El consejero delegado del consorcio aeroespacial europeo Airbus Group, Tom Enders, ya había reconocido en febrero que los problemas en el A400M, cuyo ensamblaje final se realizó en la planta de Sevilla, llevaban a "ineficiencias significativas", pero igualmente confió en que se hayan adoptado las decisiones correctas.
A finales de enero, Enders tuvo que salir a pedir disculpas en Londres ante diferentes instituciones por la marcha que estaba teniendo el programa A400, que contaba con un presupuesto de 20.000 millones de euros y no avanzaba según los plazos previstos.
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Esto lo hizo después de que Domingo Ureña, vicepresidente de la división de aeronáutica militar de Airbus Defense and Space, dejara su cargo y fuera sustituido por Fernando Alonso Fernández.
En la rueda de prensa de presentación de los resultados de 2014, Enders admitió que quedaba "mucho trabajo pendiente" en Sevilla, algo que no es "nada usual" en esa fase del programa; pero defendió que es una planta "maravillosa", una de las más nuevas y en las que se ha invertido "muchísimo".
Por ello, mostró su confianza en la nueva organización al frente del programa del A400M y aseguró que la directora de Operaciones de Airbus DS, Pilar Albiac, cuyo departamento ha asumido la responsabilidad de toda la actividad industrial, sabría cómo reducir ese trabajo pendiente.
Todos estos problemas quedaron expuestos este sábado cuando el Airbus militar se estrelló en Sevilla. El avión todavía se encontraba en su etapa de pruebas y llevaba a bordo "entre ocho y 10 tripulantes", según declaraciones del presidente español Mariano Rajoy.
El A400M es el avión militar a hélice más grande del mundo, cuya producción industrial comenzó en 2011. Nació como producto de un acuerdo entre siete países: Alemania, Francia, España, Reino Unido, Turquía, Bélgica y Luxemburgo. Ellos se comprometieron a comprar 180 unidades del aparato.