupió su boca sigue siendo igual de urgente, de necesario, de comprensible.

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Creo que el Papa Francisco tiene conciencia de la necesidad urgente de reformar esa institución atávica que es la Iglesia Católica y de ofrecer sustos a la jerarquía latinoamericana, muchas veces también atávica e incluso amiga de las dictaduras del pasado. Y este es un gesto del Vaticano hacia El Salvador, que sólo fue posible por la llegada de Francisco, y por supuesto que se acusa de recibo de ese gesto polémico, valiente.

"Hoy la violencia de las pandillas es tan abarcativa, que hasta la Coca-Cola paga extorsión a las maras"

¿Actualmente la violencia se expresa únicamente a través de las maras, sin contenido directamente político?

De hecho, nuestra violencia actual es una violencia posmoderna. Y, como siempre pasa con estos fenómenos, los primeros que los notan son los pobres. Las pandillas encuentran su base en los estratos más empobrecidos. Esto es un hecho. Pero ha conseguido ser tan total, tan abarcativa esa violencia, que hasta la Coca-Cola company paga extorsión a las pandillas... Las grandes empresas transnacionales pagan a las pandillas; incluso algunas de ellas tienen obligación de contratar a una persona cuya obligación es negociar con los pandilleros el monto de la extorsión.

¿Ha mejorado algo en el plano económico?

El Salvador es un país con una agroindustria muy deprimida y muy descuidada. Estaba basada fundamentalmente en el café y cuando los precios cayeron -debido a la competencia de Brasil y Vietnam- los terratenientes prácticamente abandonaron el agro; ahora se está intentando recuperar la producción agrícola y la soberanía alimentaria. Nuestra principal fuente de ingresos, más que ningún otro rubro, es la exportación de gente. El Salvador expulsa a sus ciudadanos en cantidades industriales cada año, y vivimos de lo que esos salvadoreños envían de vuelta a sus familias. Pero normalmente ese ingreso económico se gasta casi totalmente en consumo, no en inversión.

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